El centroizquierdista Partido del Congreso de India dejó en suspenso la negociación por el polémico acuerdo de cooperación nuclear con Estados Unidos, por dudas dentro de sus filas y las de la coalición de gobierno que encabeza, la Alianza Progresista Unida.
El actual impasse deja dudas sobre la viabilidad de la adopción del convenio, resistido a nivel nacional e internacional.
De completarse el acuerdo, India podría importar reactores y combustible nuclear, pese a que este país tiene armas atómicas y las probó sin haber firmado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP).
El TNP admite que sólo los cinco países que en el momento de su firma poseían armas nucleares desarrollen esos arsenales: China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia.
Se ignora cuándo se cerrará el paréntesis en el proceso de negociación, pero es probable que sea a fines de diciembre, y quizá hasta principios de 2008.
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Todo quedará un poco más claros después del 22 de este mes, fecha en que se reunirán tras una pausa en las negociaciones los 15 miembros del comité conjunto creado por la Alianza Progresista Unida y los partidos de izquierda que apoya en el parlamento al gobierno sin integrarlo.
El Partido Comunista se opone de plano al acuerdo, pero su respaldo es necesario para que sobreviva el gobierno.
Los partidos de izquierda señalaron que si no se suspenden las negociaciones con Estados Unidos retirarán su apoyo parlamentario, lo que podría precipitar elecciones legislativas antes de 2009, la fecha prevista.
Los rumores sobre la reanudación de la próxima ronda de negociaciones entre los dos países llegaron al cenit con la llegada a India de Moamed el-Baradei, director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), que, según esas versiones, participaría en el diálogo bilateral.
Baradei se reunió con varios políticos, pero no mencionó el acuerdo nuclear con Estados Unidos. Los motivos de su visita fueron, en parte, privados.
El funcionario internacional expresó en varias ocasiones su apoyo al tratado. Declaró que no había límite de tiempo para que India se acercara a la AIEA y que esperaría hasta que este país estuviera listo para negociar con la agencia.
Por su parte, el primer ministro indio, Manmohan Singh, declaró el viernes que espera terminar su mandato quinquenal sin elecciones anticipadas. Así, dio a entender que es más importante para él terminar indemne el periodo de gobierno que sellar el acuerdo nuclear.
"No somos un gobierno concentrado en un solo asunto. Hicimos cambios en varias áreas. Es verdad que si no se alcanza el acuerdo nos sentiremos desilusionados, pero no es el fin del mundo", declaró.
La presidenta del Partido del Congreso, Sonia Gandhi, coincidió con el primer ministro. El gobierno no quiere elecciones anticipadas, pero sí cumplir sus promesas, enfatizó.
Ésa es la primera declaración oficial explícita sobre la posibilidad de que la Alianza reconsidere el acuerdo, en el que Singh invirtió mucha energía.
"Es justo decir que fue la Alianza la que parpadeó primero, tras varios meses de disputas con los partidos de izquierda", señaló el analista político Kamal Mitra Chenoy, vinculado a la Universidad Jawaharlal Nehru, en Nueva Delhi.
"Hasta hace pocos días, parecía como si ambas partes fueran rumbo al choque con Sonia Gandhi y que el Partido del Congreso podría calificar a la izquierda de 'enemigos' de la paz y el desarrollo y declarar que el Partido del Congreso estaba preparado para afrontar el desafío de elecciones en la mitad del periodo", añadió.
El Partido del Congreso dejó de considerar la posibilidad de elecciones anticipadas cuando advirtió que la amenaza de la izquierda de retirar su apoyo era real y ante la resistencia de sus propios aliados a hacer frente a esa posibilidad, cuyo resultado, además, es incierto.
Algunos de sus aliados regionales expresaron abiertamente su oposición el martes, en la última reunión del comité formado por representantes de la Alianza y los partidos de izquierda.
"Es claro que el debate político sobre el acuerdo nuclear pasó de los méritos y los deméritos a las implicaciones prácticas de conseguir su aprobación mediante presiones, dada la oposición interna", sostuvo Chenoy.
"La mayoría de los líderes de la Alianza no quieren que una campaña electoral se refiera a un asunto complejo de política exterior como el tratado, y además con Estados Unidos, que no es precisamente una potencia popular en India", añadió.
A numerosos dirigentes de la Alianza, en especial de los partidos pequeños, los fastidia la posibilidad de arriesgar su futuro político por el polémico acuerdo nuclear. Las últimas encuestas revelaron que el tratado no es prioritario para la mayoría de la población.
La izquierda critica el acuerdo por "motivos de principios". De aprobarse, alegan, el convenio colocaría a India bajo la órbita estratégica de Estados Unidos y socavaría su autonomía nuclear, además de impulsar la generación de energía mediante costosos reactores importados.
La oposición de la izquierda al tratado se mantuvo fuerte pese a los esfuerzos desesperados del ministro de Relaciones Exteriores, Pranab Mukherjee, el fin de semana pasado.
Mukherjee ofreció contemplar conversaciones para promover el éxito del acuerdo, con la mediación de Jyoti Basu, líder del Partido Comunista de India (marxista) y ex ministro jefe de Bengala Occidental.
También, la oposición de la izquierda confrontó a la Alianza con una opción dura: aprobar el tratado y arriesgarse a perder poder, o dejarlo en suspenso al menos por un tiempo con la esperanza de posibilitar una reconciliación con quienes lo critican.
La primera implicaría perder tanto el gobierno como el acuerdo, lo que sería un alto costo político, sostuvieron algunos dirigentes de la Alianza, como el ministro de Agricultura, Sharad Pawar, del Partido del Congreso.
Desde el exterior, la negociación debe superar tres obstáculos. Primero, un acuerdo con la AIEA sobre un régimen de inspecciones especiales para India. Segundo, que el Grupo de Proveedores Nucleares, de 45 naciones, exonere a India las condiciones que impone a otros países que quieren comprarles insumos. Y, tercero, la ratificación por parte del Congreso legislativo de Estados Unidos.
"Los primeros dos obstáculos podrían ser difíciles de superar si algún miembro de la AIEA o el Grupo de Proveedores Nucleares formula preguntas incómodas sobre la lógica de hacer una excepción especial para India en el orden mundial de no proliferación", dijo M.V. Ramana, analista independiente de asuntos nucleares del Centro para los Estudios Interdisciplinarios en Ambiente y Desarrollo, con sede en Bangalore.
"Hay señales de que Irlanda, Nueva Zelanda y los países nórdicos están preparándose para hacer eso", destacó Ramana. "Otros, como Alemania, Holanda y Japón, podrían unírseles. Y luego está China, disconforme con el acuerdo, que no quiere mostrarse como única opositora."
Si la comunidad internacional tiene la impresión de que el tratado no goza de amplio apoyo dentro de India, e incluso puede causar la caída del gobierno de Manmohan Singh, es probable que las críticas se vuelvan más explícitas y el proceso se demore.
"Es allí donde el horizonte del tiempo se vuelve crucialmente importante. En el análisis final, el tratado debe quedar pronto para que lo apruebe el Congreso legislativo de Estados Unidos" antes que el presidente George W. Bush termine su mandato, opinó Ramana.
"Nadie más puede reunir la voluntad y el capital políticos necesarios para pilotear el tratado a través del Congreso, muchos de cuyos miembros, especialmente los demócratas, tienen reservas", añadió.
Entonces, tal vez la Alianza sólo tenga tiempo hasta la próxima primavera boreal para lograr que el acuerdo se apruebe en la AIEA y el Grupo de Proveedores Nucleares. La duración de la pausa actual será muy importante. En todo caso, la puja promete ser muy reñida.