El agua que inundó 80 por ciento del estado mexicano de Tabasco se retira con lentitud dejando montañas de basura, animales muertos y focos infecciosos. Algunos damnificados escarban allí en busca de alimentos y otros esperan hasta 20 horas para obtenerlos. El futuro para todos ellos es incierto.
A pesar de los esfuerzos oficiales y de grupos privados para atender a todos los afectados, persisten problemas de atención en por lo menos la mitad de los 800 albergues instalados en el estado. Además, casi 78.000 personas se reportan con enfermedades diarreicas, respiratorias y de la piel y hay unos 10 casos de dengue.
Mientras, autoridades, políticos y dirigentes campesinos se reparten acusaciones por la tragedia y exhiben evaluaciones contrastantes sobre su impacto.
La Confederación Nacional Ganadera afirma que se perdieron 350.000 de las 1,7 millones de cabezas de ganado existentes en Tabasco antes del desastre, pero la secretaría (ministerio) de Agricultura y Ganadería sostiene que apenas fueron 350.
No obstante esas cifras tan dispares, hay consenso en que fue la peor tragedia en la historia de Tabasco, el sudoriental estado de 25.000 kilómetros cuadrados con costas en el golfo de México. El aparato productivo de la tropical zona tardará años en recuperarse.
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Las intensas lluvias caídas en los últimos días de octubre en Tabasco desbordaron los ríos, inundando casi todo el territorio y exhibiendo con ello la falta de previsión y obras de envergadura para evitar el drama.
El Proyecto Integral Contra Inundaciones, diseñado a fines de los años 90 para Tabasco, resultó insuficiente frente a la abundancia de lluvias.
Más de un millón de personas, la mitad de la población total del estado, resultaron afectadas con las inundaciones. Según datos oficiales, 200.000 de las 467.000 viviendas fueron dañadas, así como 60 por ciento de las vialidades.
El gobierno de Felipe Calderón ofreció poco más de 700 millones de dólares para que el estado afronte los problemas, pero la cifra es siete veces menor a las pérdidas calculadas. La agricultura y ganadería, que reúnen al grueso de la mano de obra, están en ruinas.
Las imágenes provenientes de Tabasco, donde 30 por ciento del territorio continúa anegado, exhiben a una población desesperada. Las escuelas permanecen cerradas y sigue paralizada casi toda actividad productiva.
Entre inservibles muebles, refrigeradores, colchones y restos de comida, se observa a gente escarbando enlatados, bolsas de galletas o dulces, que tras flotar durante días quedaron varados en alguna calle o zona rural. Algunos logran atrapar peces en lugares aún inundados y ya pestilentes para luego consumirlos.
Los riesgos de una epidemia de cólera, paludismo, hepatitis, influenza y otras enfermedades están latentes, explicó a IPS la médica capitalina Leslie Zapata, una voluntaria que estuvo en la zona los últimos seis días.
El clima cálido y húmedo de Tabasco contribuye a aumentar el riesgo a pesar de las intensas fumigaciones y campañas de vacunación que se realizan.
"Lo que he visto en los medios (de comunicación) es mínimo y no transmite lo terrible. La gente está sufriendo mucho en Tabasco. Considere que hay quien lo perdió todo y aún así debe estar haciendo filas interminables para recibir comida o medicina", señaló Zapata, una médica que acaba de terminar sus estudios.
El olor es terrible en muchos lugares de la capital del estado, Villahermosa, lo cual añade un toque más de desesperación, "pues se siente que uno está en medio de un gran basurero, y es que por ahí hay muchos (cuerpos de) perros, gatos y ratas descomponiéndose", describió.
"La situación es grave", dijo la voluntaria.
Pero, a pesar de la destrucción, no hay personas muertas por problemas vinculados directamente a las inundaciones ni desaparecidas, reportan las autoridades.
El gobierno de Calderón, del conservador Partido Acción Nacional, y el de Tabasco, que comanda Andrés Granier del Partido Revolucionario Institucional, mantienen mensajes en los medios de comunicación en lo que exhortan a los mexicanos a entregar ayuda para los tabasqueños. Algo similar hacen algunas firmas privadas.
Mientras, ambientalistas, políticos de oposición y hasta politólogos analizan las presuntas causas de las inundaciones y culpan a las autoridades por no haber realizado las obras necesarias para evitar la tragedia.
El gobierno responde que estudiará las denuncias, pero mantiene la tesis de que la tragedia fue causada por lluvias torrenciales jamás vistas, a lo que se sumó un alza en las mareas del golfo de México, lo que evitó el desfogue adecuado de los ríos.
El ex candidato presidencial del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, Andrés López Obrador, presentó el miércoles ante la Procuraduría (fiscalía) General un denuncia penal contra el gobierno federal y el de Tabasco por el supuesto mal manejo hidráulico de las cuencas en ese estado.
"El (Poder) Ejecutivo federal tuvo la información y los instrumentos necesarios para evitar la tragedia, en consecuencia deben fincarse responsabilidades y reparar el daño causado al pueblo de Tabasco, que está padeciendo por esta irresponsabilidad", declaró el ex candidato.
La acusación del político apuntó expresamente contra el gobernador Granier, varios funcionarios del actual gobierno y los ex presidentes Carlos Salinas (1988-1994), Ernesto Zedillo (1994-2000) y Vicente Fox (2000-2006).