La negociación de un nuevo régimen de visas entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) abrió otra brecha entre los viejos miembros occidentales del bloque y los nuevos, los países otrora comunistas del este del continente.
Los ciudadanos de Eslovaquia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia y República Checa, todos miembros de la UE desde 2004, necesitan visa para ingresar a Estados Unidos, a diferencia de la mayoría de sus vecinos occidentales.
La polémica por las visas es uno de los pocos problemas que pueden ensombrecer las relaciones de Estados Unidos con esas naciones de Europa central y oriental.
El nuevo régimen estadounidense de visas responde a las estrictas medidas de seguridad dispuestas por el gobierno de George W. Bush en los últimos años, en especial a raíz de los atentados que el 11 de septiembre de 2001 acabaron con 3.000 vidas en Nueva York y Washington.
Sin embargo, hacía tiempo que Washington prometía incluir a los países del este de la UE en la lista de estados cuyos ciudadanos no necesitan ese trámite para ingresar en su territorio.
"Pero la oposición interna, entre otros por parte del Departamento (Ministerio) del Interior, señalaba la posibilidad de que terroristas obtengan pasaportes de 'países poco seguros' que integren el programa de exoneración" de visas, dijo a IPS Svetlozar Andreev, politólogo del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid.
Una serie de normas aprobadas por Washington en agosto prevé que esos países, considerados aliados por Estados Unidos, sean exonerados si el promedio de visas negadas el año anterior está por debajo del 10 por ciento de las solicitadas.
Pero las naciones occidentales de la UE mostraron malestar ante estas medidas.
Sus autoridades advirtieron que eso supondría nuevos obstáculos para los ciudadanos del bloque que viajen a Estados Unidos y facilitaría a las autoridades del país norteamericano información sobre los pasajeros antes de que ingresen a su territorio.
A la inversa, los nuevos miembros del bloque estarían satisfechos con participar del programa de exoneración de visas aun bajo esas condiciones, pero les preocupa no cumplir con el requisito de la proporción máxima de visas denegadas.
Las naciones de Europa occidental cuestionaron la necesidad de las normas de seguridad y reclaman que Estados Unidos levante el requisito del visado a todos sus miembros.
Pero las naciones del este del bloque dieron a conocer su voluntad de alcanzar acuerdos bilaterales, para escándalo de las autoridades de la UE en Bruselas.
La Comisión Europea, rama ejecutiva de la UE, pidió varias veces a Estados Unidos que trate al bloque como un todo y que amplíe el programa libre de visas a los 27 países que lo integran.
Funcionarios de la Comisión también tuvieron que advertir a los países que buscan acuerdos bilaterales que todo lo vinculado con las visas y las políticas de seguridad que implican compartir información confidencial están bajo jurisdicción de la UE.
El canciller checo Karel Schwarzenberg replicó que las naciones de Europa central y oriental "no quieren depender de las interminables negociaciones de la UE con Estados Unidos".
Ese argumento encuentra apoyo entre quienes creen que las naciones occidentales deben renunciar a algunos principios para ayudar a que los pobladores del este sean plenamente reconocidos como "ciudadanos del mundo occidental", señaló el diario eslovaco Sme.
"En el corto plazo, los viajeros de Europa occidental se sienten castigados por los nuevos procedimientos. Pero los del este podrían esperar un alivio sustancial de la difícil situación que afrontan al solicitar formalmente visas para Estados Unidos", señaló Andreev.
"Sin embargo, la tensión este-oeste podría resolverse bastante rápido. Es una cuestión técnica, más que política", añadió.
Pero aun si Europa encuentra un terreno común, en ciertos ámbitos de las naciones del este prevalece un sentimiento de desilusión.
Muchos pretenden que Estados Unidos facilite los contactos recíprocos en materia de educación, ciencias y negocios, ahora dificultados por largos procedimientos burocráticos.
La nueva legislación también decepcionó a funcionarios de Europa oriental que, si bien reconocen el derecho de Estados Unidos a controlar los ingresos a su territorio, esperaban ver recompensada su lealtad con la ideología transatlántica.
"Algunos de los aliados más cercanos de Washington siguen sometidos a barreras artificiales que no reflejan su profundo nivel de compromiso y participación en la mejora de la seguridad transatlántica y mundial", reza una declaración firmada por todas las naciones de Europa central y oriental, excepto Hungría, que aplaudió las normas como un avance.
La barrera que supone el porcentaje máximo de visas negadas planteará un grave problema a varios países de esa región, cuyas solicitudes rechazadas, si bien menguan, en su mayoría están por encima del límite fijado por Estados Unidos.
Polonia, uno de los aliados incondicionales de Estados Unidos, vio rechazadas 26 por ciento de las solicitudes de visa presentadas en 2006. Eslovaquia y Hungría están apenas por encima del 10 por ciento fijado. En tanto, Estonia y República Checa cumplen con el requisito por un estrecho margen.
Algunos funcionarios de los países involucrados temen que Washington, interesado en construir un sistema de defensa antimisiles en territorio polaco, demore el proceso hasta que Varsovia haga lo que él quiere.
Las naciones de Europa central y oriental están en campaña para reformar la ley mediante la Coalición por la Igualdad de Visas, encabezado por los checos.
La organización contrató a una empresa de lobby que se propone sensibilizar a representantes del Congreso legislativo de Estados Unidos.
Suele describirse el proceso de solicitud de visas a Estados Unidos como un proceso humillante que implica pagar 100 dólares, conseguir varios certificados de trabajo y de solvencia económica y largas colas antes de ingresar siquiera a la embajada del país norteamericano.
El trámite también es cuestionado por discrecional, por suponer gastos innecesarios para los solicitantes de visa y por terminar, muchas veces, con la denegación del permiso sin explicación alguna.
Es común que los empleados consulares sospechen que las personas que tramitan el documento con fines turísticos tratan de conseguir empleo en Estados Unidos.
Los ciudadanos estadounidenses gozan de condiciones mucho más favorables cuando viajan o se mudan a Europa.