SERBIA: Llame ya al 9191 y delate al genocida

Serbia ofrece una recompensa de un millón de euros (1,4 millones de dólares) a cambio de información que conduzca al arresto de Ratko Mladic, ex comandante del Ejército Serbo-Bosnio, y de su socio Radovan Karadzic, ambos acusados de genocidio.

La información sobre Mladic puede aportarse a través del número telefónico 9191 de Belgrado. Si el gobierno logra entregar a los acusados al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (ICTY, por sus siglas en inglés), con sede en La Haya, tendrá un enorme alivio político.

Mladic es acusado por este tribunal creado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de ser el autor intelectual de la masacre de 8.000 niños y hombres musulmanes en la oriental localidad bosnia de Srebrenica, el 11 de julio de 1995.

Esta matanza es, según expertos en derechos humanos, la peor atrocidad cometida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

"Esperamos algunos resultados rápidos. Mladic debe ser arrestado aquí, o de lo contrario debemos demostrar que no está en Serbia", dijo a la prensa el ministro de Justicia serbio Dusan Petrovic, luego de anunciada el fin de semana la inusual recompensa.
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Estados Unidos ya ofreció recompensas de hasta cinco millones de dólares en Bosnia por información sobre Karadzic y Mladic.

Pero desde 2000 la oferta de pagos por información no han conducido a nada.

Se cree que Mladic está escondido en Serbia, y que cambia regularmente de residencia con la ayuda de una red de colaboradores que se mantiene desde los tiempos de las guerras de secesión de Yugoslavia en los años 90.

El gobierno también anunció recompensas de 250.000 euros (350.000 dólares) cada una por ayudar en el arrestor de otros sospechosos de crímenes de guerra, Stojan Zupljanin y Goran Hadzic.

A Zupljanin se lo acusa de atrocidades cometidas en Bosnia, mientras que a Hadzic se lo responsabiliza por acciones similares en Croacia.

El arresto de Mladic es una de las condiciones para que Serbia se integre en la Unión Europea (UE), lo que constituye el principal objetivo de política exterior de este país.

La evaluación de la UE dependerá del informe de la fiscal principal del ICTY, Carla Del Ponte, sobre la colaboración de Belgrado con el proceso contra criminales de guerra serbios.

"La cooperación todavía es demasiado lenta y no es suficiente", dijo Del Ponte el lunes ante los cancilleres de la UE. También advirtió que no daría una evaluación positiva hasta que Mladic sea entregado al ICTY.

Su próxima visita a Belgrado, el 25 de octubre, será otra oportunidad para discutir más este tema, dijo el comisario de ampliación de la UE, Olli Rehn.

"Las conclusiones de la visita de la señora Del Ponte a Belgrado será muy tenido en cuenta a fin de mes", expresó.

Hasta ahora nadie parece haber llamado al 9191 con hechos sustanciales. "La gente simplemente llama para preguntar si la recompensa realmente se pagará, o si sus identidades se mantendrán en secreto si revelan algo", dijo a IPS un alto funcionario del Ministerio del Interior.

El público serbio todavía está profundamente dividido en torno de los conflictos de los años 90. A falta de cualquier esfuerzo real por parte del gobierno para aclarar qué ocurrió realmente en la guerra, acusados de genocidio como Mladic son considerados por muchos como héroes que no hicieron nada malo.

Los simpatizantes de Mladic creen que el ICTY conspira contra la nación serbia. Son leales a la ideología de los años 90, cuando el entonces presidente Slobodan Milosevic (1946-2006, que gobernó entre 1989-2000) arrastró al país a la guerra en nombre de la "defensa de los serbios".

Milosevic murió mientras detenido en un recinto del ICTY en La Haya, el 11 de marzo de 2006.

"Esta idea de la recompensa es una de las más vergonzosas de la historia. Equivale a traición", dijo a la prensa Dragan Todorovic, líder del ultranacionalista Partido Radical Serbio (SRS).

El SRS participó en el gobierno de Milosevic en los años 90 y hoy es el principal partido de la oposición.

El profesor de psicología Zarko Korac dijo a IPS que ofrecer recompensa no es una buena idea porque "sólo proporcionará argumentos adicionales a quienes continúen atacando al gobierno por traición".

"Entre los serbios, profundamente divididos, ambas partes —los nacionalistas y los reformistas— luchan desesperadamente por ganar adeptos. Esto solamente servirá al propósito de los primeros", advirtió Korac.

El analista Zarko Trebjesanin escribió en el periódico Politika que el mensaje del gobierno "estuvo dirigido principalmente a Carla del Ponte y no al resto de la gente, para la cual éste es un posible caso clásico de traición vinculado a la avaricia".

"Entre la gente común, esto deja un sabor amargo y reacciones negativas contra el gobierno", concluyó.

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