LÍBANO: Mujeres también buscan minas

La peligrosa tarea de eliminar un millón de bombas de racimo arrojadas por Israel en el sur del Líbano ya no es sólo cosa de hombres. Las mujeres integran por primera vez los equipos de desminado.

Neamat Kassab en busca de bombas de racimo Crédito: Rick Bajornas
Neamat Kassab en busca de bombas de racimo Crédito: Rick Bajornas
"Los hombres han dominado esta actividad, pero no tiene por qué ser así", declaró Christina Bennike, directora de la organización de beneficencia danesa Dan Church Aid, abocada a esa tarea en el sur de este país de Medio Oriente.

"Sentí que era importante afrontar ese asunto desde el principio, luego será algo natural, no diferente ni único", señaló.

La organización danesa y la gubernamental Agencia Sueca de Servicios de Rescate dieron un paso importante al contratar hombres y mujeres para el desafío de erradicar metro a metro las mortales bombas de racimo que fueron arrojadas en zonas de combate.

Estos explosivos se forman con decenas o cientos de municiones contenidas en obuses, bombas o cohetes. Lanzados desde aviones, tierra o agua, estallan a cierta altura del suelo y dispersan las submuniciones sobre superficies muy amplias.
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Entre cinco y 30 por ciento de las submuniciones no llegan a explotar de inmediato, y quedan dispersas en el suelo o enterradas y pueden ser detonadas al menor contacto.

"Tenemos el primer equipo mixto de Líbano y funciona bien", dijo Bennike a IPS en entrevista telefónica.

"Ellos tienen claro que están aquí para realizar un trabajo: devolver la tierra a su gente", añadió.

Bennike también contrató a dos supervisoras de la meridional provincia serbia de Kosovo para encabezar los equipos mixtos. La iniciativa no tiene precedentes en la tradicional comunidad dedicada a desactivar minas terrestres.

Se estima que Israel lanzó cuatro millones de bombas de racimo en el sur de Líbano cuando se enfrentó con combatientes de la milicia libanesa Hezbolá (Partido de Dios), chiita y prosiria, en julio de 2006.

Se calcula que alrededor de un millón de submuniciones no explotaron y quedaron desparramadas en aldeas, jardines, caminos, campos y valles.

"Lo que hallamos no tiene precedentes", señaló Tekimiti Gilbert, jefe de operaciones del Centro de Acción contra las Minas de Naciones Unidas (Unmacc, por sus siglas en inglés).

El Unmacc se encarga de coordinar el desminado en el sur del Líbano.

"Mire dónde las tiraron, en aldeas y cerca de zonas habitadas. Líbano meridional es del tamaño de un sello de correos. No se puede creer que esa cantidad de bombas esté diseminada en un área tan pequeña", apuntó.

Los equipos de limpieza desplegados en esta zona ya eliminaron más de 120.000 bombas de racimo.

Muchos de los integrantes de los equipos de búsqueda pertenecen a poblados que fueron bombardeados durante el conflicto de agosto de 2006.

Neamat Khassab, de 22 años, vivía en la aldea Siddiqine, cerca de Qana, que quedó destruida por el bombardeo israelí.

Khassab ahora trabaja desactivando pequeños explosivos en casas y jardines en el centro de la aldea Soultaniye.

Es la única mujer en su equipo. Trabaja rápido y con seguridad mientras su detector de metales amarillo va de un lado a otro rozando el suelo.

"Son como mi familia", dice riéndose mientras señala a sus compañeros.

"Cuando empecé tenía un poco de miedo, pero después de conocerlos me sentí como en casa", añadió.

El terreno y el clima son las variables más exigentes para los buscadores de minas.

Con el invierno vienen las lluvias que entierran las minas, y con la primavera los explosivos se enredan en la vegetación floreciente.

El verano seca el suelo y hace más difícil desenterrar los pequeños explosivos. El calor es casi insoportable para los buscadores de minas que llevan un chaleco y un casco pesado. El riesgo de deshidratación es su peor enemigo.

Estos trabajadores enfrentan serios peligros físicos.

Las submuniciones pueden quedar enredadas en lo alto de los arbustos de las plantaciones de banano, aceitunas o cítricos.

Las mordeduras de serpientes, arañas o escorpiones constituyen un peligro real.

Además, tienen que permanecer muy concentrados durante la jornada laboral porque la mínima distracción puede ser peligrosa.

Para realizar su trabajo reciben un mes de entrenamiento.

"La presencia de hombres y mujeres en los equipos permite mantener un equilibrio", señaló Chris Fielding, encargado de operaciones de Dan Church Aid.

"Las mujeres se desenvuelven tan bien como los hombres, sin problemas", apuntó. Fielding.

"Estas jóvenes pueden cargar camillas entre 100 y 200 metros si fuera necesario. Reciben el mismo entrenamiento que sus compañeros. Se ensucian el pelo y las uñas y no se hacen problema por ello", añadió.

Las mujeres deben soportar la presión adicional de tener que desafiar los papeles tradicionales de género.

Algunas de ellas abandonaron el trabajo por la presión de sus familias, preocupadas por la peligrosidad de la tarea. Otras no dicen lo que hacen.

Muchos hombres que conozco creen que el lugar de la mujer está en la casa y en la cocina, señaló Moussa Chaalan, novio de una médica de Dan Church Aid.

Pero "no todos. La situación económica hace que tanto hombres como mujeres deban trabajar".

El salario promedio en el sur de Líbano es de unos 200 dólares al mes, por la lamentable situación económica de país.

Las organizaciones dedicadas a retirar y desactivar submuniciones de la zona pagan entre 750 y 850 dólares, un monto sustancialmente mayor.

"Muchas mujeres se acercan por necesidad", señaló Christina Bennike.

"Buscar minas es un trabajo para el que no cuentan con apoyo familiar. Es su última alternativa, no una opción natural", explicó.

"Nunca hice un trabajo como este", relató Batoul Milije, una madre divorciada que tiene que mantener a su hijo de 12 años.

"Le dije a mis compañeros: soy como un hombre, voy a ser fuerte", recordó Milije, quien trabaja en la zona pastoril de Soultaniye, donde el año pasado murió un adolescente al explotar una mina.

"Soy lo único que tiene mi hijo", suspiró.

Ha habido pocos accidentes en los equipos de desminado, que se toman muy en serio las medidas de seguridad.

El último lugar con mujeres heridas fue en Kosovo. Dos de ellas perdieron las piernas.

"Es un asunto que preocupa a la hora de contratar mujeres", señaló Bennike.

"La desventaja es que el periodo de recuperación de las mujeres heridas es mucho más lento y las consecuencias sociales son muy diferentes para una mujer discapacitada, o con algún miembro amputado, que para los hombres", explicó.

La condena internacional a las bombas de racimo tuvo un impulso este año. La enorme cantidad de minas que quedaron esparcidas en Líbano fue un buen motivo esgrimido para reclamar una prohibición total.

El ejército de Líbano pidió a la Unmacc que permanezca más tiempo y continúe coordinando el desminado hasta fines de 2008. Será necesario todo ese tiempo para limpiar todas las aldeas, jardines y zonas agrícolas.

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