El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ganó 10 de las 14 elecciones estaduales de este año en México y demostró ser la fuerza política mejor organizada y de mayor peso, pese a no tener la presidencia del país y competir en un sistema abierto, muy distinto al que controló en el pasado.
En las últimas elecciones del año, celebradas en la víspera en cuatro de los 32 estados del país, el PRI ganó con claridad en Puebla y Tamaulipas, mientras mantuvo la tercera posición en Michoacán y la segunda en Tlaxcala, según resultados oficiales preliminares.
En estos comicios, para alcaldes y cuerpos legislativos, también se puso en juego la gobernación del noroccidental estado de Michoacán, donde ganó Leonel Godoy, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), agrupación que tras quedar a menos de uno por ciento de la presidencia de México en julio de 2006 vio caer en picada gran parte de su apoyo.
La dirigencia del PRI señala, en cambio, que su meta es recuperar el gobierno nacional en 2012, cuando termine la gestión del presidente Felipe Calderón, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), quien tiene al otrora partido gobernante como su principal interlocutor en la búsqueda de acuerdos.
El PRI gobierna 18 estados, donde habitan 56 por ciento de los 104 millones de mexicanos, y los legisladores de ese partido son mayoría en 19 de los 32 congresos locales. Pero aún ocupa el tercer lugar en las dos cámaras del parlamento federal, con 139 de sus 628 miembros en total, superado por el PRD con 153 y por el PAN con 258. El resto se dispersa en grupos menores.
La dispersión de comicios locales en México, vigentes desde hace décadas, quedará derogada en 2012, cuando esos procesos se unifiquen con los nacionales programados para elegir presidente y legisladores, según las reformas aprobadas en septiembre y cuyo objetivo es limitar la constante confrontación política que ese escalonamiento.
El PRI, que gobernó México entre 1929 y 2000 hasta finalmente dejar el lugar a Vicente Fox (2000-2006), del PAN, ha mostrado un comportamiento exitoso en elecciones locales, pero no así en las de carácter nacional.
"En las elecciones locales, el PRI ha logrado identificarse con los electores gracias a buenos candidatos que se proyectan cercanos a la gente, pero en los nacionales el ciudadano actúa con otra lógica e incluso intereses por lo que no hay ninguna garantía de éxito futuro", dijo a IPS Lucio Contreras, politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Tras las elecciones presidenciales de 2000 y 2006, los analistas vaticinaron que el PRI se desplomaría lenta, pero consistentemente hasta quedar dividido en grupos pequeños. No obstante, la predicción fracasó y ese partido hoy gobierna la mayoría de la población a nivel estatal.
"El PAN y el PRD deberían reflexionar sobre estos últimos triunfos, pues puede ser un preludio de que el PRI está de regreso para la grande (la elección presidencial), aunque como dije no hay garantía real de eso", apuntó Contreras.
Roberto Madrazo, el candidato presidencial del PRI en julio de 2006, obtuvo nueve millones de votos, ocho millones menos que en 1994, cuando su partido ganó el gobierno por última vez, con Ernesto Zedillo a la cabeza (1944-2000).
"Era difícil pensar que el PRI volvería a triunfar, pero lo tenemos ganando de forma consistente y demostrando que tiene una organización nacional grande y estructurada, la más fuerte del país", señaló Contreras.
Hasta mediados de los años 90, el PRI fue amo y señor en el mundo de la política y la administración del Estado, donde incluso manejaba los órganos electorales. Ese partido tenía la presidencia, la mayoría absoluta en el parlamento y más de 25 gobiernos estatales.
Pero en 1997 perdió su mayoría en el Poder Legislativo y de ahí en adelante comenzó a retroceder en un sistema electoral y político que se volvió más transparente y competitivo.
El PAN ha logrado tener el apoyo del PRI para impulsar reformas, como la electoral que restó poder a los medios de comunicación en las campañas e introdujo cambios para hacerlas más equitativas. En esas iniciativas constitucionales, el PRD ha ido sumándose.
Los tres principales partidos han aprobado por consenso varias leyes, como la electoral, lograron acuerdos para legislaciones menores y están en puerta reformas de envergadura en temas del sistema de justicia y los medios de comunicación.
La izquierda negocia cotidianamente con el PAN, a pesar de tener una relación difícil con el gobierno de Calderón, pues considera que el mandatario se confabuló con el empresariado y las autoridades electorales para robarle la presidencia a su candidato, Andrés López Obrador. Por eso, muchos miembros de la izquierda llaman a Calderón gobernante espurio.
Sin embargo, poco a poco esa postura ha ido diluyéndose y seis de los gobiernos estatales que tiene la izquierda en el país lo reconocen plenamente como jefe de Estado, con excepción del alcalde de la capital, Marcelo Ebrard, que elude todo encuentro con Calderón.
Godoy, electo el domingo gobernador de Michoacán en sustitución de su correligionario Lázaro Cárdenas, declaró que reconoce plenamente a Calderón como presidente de México y que lo buscará para trabajar con él por el bien de su estado.
Este gobernador electo ha estado tradicionalmente cercano a López Obrador, quien continúa negándose a reconocer validez al gobierno de Calderón.
Jorge Zepeda, politólogo y columnista del diario El Universal, consideró que el gobierno de Calderón tuvo este domingo en Michoacán "una derrota exitosa", pues, aunque el candidato del PAN perdió la gobernación, ganó un aliado de un partido que le escatima el reconocimiento como presidente.
En Puebla, en el centro del país, y Tamaulipas, en el norte, el PAN y el PRD fueron arrasados en las elecciones de la víspera por los candidatos del PRI. Según los resultados oficiales preliminares de la contienda, el ex partido gobernante, tendrá mayoría en las legislaturas y en el número de municipios de esos estados.
En Michoacán y Tlaxcala, gobernados por el PRD, en cambio, se mantiene como una fuerza importante, aunque no dominante.