En una aldea con casas de barro en las afueras de Qalat, capital de la sudoriental provincia afgana de Zabul, el comandante del puesto de control policía, Abdul Rasool, dice estar cansado de la guerra que ya lleva seis años en su país, y ansía la paz.
Pese a sus deseos, Rasool representa lo que el ejército estadounidense cree que es un problema de la policía de Afganistán, una fuerza sacudida por la corrupción que durante mucho tiempo fue desatendida, mientras el ejército pasaba al primer plano en materia de asegurar las fronteras de la nación y combatir a la insurgencia.
Cerca de allí, el capitán del ejército estadounidense Dave Perry señala que los camiones son "destruidos" cerca del puesto de control que supervisa el comandante afgano.
Perry es el mentor de la policía afgana y el encargado del proyecto para un plan de consolidación de puestos de control que aspira a limpiar los delitos policiales en Zabul.
Rasool, un hombre menudo, curtido por el sol, que parece mayor de sus 27 años, parece ajeno a la velada acusación. "Tal vez la situación esté empeorando porque ahora tenemos muchos puestos de control, así que vienen más miembros del (movimiento islamista) Talibán", respondió.
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Y se sabe que el Talibán aparece en cualquier momento. Minutos antes que IPS hablara con él, oficiales de policía regresaron de un combate con el Talibán para informar a su comandante en un puesto de vigilancia cercano en la autopista número uno, principal vía de la provincia.
La policía es el principal objetivo de la insurgencia, según comandantes militares de Estados Unidos.
Pero incluso mientras el Talibán ataca a la fuerza policial como instrumento del gobierno afgano que se percibe como controlado por Estados Unidos, en otras ocasiones el grupo insurgente conspira con ellos contra los civiles afganos.
En el segundo escenario, el Talibán habitualmente halla un comandante "cómplice" en los puestos de control que hace vista a los robos y a los ataques a convoys civiles, dijeron a IPS altos oficiales. La autopista número uno es conocida por esas actividades.
"En efecto, ellos crearon una carretera de víctimas", dijo Perry. El Talibán tiene una completa autonomía porque la policía no hace nada para detener el narcotráfico o el movimiento de armas y personal, explicó.
La conformidad de los policías afganos con el Talibán se debe, en parte, al hecho de que "a ellos no se les paga de una manera muy oportuna. Hay mucha corrupción en el proceso de paga. Estos muchachos están (en) una situación desesperada e intentan alimentar a sus familias", continuó.
Es por esto que el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos le encomendó al ejército de ese país la responsabilidad de entrenar a los oficiales afganos y de llevar a cabo una campaña anticorrupción para mejorar las percepciones que los habitantes tienen sobre la policía. Antes, esa responsabilidad era del gobierno alemán.
Durante mucho tiempo, la comunidad internacional presionó al presidente Hamid Karzai para que combatiera los sobornos que afectaban a otras partes del gobierno y que erosionaron la confianza de los afganos comunes en el sistema.
Estados Unidos también aspira a reformar el entrenamiento policial con vistas a la ofensiva anticipada de la primavera (boreal) del Talibán.
La urgencia por rehacer la fuerza policial se origina en el hecho de que sus oficiales están menos equipados y capacitados que los del ejército, dando al policía promedio la dudosa distinción de tener uno de los trabajos más peligrosos en Afganistán, según oficiales de Estados Unidos.
En el marco de los nuevos planes de los gobiernos estadounidense y afgano, los salarios y las filas policiales serán reformados para estar más en línea con los del ejército. El sueldo mensual del oficial policial de rango más bajo pasará de 70 a 100 dólares. Oficiales ubicados más arriba en el escalafón verán un salto más grande en sus ingresos.
"Lo que no podemos tener aquí es 8.000 policías fastidiados que se van a unir a la insurgencia", dijo a IPS el mayor general Robert Cone, al frente del Comando Estadounidense Combinado de Transición para la Seguridad en Afganistán, en una entrevista realizada en Kabul.
El Comando es responsable de entrenar y equipar a las fuerzas de seguridad afganas.
No obstante, los riesgos todavía existen, según el coronel del ejército estadounidense Ed Kornish, mentor policial que trabaja con 16 equipos que ofrecen entrenamiento en la región meridional.
"Financieramente hay un incentivo más grande para unirse al Talibán. En nuestra área, el precio que el Talibán pagará a uno de los afganos del lugar para que trabaje para ellos es de unos 250 dólares al mes", cifra que antes era de 100 dólares, destacó.
El plan de consolidación de los puestos de control carreteros en Zabul es otra pieza central del esfuerzo por combatir la corrupción rampante. Bajo esa estrategia, el término "estación policial" reemplazará a "puesto de control", una palabra percibida de modo negativo por los afganos, dijo Perry.
Seis estaciones policiales modernizadas serán abiertas a lo largo de los aproximadamente 150 kilómetros de la autopista número uno. Los actuales 27 puestos de control, con poco personal, que son presa fácil para el Talibán, serán descartados.
El objetivo es crear estaciones policiales más fuertes, guarnecidas con 30 oficiales, y permitir así a los ciudadanos informar las quejas directamente, explicó Perry. El rol de la policía también incluirá apoyar al ejército en varias operaciones, agregó.
En la provincia de Zabul, los puestos de control son sinónimo de narcotráfico. Otro incentivo para arreglar el problema de los puestos de control. En una entrevista que tuvo lugar en su oficina, el comandante de policía Mohammed Yacoub lamentó que los problemas de droga de su región persistan hasta que la policía sea reformada, y habló de los intentos inútiles por enviar un oficial a controlar un puesto basado en su área.
"Ellos están mirando para robar, así que no puedo confiar en nadie. Cuando arrestan (a personas que transportan) la droga, se la quedan para ellos", señaló.
El ejército estadounidense y hombres como Yacoub pueden erosionar la corrupción policial del país si erradican el problema en Zabul, ubicada estratégicamente entre Kabul y la meridional Kandahar, dos de las regiones más importantes de Afganistán, pronosticó Perry.
"Si podemos crear un efecto disuasivo en el centro, si podemos asegurar esta parte de autopista aquí, forzamos al enemigo a ingresar en un área a la que no quiere ir", agregó.
Los esfuerzos por limpiar el sistema y confrontar a insurgentes anti-gobierno a menudo no pasan inadvertidos en Afganistán. Desde que asumió su puesto hace pocos meses, Yacoub puso a cuatro policías corruptos tras las rejas en Kabul.
Yacoub descubrió un manejo ilícito que involucraba a 40 policías que se repartían los salarios asignados a 140 hombres. Por resolver esto, el ejército estadounidense recibió "creíbles informes de inteligencia (sobre intentos para) asesinar al coronel Yacoub", señaló el mentor policial estadounidense, capitán James Smith, agregando que esto se obtuvo específicamente del Talibán.
A ese fin, grandes grupos de la policía distrital se enrolarán en ocho semanas de entrenamiento exhaustivo sobre ética este otoño (boreal) en Kandahar, mientras que una combinación de soldados y otros policías los reemplazarán. La capacitación también abarcará alfabetización y habilidades de liderazgo.
Además, los instructores enseñarán a los oficiales a disparar las armas, defender puestos de control, moverse como grupo sin dispararse entre sí, reaccionar ante emboscadas o ataques contra puestos de vigilancia y desactivar bombas carreteras, entre otras habilidades, dijo Kornish en una entrevista en su base de operaciones avanzadas, una pequeña instalación militar afuera de la principal base aérea de Kandahar.
* Fawzia Sheikh realiza su labor periodística integrada ("embedded") en las tropas estadounidenses en Afganistán, con autorización de las autoridades militares en Washington.