AFGANISTÁN: Negociar con el Talibán sí, pero qué y cómo

El portavoz del Talibán, Qari Yusof Ahmadi, confirmó a la prensa que ese movimiento islamista está dispuesto a negociar directamente con el gobierno afgano. Pero falta definir la agenda con los detalles y resultados a esperar.

A diferencia de su declaración anterior, Ahmadi dijo la semana pasada que el Talibán nunca rechazó una negociación con Kabul.

Antes había insistido en que sin el retiro de las tropas extranjeras de Afganistán no había negociación posible.

El Talibán aceptó conversar al día siguiente de la invitación cursada por el presidente afgano Hamid Karzai, el 9 de este mes.

La respuesta positiva de los talibanes fue bienvenida, pero es importante considerar los puntos de la agenda a tratar y si las conversaciones tendrán el impacto que todo el mundo espera.

¿Abordarán las negociaciones los temas importantes que aquejan a Afganistán o sólo se reducirán a unos pocos acuerdos locales en sur? ¿Se sellará una paz duradera en este país o nada más están ganando tiempo los bandos en pugna?

Los afganos se plantean ese tipo de interrogantes. Tienen esperanzas, pero también son conscientes de que la situación es muy compleja y que se requerirá de mucho tino, paciencia y verdadero poder de liderazgo de ambas partes.

Hay que recordar que los intereses de la comunidad internacional tienen un peso fundamental, en especial los de Estados Unidos, que invadió este país con un objetivo concreto: castigar a los responsables los atentados en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001, y de los que los protegieron, es decir el Talibán.

Llama la atención que, pese a hacer pública su voluntad de negociar, ambas partes combaten activamente. Ningún bando propuso un cese del fuego como prerrequisito para el inicio del proceso.

El derrocamiento del régimen Talibán y la expulsión de la red terrorista Al Qaeda a fines de 2001 fueron aplaudidos por los afganos.

Pero las operaciones militares que siguieron contra combatientes del movimiento islamista y otros insurgentes, con la consiguiente pérdida de vidas civiles, víctimas del fuego cruzado, los enfureció al igual que a las autoridades locales.

El hecho socavó la credibilidad de la "guerra contra el terrorismo" que el gobierno y sus aliados internacionales libran en Afganistán.

Hasta donde se sabe, el gobierno evalúa con entusiasmo la respuesta positiva del Talibán a la oferta de negociación de Karzai. También aplaudió la decisión del movimiento islamista de desechar su anterior condición de retirar las tropas extranjeras para dar inicio al proceso.

Negociar con el Talibán y la posibilidad de un acuerdo sin duda son elementos que cambiarán la cara de la política afgana y tensionarán más las relaciones con las milicias de la Alianza del Norte, que con ayuda económica y militar de Estados Unidos derrocó al movimiento islamista hace seis años.

La cuestión de negociar con el Talibán es objeto de un fervoroso debate en la prensa y los círculos políticos.

Algunos representantes del Meshrano Jirga, (Consejo de Ancianos, cámara alta del parlamento) ya aceptaron conversar con el Talibán y afirmaron que una mejora en la seguridad de Afganistán está directamente vinculada a la participación de sus líderes en los asuntos políticos.

Otra cuestión delicada a considerar es qué líderes del Talibán se sentarán a la mesa de negociaciones. ¿Se incorporará la mayoría o sólo algunos pocos comandantes desafectados y descontentos con los vínculos forjados con Al Qaeda?

El llamado "moderado" o "nuevo" Talibán, representado por su ex canciller Maulawi Wakil Ahmad Mutawakil o su ex embajador en Pakistán Mullah Abdul Salam Zaif, advirtió al gobierno y a la comunidad internacional que debe ser parte de las negociaciones, pues de otra manera habrá más violencia o se consolidará el núcleo más duro, que además podría negarse por completo a negociar.

¿Pero a quiénes representan ellos realmente entre los líderes del movimiento? ¿Tienen verdadera influencia entre quiénes llevan adelante la guerra? ¿Los pueden llevar a la mesa de negociaciones?

Al incluir a Mutawakil y Zaif en la política nacional ¿se debilitará el núcleo más duro del Talibán o habrá que conversar con sus líderes directamente o con ambos grupos?

Es probable que los más extremistas, que tienen vínculos con Al Qaeda, se resistan a conversar con el gobierno y sus aliados internacionales.

Sería interesante conocer la fuerza numérica de los líderes más duros y cuán cercanos están de Al Qaeda y qué influencia tienen en la política combativa del Talibán.

Sólo si los comandantes locales, que llevan adelante la guerra, son independientes y tienen una agenda distinta a la de Al Qaeda, aumentarán las posibilidades de que haya negociaciones y de que sean exitosas.

Es probable que Washington se haya dado cuenta de las limitaciones de su estrategia en Afganistán y trate de consolidar sus logros con vistas a las elecciones presidenciales de 2008 mediante un acuerdo entre el gobierno afgano y el Talibán que pueda calificarse de "exitoso".

Ese escenario tiene sentido.

Los intereses estratégicos de Estados Unidos pueden consolidarse, por ejemplo, si logra asegurar la continuidad de un gobierno amigo en Afganistán, y afín con su "guerra contra el terrorismo", con un sutil cambio de objetivo, del Talibán hacia Al Qaeda.

(* The Killid Media Group es un grupo de medios de comunicación privados de Afganistán. Este informe se publica por convenio con IPS.)

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