AMBIENTE-BOLIVIA: El retorno del humo

Cada año, al llegar la primavera a Bolivia, los cielos se cubren de humo por la quema descontrolada de maleza en áreas en preparación para la siembra, mientras las campañas para evitar la consecuente contaminación se esfuman sin lograr siquiera parte de su cometido.

Una muestra de la ineficacia de las campañas fue que buena parte del cielo boliviano estaba cubierto de humo justo una semana después de que el presidente Evo Morales hizo, el 26 de septiembre en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, un enérgico llamado de atención a los países industrializados por su responsabilidad en la contaminación terrestre.

La ancestral costumbre de emplear el fuego para despejar de malezas y hierbas los campos con potencial agrícola en el valle y las extensas llanuras de este país sigue creciendo cada año.

El presidente Morales ha tomado la defensa del ambiente como bandera de política internacional y su posición izquierdista aparece contraria al abuso industrial de los países ricos, a los que culpa por el recalentamiento global.

La plataforma ideológica del mandatario, un ex cultivador de coca, se sustenta en la preservación del entorno natural de las culturas tradicionales, el cuidado del agua, el bosque y el espacio, para alcanzar una armonía entre el hombre y la naturaleza.

Pero hay factores que contribuyen al crecimiento de la quema descontrolada, que obliga muchas veces al cierre de los principales aeropuertos, aumenta el riesgo para las personas, crece el número de enfermedades como la conjuntivitis y afecciones del sistema respiratorio, y destruye plantas y animales silvestres.

"Las normas no se cumplen porque la gente desconoce su contenido y no sabe por qué está prohibido quemar", indicó a IPS el coordinador nacional de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema), el biólogo Marco Ribera.

En la última semana de septiembre y los primeros días de octubre los satélites reportaron la existencia de 447 puntos de incendio en territorio boliviano, siete veces más que el año pasado.

Las lluvias, que en esta época del año son escasas, igual contribuyeron a apagar los incendios que amenazaban a zonas pobladas y pozos petroleros, mientras los cuerpos de emergencia se mostraban débiles frente a la magnitud del fuego que afectó a siete de los nueve departamentos en que se divide el país.

Para Hubert Gallardo, quien trabaja en el tema de los incendios desde hace 12 años como experto del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), la historia del humo y sus consecuencias se repite cada año y lo único que cambian son los datos.

"Estamos a las puertas de un desastre cuando se presenta un cuadro climático de baja humedad, altas temperaturas y pocas lluvias, explicó este meteorólogo a IPS.

Con la misma urgencia, Ribera sugiere al gobierno la elaboración de políticas orientadoras y, en lugar de crear normas, trabajar con los pueblos indígenas para elaborar una "norma comunitaria".

Propone una forma equilibrada de administrar el uso del fuego para la deforestación de áreas destinadas a los cultivos de subsistencia familiar y evitar así la expansión de las llamas a los bosques que se quiere preservar.

Una combinación de técnicas permite abrir campos para la agricultura con sistemas agroforestales que conservan los árboles de los cuales se obtienen otros productos, pero se aplica una pausa en la quema para evitar que se repita la destrucción cada año, explicó.

"El gran desafío es señalar el margen y límite del manejo del fuego", indicó Ribera.

La Superintendencia Forestal informó que sólo 13 por ciento de las quemas fueron autorizadas, pero Ribera recuerda que muchas veces los agricultores no encuentran un beneficio en la petición de la licencia o, en muchos casos, su sitio de actividad económica está alejado a varios días de viaje de la oficina pública.

Gallardo encuentra, además, otras explicaciones a los incendios forestales y asegura que el crecimiento de la actividad agrícola, la emigración de las familias y la falta de preparación para estas contingencias están alentando al "chaqueo" (quema de arbustos) sin control.

La contaminación del aire alcanzó en la ciudad de Santa Cruz, al comenzar octubre, a 145 microgramos de humo por metro cúbico y llegó acompañada de una aguda sequía y el aumento de la temperatura al nivel histórico máximo de 40 grados.

En 1970 y en 1997, la temperatura alcanzó niveles máximos de 38 grados, pero la tendencia es ascendente, sostuvo Gallardo.

El especialista tiene, en esta época del año, la rutina de informar a los medios de información sobre el número de focos de incendio, reportar la expansión del humo a zonas densamente pobladas y advertir del riesgo a las operaciones aéreas, pero siente que cada año no hay resultados de las campañas de concienciación.

La búsqueda de confort de los habitantes de las ciudades y la destrucción de la naturaleza en las regiones tropicales aumentan la vulnerabilidad del ser humano, explicó..

Cita como ejemplo que en 1548, el espacio territorial que hoy cobija a La Paz, era un valle con un río cristalino, pero hoy está transformado en un conjunto de edificios hacinados donde las aguas se acumulan violentamente en la época de lluvias y desencadenan verdaderos turbiones que amenazan la vida de sus habitantes.

"Debemos aprender a vivir cuidando el medio ambiente para que no siga la depredación de la naturaleza", dice Gallardo, pero el biólogo Ribera advierte que la necesidad de cultivar alimentos con una mayor demanda en el mercado como el arroz, la yuca y la renovación de pastizales para el ganado, está imponiéndose en esta lucha desigual por la conservación del hábitat.

Gallardo recomienda a los gobiernos municipales y las prefecturas a tomar en serio el tema ambiental y adoptar programas con plazos de cinco y seis años para prevenir sequías, inundaciones, heladas, la quema de arbustos y otros factores que generan riesgos para la vida humana.

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