El anuncio del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, de un endurecimiento de su política hacia Cuba y la fuerte reacción oficial de La Habana definen las posturas extremas de un conflicto que preludia mayores tensiones en los próximos meses.
"Obviamente, la intransigencia no ayuda al diálogo", comentó a IPS un diplomático acreditado en La Habana, que no quiso identificarse, partidario de posiciones que estimulen en vez de cerrar las posibilidades de cambios en la sociedad cubana.
La fuente consideró totalmente "previsible" la rápida respuesta cubana al discurso de Bush, quien afirmó que su gobierno mantendrá el embargo comercial contra este país caribeño hasta que "adopte, tanto de palabra como en los hechos, las libertades fundamentales".
Unas tres horas después del discurso de Bush en Washington, el canciller cubano Felipe Pérez Roque replicó en La Habana que el jefe de la Casa Blanca, en un "lenguaje amenazante y altanero", promueve la subversión interna y busca "el cambio de régimen en Cuba, incluso por la fuerza".
"Debemos advertir que un escenario como ese no sólo significaría la ruptura de la estabilidad de Cuba, sino también de la estabilidad de Estados Unidos, y pondría en peligro también al pueblo norteamericano, cuyos hijos serían enviados a matar y a morir en una guerra en Cuba", sentenció Pérez Roque.
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El canciller añadió que Washington encontraría en esta isla a "millones de combatientes, armados y entrenados, y a un pueblo preparado y fogueado, después de casi medio siglo de revolución victoriosa, en defender sus conquistas y su derecho a la libertad y a la independencia".
Cuba basa sus concepciones de defensa en lo que llama "guerra de todo el pueblo", diseñada en un período igualmente tenso de las relaciones con Estados Unidos, bajo el gobierno del también republicano Ronald Reagan (1981-1989), fallecido en junio de 2004.
Esa doctrina militar, que autoridades cubanas consideran perfeccionada con los años, descansa como fuerza decisiva en las tropas terrestres y toma experiencias de lucha guerrillera y convencional propias, aplicadas en África fundamentalmente, como de otros países.
Se calcula que más de 300.000 "combatientes internacionalistas" cubanos participaron de la guerra de Angola por su independencia de Portugal en 1975, conteniendo la invasión militar sudafricana, y luego sostuvieron el gobierno del Movimiento Popular de Liberación, enfrentado a una guerra civil por más de dos décadas.
Debido a la enfermedad que mantiene al presidente Fidel Castro alejado del poder desde el 31 de julio de 2006, las autoridades elevaron la capacidad y disposición combativa de las tropas, según dijo su hermano menor, Raúl Castro, en su primeras declaraciones como mandatario interino.
"No podíamos descartar el peligro de que alguien se volviera loco, o más loco todavía, dentro del gobierno norteamericano (estadounidense)", dijo Raúl Castro, ministro de las Fuerzas Armadas y primer vicepresidente del Consejo de Estado, en entrevista publicada poco más de 15 días después de anunciarse el retiro provisional del mandatario.
Aunque sin mencionar nombres, Bush dejó en claro que Washington no reconoce ni reconocerá a un gobierno sucesor de Fidel Castro encabezado por Raúl. "Las condiciones de vida de los cubanos no mejorarán bajo el actual sistema de gobierno. Ni tampoco mejorarán cambiando a un dictador por otro", señaló.
El jefe de la Casa Blanca añadió que su país "no insuflará oxígeno a un régimen criminal que explota a su propio pueblo. No vamos a apoyar el viejo régimen con nuevas caras, el viejo sistema mantenido con nuevas cadenas. La palabra clave en nuestros tratos en el futuro con Cuba no será estabilidad. La palabra clave es libertad".
De manera poco usual, el diario oficial Granma no se limitó a una reseña breve y versionada del discurso de Bush, sino que dedicó una página completa a sus "partes esenciales", seguidas de la declaración de Pérez Roque. En primera plana, el periódico insertó un texto y fotos de Raúl Castro sobre el recibimiento del rey de Lesotho, Letsie III.
Del lado opositor, hubo quien sintió cierta decepción por las palabras del presidente estadounidense. "Me temo que este discurso pueda servir en algunos aspectos a los sectores que aquí están poniendo obstáculos a la política de cambio", dijo a IPS el economista disidente Oscar Espinoza Chepe, para quien el embargo ha sido un "fracaso".
"No es una política que, en general, pueda alentar ese proceso que pudiera o no fructificar, pero está dentro de las posibilidades", añadió Espinoza Chepe, uno de los opositores invitados el miércoles a la oficina de la Sección de Intereses de Estados Unidos (SINA) en La Habana para escuchar en directo a Bush.
Manuel Cuesta Morúa, del sector moderado de la disidencia cubana y crítico de las políticas de "confrontación", dijo a IPS que el mandatario de Estados Unidos "está en posición clara de malograr la posibilidad de que Cuba evolucione hacia un proceso de transición desde sí misma".
"Como siempre, Estados Unidos es el principal obstáculo externo para el cambio en Cuba", señaló el opositor, uno de los ausentes del convite en la SINA, al igual que Eloy Gutiérrez Menoyo, quien en una declaración distribuida a la prensa internacional afirmó que Washington no tiene derecho alguno a "inmiscuirse en los asuntos de Cuba".
"En nombre de la oposición independiente de la isla, rechazo las declaraciones del presidente Bush y reitero la fe inquebrantable de los cubanos por ser arquitectos de su destino", indicó Gutiérrez Menoyo, de la organización Cambio Cubano que fundó durante su exilio en Estados Unidos.
En tanto, el gobierno cubano continúa su campaña contra el bloqueo.
De modo simultáneo, una manifestación popular fue organizada este jueves en la provincia de Matanzas, al este de La Habana, y una moción de resolución de condena al embargo circula en la Organización de las Naciones Unidas para ser votada el próximo martes.