CAMBIO CLIMÁTICO: Europa le falló a la Tierra

Europa no ha dado suficientes muestras de liderazgo en vísperas de la conferencia de Bali sobre cambio climático, según la ex alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Mary Robinson.

Los gobiernos de la Unión Europea (UE) se comprometieron en marzo a reducir 20 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero respecto de los niveles de 1990, para 2020.

Prometieron, además, llegar a 30 por ciento si otros países industrializados se plegaban con objetivos similares.

La mayoría de los científicos atribuyen a los gases invernadero —como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso— la actual fase del recalentamiento planetario.

Robinson, quien también fue la primera mujer en llegar a la presidencia de Irlanda (1990-1997), expresó su desilusión de que la UE condicione sus objetivos al comportamiento de otros países.
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"Todavía no tenemos la capacidad de liderazgo político que necesitamos", afirmó.

En la última reunión de ministros de Finanzas de la UE se rechazaron las propuestas para revisar los gravámenes a los automóviles en función de la cantidad de dióxido de carbono que emiten.

"La disposición a imponer un gravamen al carbono hubiera arrojado consecuencias beneficiosas. Eso es parte del liderazgo", consideró Robinson.

Pero aplaudió la declaración de principios de mes del presidente de la Comisión Europea, rama ejecutiva de la UE, José Manuel Barroso, acerca de que el fracaso de los países ricos en la reducción de sus emisiones obstaculizaría la lucha contra la pobreza y el hambre en el mundo.

Estimaciones científicas prevén que entre 75 y 200 millones de africanos tendrán dificultades para acceder al agua potable en la próxima década.

El cambio climático "es sobre todo una cuestión de desarrollo porque hay un vínculo estrecho entre energía y pobreza", sostuvo Robinson.

"Hay 1.600 millones de personas sin electricidad en el mundo. A menos que cambiemos nuestros hábitos y desempeñemos un verdadero papel de liderazgo político, los científicos prevén que para 2030 todavía habrán 1.400 millones de personas en esas condiciones", añadió.

"Si consideramos al cambio climático sólo como un desafío ambiental, nuestro enfoque será en términos de muros de contención (en referencia a la elevación del nivel del mar) y de semillas que requieren menos agua", explicó Robinson.

"El cambio climático es un desafío político, social y de derechos humanos", subrayó.

Robinson participó el viernes en una conferencia organizada en esta ciudad para analizar la agenda de la conferencia de las partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se reunirá del 3 al 14 de diciembre en la isla indonesia de Bali.

Los representantes de 180 países que acudirán a Bali se proponen estudiar un acuerdo que reemplace al Protocolo de Kyoto, acordado en esa ciudad japonesa y por el que 35 países industrializados están comprometidos a reducir sus emisiones en al menos 5,2 por ciento para 2012, respecto de las cifras de 1990.

El portavoz de la organización humanitaria Oxfam Internacional, Alexander Woollcombe, señaló que los pobres que "no son los grandes responsables de la situación", pero "son los que más sufren y ahora. Todo el mundo lo sabe y lo acepta. Pero no se los atiende".

Se estima que se necesitarán 50.000 millones de dólares al año para ayudar a las naciones pobres a adaptarse al cambio climático. Pero sólo se conceden 148 millones de dólares, indicó Woollcombe, y añadió que la asistencia destinada a lidiar con ese fenómeno no debe otorgarse a expensas de los fondos dedicados a combatir la pobreza.

Por su parte, la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margot Wallström, defendió la decisión de la UE de condicionar en parte la reducción de gases invernadero a los objetivos fijados por otros países.

"Para las empresas sería más difícil hacer negocios si cuentan con un objetivo superior a 10 por ciento que el resto del mundo", dijo a IPS, y arguyó que lo considerarían como "competencia que distorsiona".

Pero Wallström reconoció su malestar con la forma en que los gobiernos del bloque evitaron la imposición de gravámenes a los automóviles por sus emisiones de dióxido de carbono.

"Los incentivos económicos serían los más contundentes", sostuvo. "Espero que la opinión pública ejerza presión sobre las autoridades afín de caminar en la dirección correcta."

Se puede ahorrar más de 40 por ciento de la energía gastada en iluminación, señaló Wolfgang Gregor, del fabricante de bombillas Osram.

La consiguiente reducción en las emisiones de dióxido de carbono sería equivalente a la cantidad liberada por Canadá y a dos tercios de la de Rusia.

Al describir las bombillas de bajo consumo como "un negocio nuevo y atractivo", Gregor señaló que 1.600 millones de personas sin electricidad consumen 77.000 millones de litros de keroseno al año, que despiden 190 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.

"La confianza en las empresas no es tan alta como nos gustaría", sostuvo Andrew Fisk, de la empresa de detergente para lavarropas Protector and Gamble.

Su compañía debió realizar estudios externos para convencer a los consumidores de los beneficios de lavar la ropa a 30 grados, la temperatura más baja en muchos lavarropas.

Pueden haber 1.200 millones de vehículos más en el mundo para 2020, un aumento de 71 por ciento respecto de la cantidad actual, indicó Graham Smith, de Toyota. "Es obvio que para que los desplazamientos sean sostenibles hay que centrarse en la reducción de las emisiones en los automóviles", añadió.

Hay empresas que adoptaron medidas voluntarias afín de informar a los consumidores acerca de la cantidad de gases invernadero emitidos por sus productos o servicios, señaló Teresa Fogelberg, de Global Reporting Initiative, que desarrolló un sistema para calcular el impacto ambiental de las empresas.

Las compañías aéreas Air France, de Francia, y KLM, de Alemania, ofrecen a sus clientes la posibilidad de calcular la cantidad de dióxido de carbono emitido en el trayecto que realizan.

Pero a la larga, "la información de sustentabilidad" tendrá que ser obligatoria, añadió.

La falta de medidas obligatorias significa que las empresas que no mejoraron su rendimiento en materia ambiental "pueden esconderse detrás de una cortina de humo", señaló Fogelberg, y añadió que "habrá igualdad de oportunidades si se impulsa a las compañías que están dubitativas".

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