VIVIENDA-CUBA: Desde abajo y a prueba de huracanes

Familias cubanas de escasos recursos tienen más cerca la posibilidad de una vivienda propia gracias a un premiado método de construcción con materiales alternativos, resistentes y de aplicación probada a escala comunitaria.

"El ciclón destruyó mi casa, pero la que tengo ahora es mejor, más segura, y se construyó como en tres meses", cuenta a IPS Marilú Figueredo, casada, madre de tres hijos y vecina de Manicaragua, municipio rural de la central provincia de Villa Clara.

Ella resultó beneficiaria de un plan de construcción y reparación de viviendas afectadas en 2005 por el huracán Dennis, causante en todo el país de daños en 120.000 inmuebles, con 15.000 derrumbes totales y 25.000 parciales. "Yo creo que si viene otro ciclón, no tendré problemas", dice esperanzada.

La misma confianza exhiben María Trujillo, jubilada, y su esposo, Iluminada Rivero, divorciada, y Felicia Armenteros, también pensionada, residentes todos en Quemado de Guines, municipio villaclareño estragado por el paso de huracanes.

Los nuevos hogares de estas mujeres y sus familias reemplazan a las endebles casas que habitaban más de dos años atrás. Fueron levantados con materiales fabricados en sus municipios, de bajo costo y no agresivos con el ambiente. Se los conoce como ecomateriales, por económicos y ecológicos.

El concepto comprende una amplia variedad de materiales de construcción, con diferentes orígenes y fines de uso, cuyo común denominador es el aprovechamiento de materias primas locales o de residuos contaminantes.

Las mejores experiencias se ven en las tejas de micro-concreto (TMC), el cemento puzolánico CP-40 (con cenizas de paja de caña de azúcar y zeolita, un tipo de silicato de aluminio), los bloques de hormigón huecos, los ladrillos de adobe no estabilizado y los ladrillos de arcilla cocidos con baja energía y uso de combustibles alternativos a partir de residuos agrícolas.

"La clave es que hemos vuelto a las raíces. En los últimos 5.000 años de la civilización humana, los materiales más usados y sostenibles son el ladrillo rojo, la madera y el cemento romano. Volvemos a usarlos, pero con los avances modernos de la ciencia y la técnica", explica a IPS el académico Fernando Martirena.

Se trata de una alternativa que puede resolver no sólo los problemas habitacionales que tiene Cuba hoy, sino los que tendrán muchos países cuando el petróleo y materiales modernos "como el vidrio y el titanio" sean insostenibles e incosteables.

Para obtener una tonelada de titanio —un metal muy versátil y resistente, pero que no se encuentra en estado puro en la naturaleza— hay que remover varias veces más cantidad de suelo de la corteza terrestre que para obtener la misma tonelada de cemento.

"Los ecomateriales han demostrado que son perdurables, bonitos y guardan un equilibrio con el ambiente. Con ellos estamos disminuyendo la huella ecológica", indica el experto.

Martirena encabeza un grupo de profesionales de la Facultad de Construcciones (Cidem) de la Universidad Central de Las Villas que buscan desde hace varios años la manera de reducir la vulnerabilidad de las construcciones ante fenómenos climáticos como los huracanes y soluciones para suplir la crónica falta de viviendas de Cuba.

La propuesta "Ecomateriales en proyectos de vivienda social" recibió este año el Premio Mundial del Hábitat que entrega anualmente la Fundación para la Vivienda y Construcción Social (BSHF, por su nombre en inglés), con el coauspicio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El galardón está dotado con 10.000 libras esterlinas (más de 23.000 dólares), pero lo más importante es que "se está premiando la idea y es una buena forma de divulgarla, para que la gente la conozca y la aplique", comentó Martirena.

La iniciativa del Cidem incluye talleres de ecomateriales en los municipios donde luego serán distribuidos. Las familias tienen acceso a esas producciones con préstamos del Banco Popular de Ahorro (BPA), afirma Belkis Delgado, funcionaria del sector de la vivienda en Manicaragua.

Aunque se trata de una actividad a pequeña escala y descentralizada, cuenta con sistemas de control de calidad muy completos y facilita la capacitación de los fabricantes, afirman sus promotores. El Cidem también presta un servicio de asistencia técnica permanente.

"El proyecto ha tenido éxito porque no nos hemos impuesto a la gente. La flexibilidad ha sido nuestro principio y nunca pretendimos suplantar a las instituciones que ya existen, sino aliarnos en torno a un objetivo común. En esa medida, buscamos crear capacidades locales y nos adaptamos a cada contexto", dice Martirena. Para Omaida Cruz, responsable de cooperación de la no gubernamental Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en Villa Clara, la iniciativa ha "potenciado localmente" las posibilidades de desarrollo.

Casi una veintena de municipios cubanos aplican estos métodos constructivos. Sólo en la porción norte de Villa Clara, cerca de 3.000 viviendas se han erigido o reparado con ecomateriales entre 2000 y 2006.

"Nuestra producción alivia, pero no completa la demanda, que es alta", advierte Lázaro Bermúdez, director de un taller de Manicaragua.

Con 74.500 habitantes, este municipio cuenta con 27.000 viviendas, cerca de 60 por ciento en estado regular o malo. Según funcionarios del sector, "los mayores problemas habitacionales de ese territorio básicamente agrícola se sitúan en el área rural".

En lo que resta del año, el proyecto se extenderá a algunas provincias de la porción oriental del país. "Al ritmo que vamos, en 2010 podríamos tener entre 40 y 50 talleres en todo el país, lo que unido a los planes oficiales de producción de materiales, en 10 años la construcción y reparación de viviendas dejaría de ser una emergencia, como es ahora", conjetura Martirena.

Para su segunda fase, el proyecto del Cidem vuelve a contar con aportes de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude), además del apoyo de la gubernamental Agencia Internacional para el Desarrollo de Canadá (CIDA).

"El apoyo oficial a estos proyectos es también muy importante. Por cada dólar que nosotros invertimos en una propuesta como esta, el Estado cubano aporta entre siete y ocho, a veces hasta 10 dólares. Eso es lo que marca la diferencia en relación con otros países, y lo que hace mayor el impacto social", indica Martirena.

El Cidem comenzó su trabajo en Villa Clara tras el huracán Lili, en 1996. En 1998, tras el paso devastador de Mitch por Nicaragua y Honduras, contribuyó a la organización de proyectos de reubicación segura de poblaciones asentadas en zonas inundables.

Experiencias similares se desarrollan en 18 países de América Latina y África, donde buena parte del equipamiento utilizado para fabricar ecomateriales es exportado desde Cuba. Se prevé llevar la experiencia a Venezuela, mediante la inversión de un millón de dólares para instalar y equipar talleres de ecomateriales.

Según datos oficiales, el déficit de viviendas de Cuba, con 11, 2 millones de habitantes, es de unas 500.000 unidades. Pero las casas en mal estado llegan a 15 por ciento del total en las ciudades y a casi 38 por ciento en zonas rurales, de acuerdo con el último censo nacional de 2002.

Un plan gubernamental trazado en 2005 para la construcción de 100.000 viviendas anuales marcha con tropiezos burocráticos, que restan agilidad a la entrega de materiales a las familias seleccionadas para levantar por sí mismas sus casas, y lidia con la falta de terrenos adecuados para edificar. (FIN/IPS/pg/dcl/la ca dv pr cv md cs sl/07)

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