AMBIENTE-EGIPTO: Ladrillos de conciencia ecológica

La contaminación aérea en la capital egipcia llega a tal punto que para cada uno de sus 18 millones de habitantes es como si fumara 20 cigarrillos por día. Pero un cambio en el proceso de fabricación de ladrillos redujo sustancialmente las emisiones de gases invernadero.

Producción más limpia, mejores ladrillos. Crédito: Idea Egypt
Producción más limpia, mejores ladrillos. Crédito: Idea Egypt

La Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que cada residente de El Cairo está expuesto a más de 20 veces la cantidad aceptable de contaminación.

También un informe de 2002 del Banco Mundial calcula que la contaminación causa daños ambientales por valor de 2.420 millones de dólares anuales, alrededor de cinco por ciento del producto interno bruto de Egipto.

La culpable de este daño ambiental, en parte, es la industria. Los peores generadores de contaminación son las fábricas que para obtener energía queman mazot, como se le llama al aceite pesado que queda luego que combustibles más valiosos son extraídos del crudo.

Al quemarse, emiten cantidades sustanciales de gases de efecto invernadero, responsables del recalentamiento planetario.
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El Ministerio de Ambiente continúa prometiendo nuevas medidas para responsabilizar a los culpables de las industrias por la contaminación del aire, pero no logró hacerlas cumplir.

Sin embargo, hay señales de esperanza en otras partes. Un grupo de empresarios canadienses y fabricantes egipcios se pasan del combustible pesado al gas natural.

Estas fábricas habitualmente trabajan alineadas, lo cual lleva a una concentración de las emisiones, con severos efectos sobre el ambiente y la salud de las comunidades circundantes.

Cambiándose al gas natural, la experiencia reduce drásticamente la contaminación y las emisiones de carbono de las fábricas, con los beneficios que eso implica.

La conversión al gas natural fue iniciada por los propietarios de la fábrica egipcia. Ellos necesitaban asistencia técnica y financiera para concretar el cambio, y se acercaron al canadiense Richard Szudy, entonces líder de proyecto de la Climate Change Initiative (CCI, Iniciativa sobre el Cambio Climático), en busca de ayuda.

La CCI es un programa financiado internacionalmente que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en Egipto.

Su pedido les fue concedido el año pasado, cuando la gubernamental Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional financió un programa piloto para convertir 50 fábricas de ladrillos alimentadas con gas natural.

La industria de los ladrillos es una de las más antiguas del país. Desde la época de los faraones, los ladrillos, elaborados con barro, son el principal material de la construcción en Egipto, y su fabricación cambió muy poco en los últimos siglos.

La industria todavía usa una metodología en la que los barriles llenos de mazot son ubicados en la parte superior de hornos abrasadores, con una cañería que se extiende hasta un montón de ladrillos. El mazot sale del caño y luego se enciende, cocinando los ladrillos.

Introducir una nueva tecnología en estas condiciones era «riesgoso», dijo Szudy, ahora director de Idea Egypt, una firma con sede en El Cairo.

«Tuvimos que seleccionar una tecnología que fuera suficientemente robusta como para manejar esta actividad tan dura, y suficientemente simple para la capacidad rudimentaria de muchos de los trabajadores, buena parte de los cuales son analfabetos», señaló.

El área industrial de Arab Abu Sayed, a unos kilómetros del centro de El Cairo, tiene la mayor concentración de fábricas de ladrillos en Egipto: casi 200. El área también tiene una población de entre 80.000 y 100.000 personas, 45 por ciento de ellas niños.

El CCI analizó los efectos de la quema de mazot en esta región durante la fase piloto. Casi 60 productos químicos liberados por la quema fueron identificados en muestras de aire y suelo, muchos de ellos carcinógenos agresivos presentes en cantidades muy superiores a las permitidas a nivel nacional.

«Cada criatura viva en esta área está sufriendo», aseguró Hatem El-Bassyouni, gerente de proyecto de Idea Egypt.

Pese a estos aleccionadores hallazgos, los dueños de fábricas fueron más influidos por la eficiencia del gas natural y los resultantes ahorros en los costos del combustible, dijo Szudy.

«Ellos no están haciendo esto por el ambiente. Muy pocos en cualquier parte del mundo realmente harán inversiones financieras solamente por el ambiente», opinó.

La eficiencia permitió a los propietarios recuperar el costo de cambiarse al gas en el plazo de un año y continuar con un ahorro anual de unos 20.000 dólares. Además, el proceso del gas crea un ladrillo de una calidad muy superior a la del elaborado en base a la quema de mazot.

Dejando de lado las intenciones de los dueños, la calidad del aire en el entorno circundante también mejoró de modo sustancial. Se espera que cada conversión de una fábrica de ladrillos reduzca anualmente 37 por ciento —o 2.000 toneladas— los gases de efecto invernadero.

Tener 50 fábricas funcionando en base a gas supone un ahorro equivalente a sacar 300.000 automóviles de las calles de El Cairo, una ciudad con tres millones de estos vehículos.

El pasaje al gas también creó una diferencia visible. Previamente, las decenas de chimeneas en Arab Abu Said solamente podían verse a medio kilómetro del área, porque el aire estaba cargado de smog.

Con un cuarto de las fábricas funcionando a gas natural, ahora las chimeneas son visibles a varios kilómetros de distancia.

La historia del éxito del proyecto de conversión pronto se expandió, y otros dueños de fábricas pidieron ser incluidos. Lo que comenzó como un proyecto de desarrollo ahora evolucionó hasta convertirse en una empresa financiada con fondos privados y administrada por Idea Egypt con inversiones canadienses.

Actualmente hay 311 fábricas que se disponen a hacer la conversión, lo que reducirá las emisiones de carbono al equivalente de sacar casi 1,9 millones de automóviles de las calles de la capital egipcia.

Los funcionarios del proyecto también esperan que el emprendimiento sea aprobado como iniciativa del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL).

El MDL es uno de los varios procesos establecidos en el Protocolo de Kyoto, firmado en 1997, ante la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para ayudar a reducir los gases invernadero.

El mecanismo permite que las naciones industrializadas cumplan objetivos acordados para la reducción de gases de efecto invernadero invirtiendo en proyectos que reduzcan las emisiones en países en desarrollo.

La aprobación del MDL proporcionará a Idea Egypt Reducciones Certificadas de las Emisiones, que pueden ser comercializadas internacionalmente como créditos de carbono. Hasta la fecha, apenas cuatro proyectos en este país norafricano se las arreglaron para comenzar a vender créditos de carbono.

Según Szudy, los proyectos del MDL son muy riesgosos, y las ganancias pueden ser muy variables: Idea Egypt solamente espera ingresos procedentes de los créditos de carbono en el tercer año del proyecto.

Aunque el precio de los créditos de carbono varía día a día, las ganancias totales para Idea Egypt a partir del comercio de emisiones podrían llegar a 90 millones de dólares en la próxima década. Si los países no extienden sus obligaciones bajo el Protocolo de Kyoto luego de 2012, el proyecto podría generar solamente el valor de tres años de ventas de créditos de carbono.

El costo total del proyecto es de 46 millones de dólares, 30 millones de los cuales son proporcionados por inversores.

Sin embargo, alterar el rostro de la industria de los ladrillos se trata de algo más que transferencia de tecnología y reducción de gases de efecto invernadero.

«Habría sido una vergüenza si nos hubiéramos centrado solamente en los gases invernadero. Eso es valioso en todo el mundo, por supuesto, pero lo que queríamos saber era cuál iba a ser el impacto neto sobre la comunidad local», explicó Szudy.

Durante el proyecto piloto, Idea Egypt realizó entrevistas y talleres con trabajadores de las fábricas de ladrillos y recabó información extensiva sobre sus duras condiciones de vida y de trabajo.

Los trabajadores viven en el mismo lugar donde está instalada la fábrica. A veces son 12 en una vivienda de una sola habitación. «Ellos no tienen cobertura médica en absoluto, ni acceso a primeros auxilios, ni a educación, ni a agua saludable o saneamiento. Es una calidad de vida terrible», enfatizó El-Bassyouni.

Durante el proyecto piloto, Idea Egypt trabajó con una agencia egipcia para el desarrollo a fin de brindar clases de educación informal a adolescentes que trabajan en las fábricas.

Un autobús los recogía en las plantas para que pudieran asistir a clases durante su hora del almuerzo. «Fue una oportunidad para que ellos fueran niños y simplemente jugaran», dijo Szudy. A menudo, más de 80 niños asistían a clases en el edificio escolar de una sola habitación.

Más allá del proyecto piloto, Idea Egypt insistió en que los inversores financiaran clases de educación informal así como otros varios programas sociales para la próxima ola de conversiones de fábricas.

Durante una visita efectuada por IPS a Arab Abu Said, los residentes son rápidos en alabar el aire más limpio. Y durante una lección para los jóvenes trabajadores a la hora del almuerzo, se ven los efectos de este proyecto sobre sus vidas. A poco de llegar, los muchachos parecen haber redescubierto su infancia. Sus rostros cansados se transformaban mientras cantaban bulliciosamente y, de modo impulsivo, se abrazaban entre sí.

* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales).

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