Guinea-Bissau está convirtiéndose en el primer «narco-estado» de África, donde los traficantes sudamericanos han montado su cuartel general y guarida segura de sus operaciones de escala para la introducción de cocaína en la Unión Europea (UE).
La denuncia es de la analista internacional portuguesa Ana Dias Cordeiro, quien en la edición de este jueves del diario Público de Lisboa, divulga una extensa investigación sobre el fenómeno que flagela con rigor a una de las más pobres ex colonias portuguesas, con un ingreso por habitante de 856 dólares anuales.
Sin embargo, en esta nación de África occidental circula mucho dinero pese a ser la quinta más pobre del mundo.
Este flujo de riqueza, recuerda la analista, no beneficia a su población, habituada a ver pasar potentes automóviles de marcas caras por las calles de la capital, Bissau, donde han aparecido lujosas mansiones de personas ligadas al gobierno que enriquecieron con una rapidez difícil de explicar.
Las poco vigiladas costas con el océano Atlántico del pequeño país, de 36.125 kilómetros cuadrados y 1,5 millones de habitantes, se han convertido en la principal escala de paso en el largo viaje de la cocaína entre su punto de partida en el área andina de América Latina y su arribo a Portugal y España, cuyas costas conforman la frontera sudoccidental de la UE.
En respuesta a las acusaciones de activistas y periodistas sobre una presunta complicidad de figuras del poder político con los traficantes sudamericanos, el presidente João Bernardo Vieira, el primer ministro Martinho Ndafa Cabi y la canciller Maria da Conceição Nobre Cabral sólo se han mostrado "preparados para combatir el problema".
Dias Cordeiro denuncia que este "manto de silencio" sobre el tráfico de drogas ha incluido amenazas y presiones a magistrados, "para no investigar personas involucradas en estos negocios".
"Después de dos grandes incautaciones de cocaína realizadas en el país, en septiembre de 2006 y en abril de 2007, los detenidos, entre ellos militares y civiles, guineanos y extranjeros, fueron todos dejados en libertad", acusó la analista.
A renglón seguido, recordó que "el director de la Policía Judicial, Orlando Antonio Silva, cuyo trabajo contra los barones de la droga ha sido elogiado internacionalmente, fue cesado en junio y los 670 kilogramos de cocaína de la primera captura desaparecieron tras haber sido guardados en un edificio estatal y luego de una extraña intervención de militares en una acción de la policía".
Consultado por IPS, el ex diputado del Partido Socialista portugués y actual presidente de la Asociación Guineana de Solidaridad Social, Fernando Ka, explicó que la violencia crónica de Guinea-Bissau podría reaparecer ahora, no por la lucha por el poder, "sino producto de la inmensa corrupción de la clase política, cada vez más enriquecida".
Según el activista y abogado de doble nacionalidad guineana y portuguesa, "mientras no exista una verdadera política de desarrollo que genere riqueza a una población empobrecida hasta límites inimaginables, no es de extrañar la proliferación de mafias internacionales con complicidades locales y el consecuente prolongar de una violencia que parece no tener fin".
En efecto, pocos han sido los momentos de estabilidad en ese territorio desde que los independentistas encabezados por el mítico líder Amílcar Cabral, asesinado en la vecina República de Guinea por una misión secreta de "fuzileiros" (comandos navales) portugueses en 1973, iniciaron la guerra contra la metrópoli colonial.
Los rebeldes lograron la independencia de Guinea-Bissau en septiembre de 1973, la que fue reconocida por Lisboa sólo un año más tarde.
Dias Cordeiro señala que "los números no son conocidos", pero admite como "bien posible que todas las noches lleguen a Guinea-Bissau unos 800 kilogramos de cocaína" en aviones que atraviesan el océano Atlántico. La Interpol (Policía Internacional) estima que todos los años pasan por el occidente africano unas 300 toneladas de cocaína, en su mayor parte por Guinea-Bissau, con destino a Portugal y España, los principales puntos de entrada en territorio de la UE.
Es una vasta operación en la que, según esta policía internacional, participan delincuentes de África, América Latina y Europa.
Guinea-Bissau surge como un lugar ideal para los barones de la droga sudamericanos, muchos de ellos colombianos y brasileños, que pueden operar cómodamente en un país que habla portugués, sin infraestructuras, con instituciones que funcionan mal, con escasa vigilancia litoral y vastas zonas abandonadas.
El control de origen de los documentos es también precario. Los latinoamericanos detenidos en las operaciones policiales contra la droga en 2006 y 2007, fueron prontamente dejados en libertad, porque operaban con la cobertura de una empresa fantasma de tratamiento de pescado.
En Guinea-Bissau, los traficantes aterrizan en grandes aviones con autonomía para atravesar el océano, cargados de droga con destino final en Europa, el nuevo paraíso del consumo de cocaína, que triplicó en los últimos 10 años, al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos, donde disminuyó, según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por si sigla en inglés).
En una entrevista concedida a un diario portugués, el profesor y científico guineano Aladje Baldé, presidente de la organización no gubernamental Plan Internacional, "los narcotraficantes encontraron un lugar ideal para transportar droga para a Europa utilizando Guinea-Bissau como trampolín".
En las operaciones "están involucrados muchos extranjeros que viven aquí, una presencia de latinoamericanos, sobretodo colombianos, que aumentó mucho en este último año", precisó Beldé.
En el acto de juramento del cargo, cuando en abril sustituyó a Arístides Gomes, el primer ministro Martinho Ndafa prometió combatir la corrupción y el narcotráfico para volver a dar credibilidad al país.
Pero el problema "se mantiene y hasta aumenta", dijo en entrevista este jueves al diario Público de Lisboa Antonio Mazzitelli, responsable de UNODC para a África Occidental, con sede en Dakar.
"Las informaciones de que disponemos parecen indicar que aviones y barcos continúan llegando y descargando cantidades muy significativas (de droga) en Guinea-Bissau", denunció Mazzitelli
Según este alto funcionario de UNODC, las aprehensiones de droga son sólo "la punta del iceberg" de lo que ocurre en Guinea-Bissau, porque con el tráfico, "es la propia supervivencia del Estado lo que está en riesgo".
Mazzitelli califica de grave la situación creada "porque cada vez más dinero es generado por la droga y en la medida que el tiempo pasa, los poderes mafiosos se infiltran en los mecanismos de gobernación".
"Estamos hablando de muchísimo dinero, en un país donde no hay recursos", concluyó.