TAILANDIA: Las democracias no invitan a generales

Tras el golpe de Estado del 19 de septiembre de 2006, Tailandia quedó fuera de la Comunidad de Democracias, el foro de 126 gobiernos creado por la organización no gubernamental internacional Freedom House.

Los organizadores de la próxima conferencia de esta Comunidad, que se celebrará en noviembre en Bamako, no invitaron al gobierno militar tailandés.

La ausencia de Bangkok en la reunión de la Comunidad, que desde su creación en Polonia en 2000 integra a las democracias más antiguas y las más nuevas del mundo, constituye otra reafirmación, ante los ojos de la comunidad internacional, del carácter dictatorial del régimen.

La conferencia en la capital de Malí será la primera ocasión en que se niegue a Tailandia un lugar en este foro, luego de participar en las de Varsovia en 2000, Seúl en 2002 y Santiago en 2005.

La noticia surge cuando esta nación del sudeste asiático se prepara para celebrar el primer aniversario del golpe del 19 de septiembre pasado.
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En esa instancia, el ejército desplazó del poder al primer ministro Thaksin Shinawatra, consagrado en las urnas en dos ocasiones. Desde que Tailandia se convirtió en una monarquía constitucional, en 1932, las fuerzas armadas derrocaron al gobierno en 18 ocasiones.

El desplante también coincide con los intentos del gobierno de convencer al mundo de que el país debe ser considerado una "saludable" democracia.

Esta opinión fue transmitida por las autoridades a la Unión Europea, en respuesta a su pedido de enviar observadores a las elecciones previstas para antes de fin de año. Tailandia no los necesita, señaló el gobierno, porque no es un Estado "fallido" o en problemas.

Un tono similar fue utilizado poco después del golpe de 2006, cuando los críticos del exterior recibieron como respuesta que eran incapaces de comprender las características peculiares del "estilo tailandés" de democracia, en el que las intervenciones militares eran bienvenidas para destrabar situaciones de conflicto político.

Buena parte de la prensa local reflejó ese punto de vista y apuntó contra los gobiernos extranjeros que no aprobaron el golpe y contra los medios internacionales que cuestionaron el papel de los militares en política.

Entre los sospechosos, sin embargo, no figuraban ninguno de los 16 gobiernos que integran el Grupo de Convocatoria de la Comunidad de Democracias, a cargo de determinar los invitados a la reunión de Bamako, integrado, entre otros, por Cabo Verde, Corea del Sur, Chile, El Salvador, India, Italia, Malí, México, Mongolia, Polonia, Portugal, República Checa y Sudáfrica.

En la conferencia que se realizará del 14 al 17 de noviembre participarán 126 países como miembros plenos y 20 en calidad de observadores. Tailandia se encuentra junto a naciones como Bangladesh, Fiji, Qatar, Singapur, Venezuela y Túnez, "que participaron de la última reunión en Chile" pero no fueron invitadas este año, señaló Freedom House.

"La exclusión es consistente con la determinación de mantener fuera del grupo a los gobiernos que han fallado en mantener sus compromisos con la democracia y los derechos humanos", indicó la institución.

En la primera conferencia, en Varsovia, los miembros, Tailandia incluida, se comprometieron en una declaración a respetar "principios y prácticas democráticas básicas", como el derecho de los ciudadanos a elegir su gobierno en elecciones libres, la libertad de prensa, expresión y reunión y el rechazo al arresto arbitrario y la tortura.

La exclusión de Tailandia no sorprendió a los opositores locales, quienes se han rehusado a apoyar los intentos de los militares de moldear el destino político del país. Sostienen que poco se ha hecho para fortalecer la democracia, a pesar de las promesas en ese sentido de los líderes golpistas.

La junta militar tenía al ex primer ministro Thaksin en mente cuando habló de restaurar una cultura democrática. El jefe de gobierno había sido el blanco de manifestaciones callejeras que pedían su remoción. Se lo acusaba de corrupción, nepotismo y abuso de poder.

Thaksin, que ahora vive en el exilio, ganó dos elecciones consecutivas con una abrumadora mayoría. Tenía muchos partidarios en las zonas rurales a causa de varias iniciativas para favorecer a los pobres, entre ellas un plan universal de salud.

"Thaksin podría haber sido relevado a través de un mecanismo democrático", dijo a IPS el ex senador Jon Ungpakorn. "A un año del golpe, no tenemos más democracia en Tailandia."

"No hay mucha diferencia en la forma en que tratan a la gente, porque Thaksin y quienes ahora tienen el poder son lo mismo. El abuso sigue el mismo patrón", señaló Ungpakorn.

Worapol Promigabutr, profesor de sociología y antropología de la Universidad Thammasat de Bangkok, describió a Tailandia como una "semidemocracia. Este año que pasó ofreció a la gente una lección sobre la fortaleza de la ideología oligárquico burocrática de los militares".

Esta ideología ha estado en el centro de una red de personas poderosas que rigió el país sin interrupción desde 1932, dijo. "El golpe demostró que ni siquiera una Constitución muy democrática, como la de 1977, fue eficaz para prevenirlo", afirmó Promigabutr.

La junta y los políticos que la apoyan ven las cosas de manera diferente. No tienen intención de dejar de lado antes de las próximas elecciones ley marcial que rige en casi la mitad de las provincias del país, la mayoría de ellas en el norte y noreste del territorio, donde Thaksin es popular.

Esto quedó en evidencia a mediados de agosto, en el referéndum convocado para aprobar una nueva Constitución redactada por un comité designado por la Junta. Aunque el nuevo texto fue aprobado, un gran número de votantes en esas zonas eligieron la boleta del "no".

Los militares señalaron que invertirán más dinero en esas áreas para ganar el apoyo de sus habitantes. En su momento, como argumento para dar el golpe, se dijo que Thaksin hacía exactamente eso.

Según el diario local en idioma inglés The Nation, el ejército destinó 309 millones de dólares de su presupuesto a programas para erradicar la pobreza.

"La gente se preocupa primero de sí misma. La pobreza está en la raíz de todos los problemas. Cuando sea eliminada, la gente empezará a mirar más allá de sí misma. Si logramos hacerlo, podríamos ganar su apoyo", dijo, según The Nation, el jefe del estado mayor del ejército, general Montri Sangkhasap.

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