Ocho jóvenes artistas cubanos comenzaron una caminata de casi 1.400 kilómetros a lo largo de la isla bajo el nombre de «Boceto para un Archipiélago», con la intención de descubrir la esencia de la identidad nacional y nuevos caminos para el arte contemporáneo.
La travesía representa "una postura contraria a la tendencia superficial en el arte cubano contemporáneo, por nuestro interés de tener un conocimiento mayor de lo que ocurre en el país", explicó a IPS Maykel Rodríguez, estudiante de último año de la Escuela de Artes Plásticas San Alejandro, en La Habana.
"La caminata en sí ya es una acción performática, pensada como obra, pues vamos de un faro a otro faro (del Roncalli, al extremo oeste de la isla, al Maisí, en el este)", señaló Rodríguez. "No hay forma de ir más allá", dijo.
Para Lázaro Navarrete, profesor de la citada academia de artes, en el arte de estos días en Cuba "hay un nivel de no comprometimiento, o de límite", que genera "falsedad, superficialidad" y cierto temor "de entregarse completamente".
Navarrete es el autor del Enterramiento de la Bandera, una obra que consiste en desmembrar la enseña nacional cubana en sus siete partes componentes y enterrarlas en diferentes puntos de la isla. "Es la idea del renacer de la cubanía, de la identidad, la unión a la tierra en tanto concepto trascendente", explicó.
Al concluir el periplo, el grupo espera montar una exposición en La Habana, en la que mostrarán un catálogo de toda la documentación elaborada en el itinerario, los resultados de las investigaciones de campo y las piezas realizadas, además de otras creadas sólo para la exhibición a partir de la experiencia vivida.
"La idea no es hacer piezas tradicionales (pinturas al óleo, murales, esculturas), sino intervenciones, haciendo marcas en el paisaje, trabajando con historias que encontremos, recopilando material (en video, fotografía y texto) para crear obras al regreso", comentó Navarrete.
Aunque unidos por un objetivo común, los artistas comprometidos en esta aventura manifiestan inquietudes muy diversas en cuanto a los temas de sus obras y sus búsquedas personales, marcadas de antemano por las eventualidades que los aguardan en el trayecto.
Elier Amado Palacio, de 26 años, está interesado en recoger expresiones del sentido de pertenencia y la idiosincrasia en las comunidades, al margen de los clichés, mediante retratos ejecutados sobre la tierra. Mientras, Roberto Martínez, de 28 años, desea colocar la presencia de las religiones afrocubanas como motivo principal de su trabajo.
Rodríguez y Guibert Rosales, otro estudiante de San Alejandro, emprenderán un estudio sobre las huellas de la cultura indígena en Cuba, que comprende la investigación en museos y centros especializados en historia, así como entrevistas a descendientes de los pueblos aborígenes, diezmados por la colonización española en el siglo XVI.
Esa pesquisa debe de concluir en Baracoa, más de 1.000 kilómetros al este de La Habana, donde subsisten familias con rasgos étnicos y costumbres heredadas del período anterior al arribo de Cristóbal Colón en 1492.
Otros ejes de atención serán las tradiciones orales, la religiosidad popular y el uso ritual de plantas autóctonas, además de la heterogeneidad sociocultural existente entre los núcleos urbanos y las zonas rurales, todos incorporados a los elementos detonantes de las obras de arte.
En Cuba, el espíritu abarcador de este "boceto" tiene como antecedente la faena realizada durante décadas por el intelectual Samuel Feijóo (1914-1992), considerado el más acucioso investigador del folclore nacional y autor de un centenar de libros, entre ellos Mitología Cubana, de 1986.
Para hacer menos arduo el esfuerzo tremendo de andar todo el país, el proyecto tiene el apoyo de la Escuela San Alejandro, la Asociación Hermanos Saíz, que agrupa a jóvenes creadores de la isla, el estatal Consejo de las Artes Plásticas, la no gubernamental Fundación Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, y la empresa de telefonía estatal Cubacel.
También cuentan con el auspicio de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y de la Comisión Nacional Cubana de esta agencia del foro mundial.
"Para nosotros no es importante que el acto de recorrer la isla se convierta en un suceso", afirmó Navarrete. "La idea es hacer una introspección, buscarnos nosotros mismos, salir de la vacuidad, de la trivialidad con que se vive", apuntó el artista de 33 años, que ha participado en una veintena de exposiciones.
Esa indagación interior trata de encontrar "una esencia que, aun cuando sea individual, creemos que es común para toda la isla", observó Rodríguez. "El proyecto busca una esencia más allá de un orden político, de una tendencia o de un sistema", dijo el joven, licenciado en bioquímica antes de dedicarse a las artes plásticas.
El propio sentido occidente-oriente representa un intento por desmarcarse de determinados hechos de la historia política nacional, en particular de las campañas por la independencia en el siglo XIX y la guerra de guerrillas que culminó con la revolución de 1959, que en ambos casos partieron de la región oriental.
"Queremos ser más cuidadosos al generar un criterio sobre lo cubano, ir contra el falso sentido de identidad, contra ciertos tópicos", declaró Navarrete. "Patria no es socialismo, no es un sistema político, sino el sentido de pertenencia a un pedazo de tierra", subrayó.
El grupo, integrado también por Osneidy Pérez, Ricardo Vidal y Senén Tabares, todos menores de 30 años, espera terminar la travesía alrededor del 20 de diciembre en la punta de Maisí, el sitio más al este del archipiélago cubano, luego de haber recorrido cerca de un centenar de localidades en 10 de las 14 provincias del país.