EUROPA-ÁFRICA: La larga marcha hacia el diálogo igualitario

La ayuda al desarrollo y la explotación de las materias primas del continente que Europa colonizó por más de cinco siglos, tradicionales fórmulas de la relación con África, ya no son más válidas. La nueva perspectiva debe ser encauzada hacia políticas concretas y activas.

Esta es la principal conclusión del seminario "Agenda Estratégica UE/África", organizado por el Instituto de Estudios Estratégicos Internacionales (IEEI) de Lisboa para contribuir a la preparación de la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de los dos continentes del 8 y 9 de diciembre en Portugal, que ocupa la presidencia semestral del bloque europeo.

Fernando Jorge Cardoso, encargado de la coordinación del foro, explicó a IPS que la meta central fue "reunir institutos africanos y europeos, con el propósito de iniciar el trabajo para lanzar una red de estas organizaciones de los dos continentes que se dediquen a las cuestiones políticas de la agenda estratégica".

El objetivo es que los institutos "traigan al debate UE (Unión Europea)-África ideas de instituciones independientes que coloquen los problemas reales respecto de ambos continentes, es decir, sacar a África de la discusión habitual de ayuda al desarrollo y ponerla a analizar con Europa cuestiones importantes para ambos continentes", añadió.

La iniciativa de Portugal de priorizar África durante su presidencia del bloque, según dijo a IPS el director del Instituto de Estudios de Seguridad (IES) de la UE, Álvaro de Vasconcelos, "podrá hacer evolucionar la reflexión y la estrategia europea hacia un estadio más político".

Lo que Portugal propone y los demás países de la UE concuerdan es que en el futuro estas relaciones deben basarse "más bien en grandes cuestiones como la democracia, los derechos humanos, la seguridad, la prevención y solución de conflictos y la defensa del ambiente", añadió.

La estrategia de ayuda al desarrollo "ha sido el sello que marca la contribución al progreso africano, pero es insuficiente, porque los problemas son tales que dificultan los resultados en esos dominios", explicó.

El encuentro realizado el jueves, patrocinado por la Comisión Europea, rama ejecutiva de la UE, reunió a unos 200 participantes de instituciones y organizaciones de la sociedad civil africanas y europeas.

Participaron, entre otros, el secretario de Estado (vicecanciller) portugués, João Gomes Cravinho, el subsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Carlos Lopes, el director de la Unidad de Prospectiva y Coherencia Política de la UE, Françoise Moreau, el representante de la Unión Africana en la sede comunitaria de Bruselas, Mahamet Annadif, y Cardoso, director de proyectos del IEEI.

Durante la entrevista a IPS, Vasconcelos apuntó, "en una perspectiva más personal", que la presidencia portuguesa "podrá significar una contribución para la nueva relación con África, colocando a ese continente a nivel de un tema verdaderamente global".

"África no debe ser sólo vista, en la relación con Europa, como una suerte de competencia por sus materias primas, sus principales recursos, entre la UE, China, Estados Unidos, India, Rusia y Brasil, lo cual me parece una política del pasado, que huele algo a colonial", sentenció.

La política impulsada por Portugal para el bloque europeo de 27 países "significa envolver a esas naciones en una perspectiva de solución de los problemas africanos", acotó.

"Eso no es fácil, porque esos actores, en especial China con una política muy agresiva, pero también India, Brasil y Rusia tienen una visión de la relación multilateral totalmente diferente de la UE", explicó Vasconcelos.

En su óptica, esos países emergentes "ven el multilateralismo como forma de frenar a los más poderosos y no como manera de resolver los problemas".

"Portugal ya celebró una cumbre con Brasil y lo hará con India, China y Rusia para colocar el problema de África como verdaderamente global y después discutir con los propios gobiernos de ese continente la cuestión", detalló.

África "no puede ser vista en una perspectiva de culturalismo, que ellos son los infelices, los pobres que no son capaces de desarrollarse y que tienen una percepción diferente del tiempo, porque hoy en ese continente existen una serie de buenos ejemplos", expresó. El gran dilema "es saber cómo involucrar a China, India, Brasil y Rusia, los nuevos protagonistas en el escenario africano, en el multilateralismo y cuáles son los actores de ese continente que son capaces de ser eso mismo, actores", dijo Vasconcelos, citando "el buen ejemplo de la democracia en Sudáfrica".

Aunque sin mencionar al presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, el director del IES subrayó que una cuestión crucial "es saber con quién se relaciona la UE". "Hay que trabajar con todos en conjunto, pero sin convertirse en rehenes del conjunto y ser capaces de adoptar políticas diferenciadas con las naciones que pueden progresar de mejor manera", indicó.

Esta opinión de Vasconcelos no debe agradar a Annadif, según se desprende de sus propias palabras al intervenir en el foro, cuando subrayó que África debe ser mirada "como un todo" y que ese continente "aguarda con gran ansiedad la Cumbre de Lisboa, que ayudará a superar los obstáculos" para su desarrollo.

El gran escollo que deberá salvar la presidencia portuguesa de la EU, para llevar a buen puerto la cumbre, es la cuestionada presencia ya anunciada de Mugabe en Lisboa.

Algunos países de la UE, liderados por Gran Bretaña, han vetado la participación de Mugabe, acusado de violaciones de los derechos humanos, incluido el asesinato de opositores, corrupción, fraude electoral y de aplicar una reforma agraria revocando el reconocimiento de la propiedad de la tierra a los hacendados blancos que permanecieron en el país cuando Rhodesia se convirtió en Zimbabwe en 1980.

En diversas oportunidades, Londres ha manifestado su apoyo a Lisboa para el éxito de la cumbre, pero ha dejado claro que, si Mugabe participa, el primer ministro británico, Gordon Brown, no asistirá. Esta es una postura que cuenta con el apoyo explícito de Suecia y más discreto de Dinamarca y Holanda. Sobre este polémico aspecto, Cardoso dijo a IPS que, a diferencia del diálogo formal y diplomático, los institutos de ambos continente desean "intervenir en los debates en forma directa sobre algunos problemas concretos y polémicos, tales como la cuestión de Zimbabwe y la presencia de Mugabe en Lisboa, y si esto puede o no perjudicar la realización de la cumbre".

Entre los africanos presentes en el seminario, se destacó la participación de Carlos Lopes, el economista de Guinea-Bissau y alto funcionario de la ONU, que ha sido profesor de las universidades portuguesas de Lisboa y Coimbra, de las brasileñas de São Paulo y de Río de Janeiro, de Zurich y de la sueca Uppsala.

Con dos décadas de carrera en la ONU, Lopes alcanzó en 2005 su actual rango de subsecretario general del foro mundial, ocupando el cargo de director del Instituto de las Naciones Unidas para la Formación e Investigación, con sede en Ginebra.

Consultado sobre el estado actual de África y las perspectivas de la cumbre de Lisboa, Lopes dijo a IPS que "el desarrollo es una tarea a largo plazo, por lo cual las soluciones rápidas, intentando sortear las dificultades con la velocidad y copiando a los países más desarrollados, no funcionan".

"Por el contrario, las soluciones a problemas difíciles exigen paciencia y respeto por su complejidad", puntualizó.

Sobre la recurrida "tradición" africana como excusa para el atraso, el funcionario de ONU fue enfático: "el saber tradicional enfrentado a lo moderno es una aberración, porque sólo es posible valorizar lo tradicional insertado en un contexto moderno".

"Países con tradiciones arraigadas, como Japón, China y los escandinavos, no se consideran tradicionales", recordó.

También Lopes manifestó la necesidad de combatir la corrupción en muchos países africanos, repetidamente apuntada por la UE como una dificultad para la cooperación, con la fuerza de saber que es uno de los mayores enemigos del desarrollo.

Empero, recordó que "no existen corruptos sin corruptores y los grandes contratos internacionales muestran precisamente esto".

La democracia representativa como receta para que África acceda al progreso "puede y debe funcionar, porque no hay mejor sistema para permitir la expansión de la libertad, pero debemos tomar conciencia que ésta sólo se sustenta ampliando la clase media y tomando en cuenta los problemas de la distribución de la riqueza".

"En el fondo, la democracia es un sistema de regulación", precisó.

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