En medio de una polémica sesión secreta amenazada hasta último momento por una decisión de la justicia, el Senado de Brasil rechazó este miércoles el pedido de destitución de su presidente, Renan Calheiros, acusado de corrupción y enriquecimiento ilícito.
La absolución de Calheiros, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el principal aliado del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, fue decidida por 40 votos a favor, 35 en contra y seis abstenciones.
Finalmente la sesión pudo ser presenciada por 13 diputados, que fueron autorizados a participar del juicio secreto por el Supremo Tribunal Federal.
Los diputados de la llamada "tercera vía", provenientes de fuerzas políticas oficialistas y opositoras pero unidos en contra del voto secreto en el Senado, debieron enfrentar a los efectivos de seguridad del cuerpo, que no los dejaban ingresar aduciendo desconocer la decisión de la justicia.
Con carteles contra el voto secreto, forzaron su entrada al recinto en medio de un tumulto en el que hubo hasta intercambio de golpes de puño los diputados Fernando Gabeira, del Partido Verde, Raúl Jungmann, del Partido Popular Socialista, Chico Alencar, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y Carlos Sampaio, del Partido de la Social Democracia Basilena, entre otros.
Con el rechazo al pedido de destitución de Calheiros, seguirá en aumento la crisis política de más de 120 días, que ya puso una vez en jaque al desprestigiado Senado, según el analista Geraldo Tadeu Monteiro, profesor de la universidad estadual de Río de Janeiro,
Dos anteriores presidentes de la cámara alta brasileña, Antonio Carlos Magalhaes (1997-2001) y Jáder Barbalho (2001), ambos durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1985-2003), optaron por renunciar para eludir la instancia que este miércoles puso a Calheiros contra las cuerdas.
"Fue el peor escenario posible", dijo Tadeu Monteiro a IPS. "Ahora continuaran otros procesos contra el y la crisis continuara", agregó.
La decisión a favor de Calheiros fue duramente criticada por senadores como Heloisa Helena, del PSOL, quien señaló a la prensa que, "pese a ese resultado vergonzoso continuaré enseñando a mis hijos que no hay que robar".
Calheiros se negó a renunciar pese a las fuertes denuncias de "quiebra de decoro parlamentario" en su contra presentadas por el Consejo de Ética del Senado.
Entre las acusaciones se cuenta haber recibido entre los años 2004 y 2005 unos 8.000 dólares por mes de parte de la empresa constructora ¬Mendez Junior, para favorecerla con contrataciones de obras para el Estado.
El caso, que adquirió los ribetes típicos de las telenovelas brasileñas, estalló cuando la periodista amante del senador Mónica Veloso declaró que cobraba la pensión alimenticia para la hija de ambos a través de un empleado de esa firma.
En medio del huracán político y de publicaciones escandalosas de revistas sensacionalistas, Veloso aceptó posar para la revista Play Boy.
A partir de ese caso comenzaron a conocerse otros que acumularon acusaciones contra Calheiros. Entre ellas se encuentra la presentada por el PSOL, sobre el dinero que habría recibido este senador de la cervecería Schincariol a cambio de ayuda para condonar deudas fiscales.
También fue acusado utilizar testaferros para comprar tres radioemisoras en el estado del que es originario, Alagoas,
A pesar de todos estos cargos en su contra y las presiones de sus pares para que dejara la banca y evitar así un desgaste mayor del Senado, Calheiros rechazó esa salida aduciendo que no era el momento de hacerlo, después de "haber luchado 120 días con dolor y exponiendo a mi familia, para probar mi verdad, mi inocencia".
Las negociaciones al respecto siguieron hasta última hora entre las fuerzas políticas aliadas y de la oposición, en particular por aquellos que rechazaban que el tema se tratase en una sesión secreta.
Finalmente triunfó la postura de la sesión a puertas cerradas, decisión que según los observadores fue tomada para evitar presiones de la opinión pública y temores de represalia política.
El colegio de abogados de Brasil entiende que el juicio secreto es "inconstitucional, inmoral y antidemocrático".
El presidente Lula, que al comienzo de la crisis llego a defender a su aliado político, evitó luego hacer pronunciamientos sobre el caso Calheiros y finalmente optó por una declaración neutral.
Una vez que el Senado decida,¬ "ese veredicto tiene que ser acatado cualquiera que sea", dijo el mandatario en la víspera desde Suecia, donde realiza una visita oficial.