REPÚBLICA CHECA: Un siglo de bienestar se acerca a su fin

Las reformas propuestas por la coalición gobernante en República Checa no sólo podrían desmantelar el Estado de bienestar más exitoso del ex bloque comunista, sino también romper una larga tradición de solidaridad social en un país que se jacta de tener la menor pobreza de Europa.

Apenas ocho por ciento de su población está por debajo la línea de pobreza definida por la Unión Europea (UE), lo que la sitúa por delante de países como Dinamarca y Suecia, y mucho mejor que Gran Bretaña o Italia.

República Checa, uno de los miembros más ricos de la UE, bloque al que se integró en 2004, cuenta con el sistema de seguridad social más fuerte en Europa central y oriental.

Ahora el gobierno checo presentó una serie de reformas a las políticas sociales y los impuestos para evitar el creciente endeudamiento público. Las medidas, que se implementarán a comienzos de 2008, fueron aprobadas por el parlamento el 21 de agosto, tras meses de debate.

La coalición gobernante alega que las reformas son beneficiosas para todos, y apenas un primer paso hacia los cambios más drásticos que vendrán, pero las opositoras fuerzas de izquierda argumentan que la reforma perjudicará a todos los que no pertenezcan a los estratos superiores de la sociedad.
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"La población está dividida, y la batalla es sobre la seguridad social", dijo a IPS el sociólogo checo Jiri Musil.

"Me gustaría ver un cambio más suave y cauto, porque esto podría resultar en conflicto social y tensiones, e incluso dañar el crecimiento económico", agregó.

Según Musil, el peligro radica en el gran sector de clase media-baja, especialmente madres solteras y pensionistas, que podrían quedar bajo la línea de pobreza como resultado de la reforma.

Las medidas que vislumbra el ministro de Finanzas Miroslav Kalousek reducirán considerablemente los beneficios de seguridad social —como los relativos a la paternidad, las enfermedades y las asignaciones infantiles— para quienes tienen los mayores ingresos.

El Ministerio de Salud, encabezado por Tomás Julinek, introducirá pagos para recetas y visitas médicas.

Aunque los partidos gobernantes no cuentan con la mayoría en un parlamento dividido de manera equitativa, sus planes fueron aprobados gracias al apoyo de dos ex diputados socialdemócratas que abandonaron el partido inmediatamente después de las elecciones generales de junio pasado.

Pero incluso entre la mayoría gobernante de los Demócratas Cívicos (ODS) hubo una fuerte oposición a lo que ellos llamaron una reforma cobarde.

Un sector de los diputados del ODS, respaldado por la prensa de derecha, acusó al primer ministro Mirek Topolánek de falta de liderazgo y de ceder ante la presión de partidos de la coalición considerablemente más pequeños.

Los diputados amenazaron con votar contra el paquete en el parlamento, pero se terminó logrando un acuerdo con una mayor reducción de los impuestos corporativos y a los ingresos.

Los impuestos a la renta, antes de naturaleza progresista y redistributiva, serán reducidos a 15 por ciento en 2008 y a 12,5 por ciento en 2009, mientras que los impuestos corporativos, actualmente en 24 por ciento, bajarán a 21 por ciento en 2008, para llegar a 19 por ciento en 2010.

Los funcionarios de gobierno checos esperan que el impuesto corporativo reducido atraiga a compañías extranjeras que han estado abandonando el país para establecerse más al oriente de Europa.

El Impuesto al Valor Agregado (IVA) aumentará de cinco a nueve por ciento, y se introducirán nuevos gravámenes gracias a la presión de los verdes en el gobierno.

Los socialdemócratas, que prometen revertir la reforma una vez que regresen al poder, criticaron las medidas señalando que agravan las pérdidas en el presupuesto del Estado, perjudicando el desempeño económico y generando dificultades adicionales a los pensionistas y a la clase media.

Topolánek respondió que decir que la reforma es "una reforma de los ricos es una típica treta socialista".

Agregó que los "polizones del sistema de seguridad social" saldrán perdiendo, mientras que los "grupos de ingresos más elevados ya no serán tan inmoralmente gravados como lo fueron".

Algunos analistas perciben las reformas como un desafío para la sociedad checa, basada en la solidaridad y con fuertes raíces históricas precomunistas, pese a una influyente presencia de elites neoliberales en la política, los medios y el sistema educativo.

Jiri Musil dijo que la independencia checoslovaca de 1918 generó una importante "revolución social silenciosa" para un país con una gran clase media y trabajadora. Musil la calificó de "democracia radical con ideales socialistas" que gradualmente implementó generosas políticas sanitarias, sociales y para paliar el desempleo.

Una aristocracia tradicionalmente débil, y el carácter "plebeyo" de la población, con su énfasis en la igualdad, demostraron ser esenciales para que surgiera semejante sistema en una sociedad que aún mantiene sus tendencias igualitarias "tanto en el buen como el mal sentido", opinó Musil.

Las encuestas indican que apenas una quinta parte de los checos apoyan las reformas, aunque el gobernante ODS fue electo por votantes insatisfechos con la inacción de anteriores gabinetes socialdemócratas.

Los socialdemócratas, alegando proteger la estabilidad social, siempre habían optado por pequeños ajustes, mientras el país experimentaba años de regular crecimiento económico.

Mientras que los años 90 fueron testigos de dos gobiernos del ODS con un fuerte compromiso retórico hacia la reforma pro-mercado, el entonces primer ministro y actual presidente Václav Klaus fue cauto a la hora de reducir el gasto social, por temor a perder popularidad.

El desafío de los checos resuena en la región. Las reformas pro-mercado en Eslovaquia bajo la gestión de Mikulás Dzurinda (1998-2006) fueron admiradas por la mayoría de los economistas, que ahora alaban los pasos de Praga.

En un país con la mayor proporción de personas viviendo debajo de la línea de pobreza en la UE, la impopularidad de las reformas fue amplia y condujo a la elección de un gobierno de izquierda que prometió amortiguar su impacto.

Más al sur, Hungría es sometida a medidas de austeridad que hicieron caer en picada la popularidad de los socialistas gobernantes y sus aliados liberales. Mientras pocos políticos en el país se atreven a desafiar verbalmente al estado de bienestar, reformas drásticas a manos de los propios socialistas tuvieron lugar durante fines de los 90.

Los húngaros reaccionaron con protestas y disturbios contra la implementación de las reformas por parte de un gobierno acusado de mentirle al electorado sobre el estado del presupuesto. Musil, quien espera que aumenten las tensiones en tierras checas, duda que sean similares a las que tuvieron lugar en Hungría.

"Hay una diferencia de mentalidad. Los húngaros son más radicales y temperamentales, mientras que los checos son cautos, evitan los conflictos y buscan acuerdos, tal vez demasiado. En un momento de enfrentamientos reales, creo que el gobierno dará marcha atrás", dijo a IPS.

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