En las elecciones generales anticipadas de este domingo, los polacos decidirán si avalan o reprueban a la Cuarta República de Polonia, el gobierno que conduce el primer ministro Jaroslaw Kaczynski.
Estos comicios, los más importantes en Polonia desde los que rubricaron en 1989 el fin régimen comunista, pueden terminar con el gobierno nacionalista y conservador encabezado por el Partido Ley y Justicia (PiS), que integran los gemelos Kaczynski: el presidente Lech y el primer ministro Jaroslaw.
El parlamento fue disuelto el 7 de septiembre, con el apoyo de todos los partidos y de gran parte de la población por conflictos irreconciliables dentro de la coalición de gobierno, conformada por el mayoritario PiS y las minoritarias Autodefensa (SD) y Liga de Familias Polacas (LPF).
Jaroslaw Kaczynski, promotor del proteccionismo económico, anunció el 13 de agosto el fin de la coalición con fuerzas de la extrema derecha y populistas.
Tomó la decisión luego de que el populista líder del SD, Andrzej Lepper, fuera destituido como viceprimer ministro y ministro de Agricultura el 9 de julio, bajo sospechas de corrupción.
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Además, los críticos responsabilizan a la canciller, Anna Fotyaga, de una política exterior que deterioró el vínculo con la Unión Europea (UE) por sus desacuerdos acerca de la ley fundamental del bloque, y sus declaraciones contra el aborto y el homosexualismo y a favor de la pena de muerte.
Las últimas encuestas sitúan a la centroderechista y liberal Plataforma Ciudadana (PO) a la cabeza, con 39 por ciento de las intenciones de voto de los entrevistados, seguida del PiS, con 34 por ciento, y, con 15 por ciento, los socialdemócratas de Izquierda y Demócratas (LiD), creado por el ex presidente Aleksander Kwasniewski (1995-2005).
El PiS ganó en 2005 los comicios anteriores, con la promesa de terminar con la corrupción y la delincuencia en el país, al tiempo que responsabilizaba a la izquierda y a las elites liberales por la decadencia de la Tercera República de Polonia, creada tras el fin del régimen comunista.
El proyecto de Cuarta República de Polonia, impulsado por Jaroslaw Kaczynski, se propuso poner fin a la supuesta mala gestión del país y llevar transparencia a la gestión pública mediante la purga de comunistas y figuras corruptas.
"La cuestión principal es precisamente el apoyo, o no, a la Cuarta República de Polonia", dijo a IPS Bartosz Weglarczyk, periodista del diario polaco Gazeta Wyborcza. "Básicamente es un referendo."
Numerosos analistas consideran que el escándalo político en torno a Lepper fue una jugada política del primer ministro para a ganarse a los diputados y a los votantes de sus aliados menores.
En parte, la jugada le salió mal a los hermanos Kaczynski porque tuvieron que hacer frente a elecciones anticipadas. LPF y SD tienen pocas posibilidades de llegar al parlamento.
Al igual que en 2005, la cuestión de la corrupción es omnipresente. El primer ministro advierte del peligro de volver a prácticas pasadas, en tanto la oposición los acusa de utilizar la lucha contra el flagelo con fines políticos.
Los políticos de oposición, junto con gran parte de la prensa, acusan al gobierno de Jaroslow Kaczynski de seleccionar las víctimas de su programa de lucha contra la corrupción, plagado de acciones espectaculares más que de actuaciones concretas o dictámenes judiciales.
Políticos de PiS son acusados de abusar de su poder en los medios de comunicación estatales y en agencias de inteligencia y de seguridad, con meros fines electorales.
El líder de la centroderechista y liberal Plataforma Ciudadana (PO), Donald Tusk, seguro de su triunfo electoral, prometió crear comisiones para investigar las medidas del actual gobierno.
La recurrencia de la temática de corrupción sólo prueba que el PiS da el tono a la campaña. "Están haciendo el trabajo más profesional desde 1989", señaló el periodista Weglarczyk. "Hacen lo que quieren y fijan los temas de discusión."
Expertos describen a los votantes liberales como jóvenes citadinos con educación terciaria, en contraste con los del PiS, pobres, sin educación y descontentos con los resultados de la transición del régimen comunista al capitalista y su tendencia al autoritarismo.
La oposición califica al actual gobierno como el peor de la era poscomunista de Polonia, a pesar de que el país experimentó un crecimiento económico de 6,5 por ciento y cayó el desempleo.
Aunque numerosos analistas atribuyen el buen estado de los indicadores al ingreso de Polonia a la UE en 2004.
La oposición liberal se pronunció a favor de un impuesto uniforme que rebajaría los aportes personales y corporativos en 15 por ciento.
Por su parte, el gobierno también se inclina por rebajar impuestos, pero no está dispuesto a frenar el gasto social. Mientras, la izquierda se opone a disminuir las cargas impositivas.
A pesar de la estrecha ventaja de los liberales, las encuestas indican que probablemente ningún partido pueda gobernar solo, por lo que las fuerzas políticas mayores tendrán que entablar acuerdos con las menores.
El pequeño y neutral Partido de Campesinos Polacos (PSL) expresó su voluntad de aliarse tanto con la izquierda como con la derecha, en caso de lograr representación parlamentaria.
Si no basta con el apoyo del PSL, el PO y el PiS podrían formar una coalición entre sí, pero la actitud de intimidar rivales de éste último no invita precisamente a los otros partidos a unirse con los hombres de Kaczynski.
La segunda opción para los liberales es aliarse con la izquierdista LiD, aunque esta posibilidad no atrae a los políticos neoliberales y ni a los antisocialistas del partido.
Los políticos del LiD encabezaron el gobierno entre 2001 y 2005, pero se vieron desprestigiados por escándalos de corrupción. Sus votantes lo siguen percibiendo como un proyecto desorientado, pese a su renovación.
Pero la agrupación liderada por el ex presidente Aleksander Kwasniewski, que reapareció por sorpresa preocupado por la democracia polaca, recibió un amplio respaldo.
El resultado de este domingo puede quedar definido por los indecisos o por los que no fueron detectados en los sondeos entre los que hay simpatizantes de izquierda y de derecha.
El PiS, además, puede contar con la disciplina de sus votantes, no así los liberales, entre quienes aumenta la abstención, y con el apoyo de la ultracatólica e influyente Radio Maryja.
***** +Por la vereda del escándalo (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=86090)