Varios países de América Latina pusieron sobre rieles, no sin polémica, las celebraciones de los 200 años de independencia de España, que se cumplirán entre 2008 y 2010.
La efeméride —una oportunidad para cimentar la identidad y unidad nacional, según el discurso oficial— coincide con la que también celebrará España, pero de su propia rebelión, hace dos siglos, contra la invasión francesa comandada por Napoleón.
Chile inició la planificación y acciones relativas a la fecha en 2000, mientras Argentina arrancó en 2005, Ecuador y México en este año y en el resto de países apenas se empieza a hablar del tema.
En Chile, la Comisión Bicentenario orquesta las acciones, en Argentina lo hace el Comité Permanente del Bicentenario, en Ecuador la Comisión Nacional Permanente de Conmemoraciones Cívicas y en México hay un grupo coordinador. En todas esas instancias, los gobiernos llevan la batuta.
El objetivo es detonar una celebración que recuerde la gesta libertaria y unifique a la población, coinciden en proclamar las autoridades.
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Tal meta podría ser esquiva, al menos para México. En este país, donde además se recordará en 2010 el centenario de la Revolución Mexicana que tuvo como emblemáticos protagonistas a Emiliano Zapata (1879-1919) y Pancho Villa (1878-1923), las proyectadas celebraciones y la retórica oficial no han logrado calar.
El gobierno del conservador Felipe Calderón instaló en marzo una coordinación encargada del bicentenario y la unificación de festejos. Pero algunos estados y municipios, así como centros académicos, decidieron avanzar por su cuenta con proyectos propios.
Es que "hay división y ausencia de un proyecto común", opinó el historiador y politólogo del Colegio de México, Lorenzo Meyer.
La polarización podría acentuarse mientras se acerca la fecha conmemorativa, pues en 2010 habrá cinco procesos electorales para renovar gobernadores en igual número de estados. Además, faltarán dos años para el fin de la gestión de Calderón, por lo que es posible que los aspirantes a sucederlo empiecen a definir sus perfiles y con ello suba la temperatura política.
En otros países, los gobiernos planifican inaugurar museos, monumentos, edificios y otras obras de infraestructura urbana. Además, junto a autoridades locales y grupos empresariales, se patrocinan actos culturales, producción editorial, reflexiones académicas y premios a diferentes manifestaciones intelectuales y materiales.
España, que como imperio colonial sometió con dureza los habitantes originarios de América, decidió apoyar las celebraciones latinoamericanas a través del nombramiento de un embajador extraordinario, cargo que asumió en julio el ex jefe de gobierno español Felipe González (1982-1996).
"España quiere compartir con las naciones del otro lado del Atlántico la definitiva consolidación del constitucionalismo y la democracia, así como profundizar en la construcción progresiva de la comunidad iberoamericana, en todas sus vertientes de cooperación política, económica, social y cultural", señaló Madrid al justificar el nombramiento de González.
"Tanto en España como en América el acento del bicentenario está en la unidad y la presunta concordia, que no son meras ilusiones, mientras se baja el tono al recuerdo de la destrucción que dejó la etapa colonial, con la muerte de millones de indígenas y el desprecio a su cultura y creencias", dijo a IPS el sociólogo Rafael Torres.
"El discurso oficial habla de unidad para esta zona del mundo, pero es pura retórica, pues América Latina está muy desunida por ser la zona de mayor disparidad en el mundo en materia de ingresos entre los más ricos y los pobres", opinó Torres, quien es profesor universitario.
Unos 205 millones de personas son pobres y 79 millones son indigentes en esta región, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
La conquista española entre 1492 y 1650 arrasó con más de 70 por ciento de unos 70 millones de habitantes que vivían aquí cuando llegó Cristóbal Colón a lo que es hoy América Latina y el Caribe, según indican diferentes estudios.
El proceso de independencia de América, que costó cientos de miles de vidas, detonó y se encarriló luego de que España fue invadida por Francia en 1808.
El secretario de Cultura de Argentina y director de Comité Permanente del Bicentenario, José Nun, señaló que la celebración tiene sentido sólo si es proyectada como un acontecimiento que implique la construcción de obras educativas, editoriales y de infraestructura.
"Para pensar en una gran fiesta nacional hay que tener primero logros que merezcan aplaudirse. Mi ambición es que el bicentenario se convierta en un festival, y un festival se construye, no se convoca", declaró.
El propósito del gobierno argentino es que el "bicentenario se vaya constituyendo en ese gran momento de entusiasmo colectivo que permita replantearnos nuestros modos de construir la realidad y quebrar definitivamente la secuencia de las innumerables crisis que hemos venido padeciendo y que todavía sufrimos", añadió.
Para el gobierno de Chile, según reza el decreto de 2000 que creó la Comisión Bicentenario, "la fecha no es un hito más para recordar, sino que representa un paso emblemático en nuestra historia: el inicio de un proceso que nos llevaría a ser una Nación independiente".
Se prevé que mientras avance el tiempo, la conmemoración vaya tomando fuerza y con ello también se percibirá una mayor presencia política de España "que no está dispuesta a dejar que la celebración apunte a recordar la forma sangrienta en que dominó y gobernó a sus colonias", dijo el sociólogo mexicano Torres.
España espera que "muchas de las conmemoraciones de las independencias de Latinoamérica resulten en un impulso más, una nueva etapa de las ya muy intensas y positivas relaciones entre España y Latinoamérica en el ámbito social, cultural, económico y político", declaró en julio el jefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.
España viene reconquistando América Latina desde comienzos de los años 90, pero en el terreno de los negocios, con la presencia de sus bancos, empresas energéticas, de telefonía y hoteleras, entre otros rubros.