La crisis política que se desató en Ucrania por la disolución del parlamento a manos del presidente Viktor Yushchenko no tienen miras de terminar con las elecciones anticipadas convocadas para el 30 de septiembre.
Yushchenko, líder del prooccidental partido Nuestra Ucrania, disolvió el parlamento el 2 de abril y llamó a elecciones. La decisión no fue respetada por la mayoría de los legisladores, favorables al gabinete del prorruso primer ministro Viktor Yanukovich, adversario de Yushchenko.
Con el pasaje de varios legisladores favorables al presidente a la coalición del primer ministro, Yushchenko acusó a Yanukovich de intentar usurpar el poder.
La cantidad de diputados favorables al primer ministro se acercaba a 300 de los 450, lo que bastaría para concretar reformas constitucionales tendentes a debilitar el accionar del presidente y permitiría anular sus vetos a los actos legislativos.
Ambos grupos sintieron que hasta la más mínima concesión significaría aceptar públicamente su culpabilidad, lo que desalentó la posibilidad de alcanzar un acuerdo.
El primer ministro prorruso y el presidente prooccidental discutieron varias semanas acerca de la legalidad de sus acciones e incluso sobre la lealtad de las fuerzas de seguridad del país, lo que hizo temer por una escalada de violencia en las calles.
A diferencia de otras ocasiones, Rusia y los gobiernos occidentales evitaron involucrarse en los asuntos internos de Ucrania. En cambio, optaron por una postura favorable a que esa ex república soviética resuelva sus propios problemas por sí sola.
La disolución del parlamento por parte de Yushchenko causó enfado entre abogados expertos en asuntos constitucionales. Se esperaba que la Corte Suprema dictaminara la legalidad del decreto.
Pero la destitución de varios jueces ordenada por Yushchenko y la "presión sin precedentes" que ambos grupos ejercieron sobre la Corte Suprema, según palabras del propio presidente del organismo, Vasyl Onopenko, contribuyó a paralizar el trabajo del alto tribunal.
Sin embargo, parecía que el primer ministro estaba dispuesto a aceptar la realización de comicios anticipados con la intención de utilizar el hecho como una carta de triunfo para negociar con la oposición.
El acuerdo alcanzado por el primer ministro y el presidente el 27 de mayo para convocar a elecciones legislativas anticipadas fue una victoria para los liberales prooccidentales de Yushchkenko, pero la fecha de su realización, fijada en septiembre, es un logro del Partido de Regiones de Yanukovich.
El gobierno ganó tiempo para tomar medidas populistas, como un aumento de pensiones y sueldos que le permitió el incremento de ocho por ciento del producto interno y la baja inflación.
"El Partido de las Regiones accedió a realizar elecciones anticipadas porque creyó que podía dar lucha y reunir aun más votos", dijo a IPS Ivan Presniakov, analista del Centro de Estudios Políticos, con sede en Kiev.
El presidente accedió el 27 de junio a levantar de forma provisoria el decreto que ordenó la disolución del parlamento con el fin de que los diputados votaran leyes necesarias para realizar las elecciones anticipadas.
Tras esa sesión del cuerpo legislativo, un tercio de los legisladores renunciaron a sus escaños, lo que dio a Yushchenko bases legales para firmar un cuarto decreto de disolución del parlamento el 1 de este mes que legitimaba la convocatoria a elecciones
Pero constitucionalistas advirtieron que las inconsistencias legales de esos decretos abren la riesgosa posibilidad de que cualquiera de las fuerzas perdedoras pueda impugnar los resultados de los comicios.
La líder opositora Yuliya Timoshenko, del bloque que lleva su nombre, ya se hizo eco de esa posibilidad.
La política ucraniana sigue siendo turbia. La gran cantidad de acuerdos tras bambalinas y las posibles alianzas son motivo de constantes y, a menudo contradictorias, especulaciones de la prensa local y de los analistas.
La incertidumbre acerca del resultado de las elecciones legislativas y la similar votación que parece tendrán ambos grupos refuerzan la idea de que las negociaciones tendentes a formar alianzas son más importantes que algunos votos más o menos.
El Partido de Regiones se presentará solo, pero dejó abierta la posibilidad de volver a formar una coalición con sus actuales aliados: el Partido Comunista, el Partido Socialista o ambos, si accedieran al parlamento.
La prensa local especula con la existencia de desacuerdos dentro del Partido de Regiones, pero la publicación de su lista de aspirantes no mostró ninguna pérdida significativa de poder del primer ministro, quien además fue confirmado como candidato para seguir ocupando el cargo.
El partido de Yanukovich no negó la posibilidad de formar una gran coalición.
El Partido de Regiones lucha por ser considerado como una fuerza dominante proeuropea y debe lidiar con la pérdida de popularidad de los socialistas y el reclamo radical de los comunistas, quienes pretenden directamente eliminar la presidencia.
Pero hasta el momento, la oposición desestima la posibilidad de integrar el gabinete junto con figuras del actual gobierno.
La interrogante en el campo liberal "naranja", que Yushchenko respalda, sigue siendo qué partido va a designar al candidato a primer ministro, en caso de triunfar.
Se espera que el Bloque Yuliya Timoshenko se lleve la mayor tajada entre los votos de la oposición.
Pero el partido Nuestra Ucrania, de Yushchenko, reforzó su apoyo uniéndose al bloque Autodefensa del Pueblo, un movimiento popular creado por el ex ministro del Interior Yuriy Lutsenko.
Las fuerzas favorables al presidente esperan que, con la audacia de sus últimas iniciativas, Nuestra Ucrania obtenga mejores resultados que Timoshenko.
Yushchenko mostró una "imagen fuerte al enfrentarse a Yanukovich, lo que, además, es un buen comienzo para su campaña presidencial de 2009", explicó Presniakov a IPS.
La población, por su parte, cada vez es más cínica a medida que el idealismo de años anteriores se desvanece.
La prensa ucraniana especula con que los canales de televisión podrían negarse a transmitir debates entre figuras clave y, en cambio, difundir su propia tendencia populista.
Detrás de la batalla legal subyacen meros intereses económicos, sostienen algunos especialistas.
"El factor económico fue precisamente el elemento definitivo que desató la crisis", después de que el gobierno impidió que la agrupación "naranja" se beneficiara de los acuerdos de privatización, escribió el analista Kost Bondarenko en la prensa local.
"No hay ni un solo motivo para el conflicto. En ambos bandos hay diferentes personas con distintos objetivos e incentivos. El conflicto estructural entre el primer ministro y el presidente es más importante", según Presniakov.
Las principales partes del conflicto admitieron la existencia de un problema político estructural. Hay un consenso relativo acerca de la necesidad de una nueva Constitución, que fue reformada hace poco para otorgar más poder al parlamento en detrimento de la figura presidencial.
La oposición y las fuerzas favorables al presidente quieren introducir un mandato vinculante para evitar futuras deserciones.
Mientras, al Partido de Regiones le gustaría que la nueva ley fundamental disponga que sólo el paramento, y no el presidente, pueda iniciar el proceso de disolución del cuerpo legislativo.
Todos coincidieron en que debía despojarse a los funcionarios de alto rango de la inmunidad ante demandas judiciales.
Pero no hay unanimidad acerca de cómo y cuándo aprobar una nueva constitución. Timoshenko reclama que se haga un referéndum el mismo día de las elecciones legislativas y se dispuso a juntar firmas para lograrlo.
Nadie se sorprendería de que, una vez más, los políticos ucranianos no lograran ponerse de acuerdo.