RELIGIÓN-CUBA: Diálogo ético entre iglesias

Un grupo de denominaciones cristianas y organizaciones ecuménicas de Cuba lanzaron un diálogo ético interreligioso con el fin de limar añejas diferencias y fomentar la comprensión, el conocimiento del otro y la apertura de espacios de debate.

"Queremos ser parte de la solución y por eso hemos dado este paso. No quiere decir que vayamos a ser el centro de un diálogo ético, pero vamos a impulsarlo", dijo a IPS el pastor bautista Raimundo García, director del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo (CCRD) de la ciudad de Cárdenas, ubicada unos 160 kilómetros de La Habana.

"No pretendemos discutir doctrinas sino problemas de índole ético-moral. ¿Cómo es posible que usted no respete al otro, que no tenga límites, que pueda hacer proselitismo con los miembros de otra iglesia, comprar pastores y líderes con ofertas de mejores salarios?, explicó el reverendo.

"La ayuda social forma parte de la vida cristiana, pero no entendemos que sea para captar miembros para la iglesia. Algunas manifestaciones cristianas están distribuyendo algunas cosas, bienes materiales y demás, para atraer a la gente. Se llega al extremo de hablar mal de otras iglesias y líderes religiosos", añadió.

El proceso reúne a bautistas de la convención occidental y oriental, presbiterianos, episcopales y metodistas. En la lista aparecen la Iglesia Cristiana Reformada, Hermanos en Cristo, Iglesia Apostólica de Jesucristo, Iglesia Unitaria Universalista, la Escuela del Cristianismo Práctico, Cáritas y la comunidad católica de San Egidio.
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Alrededor de 40 personas asistieron al taller sobre los problemas actuales que afectan las relaciones entre las iglesias e instituciones cristianas en Cuba y en el mundo, realizado en la sede del CCRD del 16 al 18 de este mes, incluidos varios especialistas en temas socio-religiosos y un representante del Consejo de Iglesias de Cuba.

Un documento del Consejo Mundial de Iglesias, distribuido a los asistentes al encuentro, reconoce la unidad de las iglesias como una "prioridad permanente del movimiento ecuménico" y rechaza el proselitismo por ser un elemento "desestabilizador" que "suscita tensiones, escándalo y división".

"La falta de unidad nos está llevando a posturas arrogantes, egoístas, de una espiritualidad desencarnada, de manipulación de la Biblia y de los dones del Espíritu, de discrepancias y prejuicios", afirmó Adolfo Ham, rector del Instituto Superior de Estudios Biblioteológicos (ISEBIT) de La Habana, al dictar la conferencia central del taller.

Según Ham, esta "crisis de unidad" impone la necesidad de trabajar en un código de ética para las relaciones intereclesiásticas y en la implementación de una estrategia que incluya "la diseminación de información, la práctica de la tolerancia frente al pluralismo de ideas y el diálogo en un marco de respeto".

Tras las décadas de tensiones que sucedieron al triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, las relaciones del gobierno con las iglesias dieron un giro radical a partir del encuentro el 2 de abril de 1990 del presidente Fidel Castro con 70 líderes de evangélicos y dirigentes ecuménicos.

No sólo fue el inicio de un camino para permitir el ingreso de creyentes al gobernante Partido Comunista sino que el encuentro contribuyó a disminuir la discriminación por motivos religiosos y favoreció la creación de nuevos espacios de trabajo que permitieran una mayor incidencia social de las organizaciones religiosas.

"En los años 90 se observa un cambio hacia un desbloqueo interno. Denominaciones cristianas empiezan a fortalecerse, algunas que habían desaparecido reaparecen y llegan muchas nuevas. Si en 1967 se estimaban en unas 50, en la pasada década ya puede hablarse de más de 100 denominaciones y sectas en todo el país", afirmó García.

Pero este boom coincidió con los peores momentos de la crisis económica en Cuba, nacida a inicios de los años 90 con la disolución de la Unión Soviética y del campo socialista europeo, sus principales aliados comerciales.

Un análisis realizado por los asistentes al taller en Cárdenas, al que IPS tuvo acceso, recordó que entonces no pocas personas acudieron a la religión en busca de esperanza, con el fin de satisfacer necesidades espirituales pero también materiales.

Entre las causas de la crisis de las relaciones intereclesiásticas se identificaron el desconocimiento del otro, el deficitario adiestramiento teológico, la acción indiscriminada del personalismo y del ejercicio de poder, la fuerte presencia del fundamentalismo sectario y el divorcio entre el mensaje y la vivencia.

"La ausencia del diálogo y de una expresión de unidad es un elemento muy desorientador para la sociedad. La gente se pregunta por qué si todos son cristianos hay tantos nombres, tanta división, por qué cada uno quiere tener la verdad", dijo a IPS la pastora bautista Gisela Pérez.

Otras amenazas planteadas durante el encuentro son las "contradicciones intergeneracionales", "la ausencia de espacios para la mujer", "la dependencia económica de iglesias extranjeras" y "la competencia entre los espacios de poder, causante de divisiones en las diferentes denominaciones",

Además de analizar la situación, el taller de Cárdenas dejó un grupo de propuestas para una estrategia de trabajo que incluye acciones para favorecer el conocimiento del otro, desterrar prejuicios, reconocer el derecho a disentir y ser diferente, y facilitar el diálogo entre todos los que quieran sumarse, sin excluir a nadie.

"Una iglesia sin fines proselitistas, que mire a la comunidad y se identifique con sus problemas", propuso uno de los equipos de trabajo tras reconocer que la apertura dentro de las iglesias no siempre se acompaña de igual actitud en la comunidad.

Por el contrario, algunas iglesias y personas se aíslan como para evitar la contaminación.

A juicio de Gloria Rebustillo, del Centro Cristiano de Servicio y Capacitación B.G. Lavastida de Santiago de Cuba, a 847 kilómetros de La Habana, "hay una división en la iglesia sobre la necesidad de un diálogo con la comunidad que la prepare para contextualizarse y para dar las respuestas oportunas al medio".

"La iglesia forma parte de las fuerzas positivas de la sociedad y tiene que verse como una organización más de la comunidad. Las personas de la Iglesia salen de esa comunidad y no pueden estar divididas en dos. Yo no puedo ser de la Federación de Mujeres Cubanas y, aparte, de la Iglesia. No soy dos personas", afirmó.

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