Organizaciones de la sociedad civil exigieron a firmas inversoras de Estados Unidos que retiren sus capitales de las grandes petroleras chinas, a las que acusan de complicidad en el genocidio en la occidental región sudanesa de Darfur.
"El pueblo estadounidense no quiere invertir en el genocidio", dijo Zahara Heckscher, directora de la campaña de "desinversión" (retiro de capitales invertidos) de la Coalición Salven a Darfur.
Miembros de esa red de organizaciones no gubernamentales anunciaron que la campaña apuntará contra cinco compañías de inversiones combinando publicidad negativa, protestas y presión contra los inversores.
Los activistas pretenden que las firmas estadounidenses Franklin Templeton Investments, JPMorgan Chase, Capital Group's American Funds, Fidelity Investments y Vanguard Group se saquen de encima las acciones de la Corporación Nacional de Petróleo de China y de su subsidiaria, PetroChina.
Esperan que, a su vez, los chinos respondan a esa presión usando su influencia sobre el gobierno de Sudán, pues son los mayores compradores de su petróleo.
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Además, aspiran a que las firmas financieras también retiren sus inversiones del país africano, de modo de aumentar el aislamiento económico de Jartum.
El proceso toma el ejemplo de otro movimiento de desinversión, el desarrollado por activistas europeos y estadounidenses en los años 70 y 80 para hacer frente al apartheid de Sudáfrica (sistema de discriminación racial en perjuicio de la mayoría negra que rigió en ese país hasta 1994).
Los activistas aseguran haber persuadido a 20 estados de Estados Unidos a adoptar políticas de desinversión para que multimillonarios fondos públicos de pensiones se despojen de acciones empañadas por su vínculo con Darfur.
También pusieron en práctica medidas similares más de 50 universidades públicas y privadas, informaron.
El petróleo concentra hasta 90 por ciento de los ingresos del sector exportador de Sudán. Los activistas dijeron que hasta 70 por ciento de estos réditos terminan en las arcas del ejército.
"El gobierno de Sudán es susceptible a la presión económica. Además, afrontó escasa presión económica a raíz de esta crisis humanitaria", expresó Adam Sterling, director del Grupo de Trabajo de Desinversiones de Sudán.
Las empresas estadounidenses tienen prohibido invertir directamente en Sudán en el marco de las sanciones económicas impuestas por Washington en 1997. Pero sí pueden invertir en empresas extranjeras que hagan negocios en Sudán.
Los activistas por los derechos de la población de Darfur estiman que medio millar de compañías extranjeras hacen negocios en Sudán.
Pero el Parlamento Europeo se pronunció en julio en favor de que las empresas del bloque retiren sus inversiones en el país africano.
Las compañías estadounidenses de fondos mutuos que fueron tomadas por blanco por la coalición desde el miércoles probablemente representen un total de 5.000 millones de dólares en acciones de PetroChina, dijo Sterling a IPS.
La petrolera china tiene una capitalización de mercado que supera los 230.000 millones de dólares.
Por su parte, las compañías de fondos mutuos consideraron un error apuntar contra ellas.
"Las condiciones de la población de Darfur son deplorables y nosotros apoyamos los esfuerzos por un cambio positivo allí", dijo la portavoz de Franklin Templeton, Lisa Gallegos, en un correo electrónico.
"Según nuestra experiencia en mercados emergentes, fomentar el desarrollo económico y empresarial a través de las inversiones en regiones problemáticas a menudo puede ayudar a lograr las reformas", aseguró.
La portavoz de Vanguard, Rebecca Cohen dijo que los clientes individuales e institucionales de la firma mantienen la capacidad de desvincularse de las inversiones que consideran éticamente ofensivas.
Tres fondos de Vanguard siguen colocados en PetroChina, la Corporación Nacional China del Petróleo o ambas, dijo Cohen a IPS.
La firma ofrece a los inversores socialmente responsables —los que imponen restricciones éticas, sin una mera búsqueda de ganancias máximas— un fondo mutuo constituido por valores emitidos por compañías que cumplen con una serie de criterios sociales y ambientales, dijo Cohen.
La portavoz de Fidelity, Anne Crowley, señaló que dos fondos mutuos que la empresa ofrece a los inversores estadounidenses representan un total de 65 millones de dólares en acciones de PetroChina, apenas una tajada de los 1,3 billones de dólares que Fidelity tiene en acciones bajo administración.
De hecho, la legalmente discreta Fidelity International, con sede en Bermuda, representa la mayor parte de los valores de PetroChina que los activistas le atribuyen a la filial estadounidense, sostuvo Crowley. Ambas firmas comparten un control minoritario.
Fidelity no tiene fondos de inversión socialmente responsable para sus clientes, pero ofrece opciones éticas de otras compañías de fondos mutuos, agregó Crowley.
Capital Group y JPMorgan Chase no estaban disponibles para formular comentarios cuando IPS les formuló la consulta.
Los problemas de Darfur, reino independiente anexado por Sudán en 1917, comenzaron en los años 70 como una disputa por las tierras de pastoreo entre nómadas árabes y agricultores indígenas negros, ambos musulmanes.
La crisis derivó en una guerra civil en febrero de 2003, cuando guerrilleros negros respondieron con violencia al hostigamiento de las milicias árabes Janjaweed ("hombres a caballo"), que se presume son apoyadas por Jartum.
Los Janjaweed y el régimen sudanés son acusados de implementar una campaña de limpieza étnica contra tres tribus negras que respaldan a los dos grupos guerrilleros.
Jartum admitió haber armado a algunas milicias para combatir a los rebeldes, pero negó cualquier vínculo con los Janjaweed, a los que califica como ilegales.
La ONU calcula unos 400.000 muertos y 2,5 millones de desplazados como resultado del conflicto, que también dejó a más de 3,5 millones de hombres, mujeres y niños luchando por sobrevivir en medio de la violencia y el hambre.
Armas rusas y chinas salieron a la superficie en los enfrentamientos, a pesar del embargo impuesto en este sentido por la ONU. Y, para complicar aún más las cosas, se cree que debajo de Darfur existen yacimientos minerales y petroleros.
El Congreso legislativo de Estados Unidos calificó la crisis humanitaria de genocidio. El Parlamento Europeo la describe como equivalente a genocidio.
Los países integrantes de la ONU condenaron las matanzas, violaciones y torturas como crímenes contra la humanidad, y remitieron a los acusados de perpetrarlas a la Corte Penal Internacional. Pero Sudán se negó a entregar a esos sospechosos para que fueran sometidos a juicio en el exterior.
Funcionarios sudaneses refutaron los alegatos de genocidio con el argumento de que Estados Unidos, que presentó un falso informe sobre armas de destrucción masiva en Iraq, pretende ahora hacer lo mismo con otro estado árabe poseedor de reservas de petróleo.
La ONU continúa formando una fuerza de mantenimiento de la paz para complementar al contingente de la Unión Africana, apostado en un territorio peligroso cuya superficie equivale a la de Francia.