Tras el devastador atentado terrorista en esta meridional ciudad de Pakistán contra la ex primera ministra Benazir Bhutto, considerado el más terrible en la historia política del país, se desataron acusaciones cruzadas.
Al menos 140 personas murieron y más de 500 resultaron heridas en el doble ataque con bomba perpetrado en torno a la medianoche del jueves, y en el que Bhutto resultó ilesa.
Durante una conferencia de prensa en su residencia este viernes, la ex primera ministra atribuyó su casi milagroso escape al valor de los miembros del grupo de seguridad Jaanisar-e-Benazir (guardaespaldas dispuestos a morir por Benazir Bhutto), quienes, inmediatamente después de la primera explosión, rodearon el camión blindado en el que ella viajaba, desviando el ataque directo de un segundo terrorista.
Bhutto, tras ser destituida en dos ocasiones por una serie de acusaciones de corrupción, se exilió en 1998 para evitar una condena, y desde entonces dividió su tiempo entre Londres y Dubai, Emiratos Árabes Unidos. Decidió regresar a Pakistán luego de lograr un acuerdo con el presidente Pervez Musharraf para compartir el poder y anular los cargos en su contra.
"Esperábamos un ataque, pero no a tan gran escala", dijo a IPS tras la concurrida y caótica conferencia de prensa el senador Farhatullah Babar, portavoz del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), liderado por Bhutto. "No estábamos seguros hasta dónde debíamos exponerla, pero ante la gran multitud que llegó, su visibilidad al frente del camión, y no detrás del vidrio a prueba de balas o dentro del vehículo, era mínima para las personas", explicó.
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Sin embargo, aun sus simpatizantes creen que una mejor planificación habrían evitado el atentado, sobre todo considerando los riesgos que corría Bhutto al regresar. Musharraf, así como varios de sus aliados políticos, habían alertado a la ex primera ministra sobre la posibilidad de un ataque.
El empresario retirado Sadiq Khan sostuvo que el PPP debió haber organizado mejor el regreso de Bhutto. "Debieron haber asegurado que el camión estuviera justo al frente y liderara el camino, en lugar de que se moviera tan lento", sostuvo.
Los no simpatizantes de Bhutto fueron más rudos. "Es sólo un viaje por ego", sostuvo Hina Arif, una peluquera, que criticó a la ex primera ministra por no haber usado un helicóptero.
Babar explicó que se hizo inevitable la caravana por tierra, dado que miles de personas aguardaban con expectativa la llegada de su líder Karachi y la organización no quiso desilusionarlas.
Bhutto había minimizado las amenazas, señalando que "ningún verdadero musulmán" atentaría contra su vida, dado que a los islámicos se les está prohibido atacar a las mujeres y a las personas inocentes, así como los atentados suicidas.
El ataque desató una ola de acusaciones, contra acusaciones y teorías conspirativas. La propia Bhutto responsabilizó a los seguidores del general Ziaul Haq, el dictador que en 1979 derrocó y ordenó la ejecución de su padre, el entonces presidente Zulfiqar Ali Bhutto, dando inicio a un régimen militar sumamente represivo.
Los responsables son "parte de la minoría militar que no goza del apoyo del pueblo. Están diciendo (con este ataque) que no es seguro para las personas pacíficas reunirse. Sólo es seguro para los combatientes, porque las personas pacíficas no pueden atacarlos", dijo Bhutto en la conferencia de prensa.
La ex primera ministra además sugirió un posible vinculación de las agencias de inteligencia pakistaníes, y aseguró tener tres nombres, pero se negó a divulgarlos. Bhutto dijo que los nombres los incluyó en una carta dirigida a Musharraf a inicios de esta semana.
"Yo dije que si algo me pasaba a mí, los haría responsables a ellos, y no a los grupos combatientes como el (movimiento islamista afgano) Talibán, (la red terrorista) Al Qaeda o el Talibán pakistaní", indicó.
Significativamente, su partido exigió la remoción del jefe del Buró de Inteligencia, Ijaz Shah. Las agencias de inteligencia pakistaníes han sido siempre vinculadas popularmente con los grupos fundamentalistas islámicos.
Observadores políticos señalaron que los que más pierden por el regreso de Bhutto son los grupos radicales Liga Musulmana Pakistaní y Movimiento Muttahida Qaumi.
Sin embargo, los más altos líderes de ambos partidos llamaron telefónicamente a la ex primera ministra para expresarle su solidaridad.
Musharraf obtiene importantes ganancias con la presencia de Bhutto, ya que el acuerdo que permitió el regreso a Pakistán de la ex primera ministra facilitado por Washington— le dejará a él permanecer activo en la política por un tiempo.
Por eso no sorprende que el mandatario fuera uno de los primeros en llamarla y expresarle sus condolencias. Al igual que la líder del PPP, el jefe de Estado calificó el doble atentado terrorista de "conspiración contra la democracia".
Grupos militantes islámicos que operan en las áreas tribales pakistaníes, frecuente objeto de ataques de Estados Unidos en la frontera con Afganistán, están molestos por el respaldo que obtuvo Bhutto de Washington, sobre todo luego de que ella declaró que colaboraría con las investigaciones en busca del paradero del líder de Al Qaeda, Osama bin Laden.
Además, Bhutto apoyó la redada militar ordenada por Musharraf contra la Lal Masjid (Mezquita Roja) en julio en Islamabad, ocupada por partidarios de Al Qaeda y del Talibán. Más de 100 personas murieron como consecuencia de ese operativo.