América Latina puede convertirse en la primera región libre de bombas de racimo si prospera la iniciativa que delegados gubernamentales y de la sociedad civil reunidos en la capital costarricense discuten con miras al encuentro mundial de diciembre en Viena.
Una de las grandes metas de la conferencia de tres días, iniciada el lunes en San José, es que los gobiernos que acuden por vez primera a este diálogo hagan una declaración de apoyo al llamado Proceso de Oslo, lanzado en la capital noruega en febrero por 46 países con la intención de llegar a un nuevo tratado en 2008 de prohibición mundial de este tipo de armamento.
El primer paso regional en esta materia se dio a fines de mayo en Lima, donde se trabajó en busca de acuerdos en torno a un convenio global que además inhiba la producción, almacenamiento y transferencia de bombas de racimo, además de crear un marco de cooperación y asistencia para los supervivientes de estos artefactos.
Los países que se incorporan al diálogo en San José son Brasil, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Uruguay. El único país de la región ausente hasta ahora es Cuba.
Todas las miradas están puestas en Brasil para saber que posición tomará respecto de la declaración, pues se trata de un importante fabricante de este tipo de armas. La delegación ya adelantó que es partidaria de que este asunto se trate en el marco de la Convención sobre Ciertas Armas Convencionales (CCW, por sus siglas en inglés).
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El segundo objetivo de la reunión de Costa Rica es que los países de la región con stock de bombas de racimo hagan una declaración oficial sobra las medidas tomadas hasta el momento para eliminarlos. Ellos son Argentina, Brasil, Chile, Honduras y Perú.
El coordinador de la Coalición contra las Bombas de Racimo (CMC por sus siglas en inglés), Thomas Nash, recordó que América Latina es una de los pocos lugares en el mundo sin este tipo de armas, "y para mantenerlo hay que trabajar regional e internacionalmente".
La CMC está conformada por 200 organizaciones de 50 países, 10 de ellos de América Latina.
Steve Goose, director de la División de Armas de la organización no gubernamental Human Rights Watch, fue tajante al explicar que la reunión es "porque las bombas de racimo hieren y matan a civiles durante los ataques indiscriminadamente, y muchas veces después de los ataques, ya que muchas no explotan al momento".
Los fabricantes afirman que apenas uno por ciento de estas bombas no explotan durante los ataques, una cifra que otros elevan a cinco por ciento y hasta 30 por ciento de los casos.
Estos artefactos contenidos en obuses, bombas o cohetes de una imprecisión inaceptable pueden ser lanzados desde aviones, tierra o agua, para estallar y dispersar sobre superficies muy amplias las decenas o cientos de municiones.
Para Goose, "la naturaleza del arma es inaceptable desde el punto de vista humanitario. Las organizaciones no gubernamentales que conforman la CMC así lo han dicho y trabajan para convencer a los gobiernos de su eliminación".
Por vez primera, parece que los gobiernos no están haciendo oídos sordos a esta petición, como lo demuestra el hecho de que ya estén participando en el Proceso de Oslo más de 75 países, 50 por ciento de los cuales tienen almacenado munición de racimo y una cuarta parte son fabricantes.
El tratado será analizado en diciembre en Viena y en febrero en Wellington. Las discusiones finales tendrán lugar entre mayo y junio, y en diciembre del próximo año tendría lugar su firma en Oslo.
Este tratado será jurídicamente vinculante para que las bombas de racimo sean inaceptables, estigmatizando el arma y que así los gobiernos la veten. De todas maneras, el camino no será fácil, ya que los grandes productores lo quieren debilitar.
Luis Alberto Cordero, de la Fundación Arias para la paz y el progreso humano, organizadora de este foro, asevera que "Costa Rica ha hecho una propuesta inicial para el comercio de las armas convencionales" que 190 países de la Organización de las Naciones Unidas han apoyado. El paso final sería la creación un organismo legalmente vinculante para el comercio de las armas.
Para Cordero, "hay armas y armas, y las bombas de racimos son las más perversas, sin hablar de las nucleares". Se considera que este tipo de armamento es más perjudicial para la población civil que las denominadas minas antipersonal.
A pesar de que la guerra de Vietnam acabó hace más de 30 años, los efectos de las bombas de racimo todavía causan graves daños a la población civil de ese país.
La CMC asegura que 34 países aún siguen produciendo los explosivos, otros 25 los han usado en varios conflictos y 75 almacenan cantidades que representan una amenaza para la humanidad. Desde su creación se han contabilizado 13.306 muertes por esta causa, según la no gubernamental Handicap International.
La mayor amenaza se plantea para los civiles en el momento de la vuelta a casa tras las guerras, al evaluar los daños producidos en sus viviendas y cercanías.