Líderes aborígenes realizan en Bolivia un congreso mundial para definir una estrategia que obligue a los gobiernos a adoptar como política de Estado la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, aprobada el 13 de septiembre por la Asamblea General de la ONU.
Ese texto, obtenido tras una lucha de 20 años, reconoce el derecho de los 270 millones de indígenas del mundo a la autodeterminación y el control de sus tierras y recursos.
Sin embargo, al ser sólo una declaración, carece de la fuerza legal que acompaña a las convenciones de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) que son de cumplimiento obligatorio en el marco del derecho internacional. Este es el objetivo que se plantean alcanzar ahora los líderes de los pueblos originarios.
Representantes de varios países iniciaron el miércoles un encuentro de tres días, que cuenta con la presencia de la guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz en 1992.
El congreso, dijo Menchú, es un respaldo al trabajo del presidente indígena de Bolivia, el izquierdista Evo Morales, quien impulsa una Asamblea Constituyente en la cual se desea obtener el reconocimiento de los valores culturales, costumbres, derecho a la tierra y autodeterminación de los aborígenes.
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Las ciudades de La Paz y Tiahuanacu, en la zona andina, y Chimoré, en la región central del país, fueron elegidas para el encuentro de culturas al que asisten representantes de los aymaras, quechuas y etnias de zonas tropicales de América, a los cuales se agregan delegados de otras naciones con población indígena.
Sesenta por ciento de los 9,6 millones de habitantes de este país pertenecen a alguna de las 36 etnias de Bolivia, que es el centro de un encendido debate sobre la demanda de los pueblos originarios por obtener gobiernos propios, territorio y autonomía.
La declaración de la ONU representa un respaldo fundamental a los planes del presidente Morales para restituir derechos que les fueron negados a los grupos originarios desde la creación de la república en 1825.
Es por esto que Morales puede convertirse en el líder de un gran movimiento mundial para lograr la aplicación efectiva de los principios señalados en la declaración, dijo Menchú a IPS.
"Es un comienzo extraordinario, pero ahora debemos continuar con la lucha por la convención internacional de los derechos de los pueblos indígenas", expresó.
Menchú pronunció un discurso en el que elogió el proceso boliviano y destacó la presencia de Morales como el único presidente indígena en ejercicio. También le encomendó la defensa de la dignidad de los grupos originarios.
Asimismo, expresó que su presencia en Bolivia es un gesto de respaldo a la candidatura de Morales al premio Nobel de la Paz y declaró su deseo de que el líder boliviano sea el segundo indígena que obtenga esa distinción.
El presidente boliviano asignó a los pueblos aborígenes la tarea de dirigir una nueva lucha por la defensa del ambiente y criticó enérgicamente a las naciones ricas, a las que responsabiliza por el calentamiento global.
"Si no cambiamos el capitalismo estamos condenados a acabar con el planeta. Debemos cambiar y velar por nuevas formas de vida", afirmó.
Morales dijo que para "salvar a la humanidad" hay que luchar contra el imperialismo dominante, preservar el agua, la energía, la tierra y los recursos naturales en manos de los Estados y evitar que se conviertan en un negocio privado.
Los indígenas de Estados Unidos, que representan 2,5 por ciento de la población de ese país, tienen la esperanza de incorporar sus derechos en la legislación, pero para ello aguardarán la llegada de un nuevo gobierno —habrá elecciones presidenciales en 2008— y emplearán su habilidad e influencias, dijo a IPS la presidenta de la organización Americans for Indian Opportunity, LaDonna Harris.
Australia, Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda se negaron a firmar la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, pero Harris, quien pertenece a la tribu comanche, aún considera viable una lucha por preservar la identidad y la cultura de las 550 tribus asentadas en territorio estadounidense.
Nieves Mamani, una mujer aymara que vive en la zona andina de Pacajes, una provincia del departamento de La Paz, dijo que espera un reconocimiento de la Asamblea Constituyente boliviana de la declaración de la ONU, pero su mayor aspiración es la revalorización de la población femenina.
"En las zonas rurales (la mujer) es sufrida y relegada. Las mujeres deben emprender un nuevo camino y marchar adelante", dijo a IPS en lengua aymara.
En Guatemala, la situación de los pueblos indígenas está condicionada al poder de los empresarios que explotan yacimientos mineros y las riquezas naturales a costa de la pobreza de la gente, explicó a IPS la representante de la Organización Ceiba, Candelaria Hernández.
La declaración de las Naciones Unidas debe traducirse en mejores condiciones de vida para la gente, señaló a IPS el presidente de la Confederación Indígena del Chimborazo de Ecuador, Delfín Tenesaca. Se debe romper con los esquemas de explotación irracional de los recursos naturales, acabar con la injusticia y la corrupción y permitir la creación de un estado plurinacional, agregó.
Una economía solidaria que respete las capacidades y la autonomía de los pueblos, sin hambre y sin violencia, es la garantía de mejores días, dijo Tenesaca.
La declaración de la ONU, que contempla el reconocimiento a las autonomías indígenas, la autodeterminación de los pueblos y el uso de los recursos naturales para su beneficio, abre en México las puertas a una discusión y la posibilidad de incorporar los derechos en la legislación estatal, comentó a IPS el representante del Centro de Estudios para el Desarrollo Educativo de Oaxaca, Franco Hernández.