DESARME: Una cuestión de química

El director general de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), Rogelio Pfirter, reclamó ante la Conferencia de Desarme de las Naciones Unidas recuperar el dinamismo que condujo a la adopción de la convención para proscribir esos armamentos.

"Aunque es comprensible que haya surgido preocupación por el hecho de que se ha desacelerado el ritmo de la destrucción de las existencias de armas químicas, nos mantenemos firmes en nuestra meta de librar al mundo de esos armamentos", dijo Pfirter al hablar ante la conferencia que sesiona en esta ciudad.

"No tenemos ninguna duda de que se eliminarán los actuales arsenales", aseguró.

La Convención sobre las Armas Químicas ha demostrado ser, a 10 años de su puesta en vigor, uno de los tratados de desarme más exitosos, afirman especialistas, tanto por el número de naciones que se adhieren a ella como por la cantidad de agentes tóxicos destruidos hasta la fecha.

Desde que la convención entró en vigencia en 1997, la OPAQ, el organismo independiente responsable de verificar el cumplimiento del tratado, certificó la destrucción de casi 24.000 toneladas de agentes químicos.

Esa cifra "equivale a la tercera parte de los arsenales declarados en todo el mundo", señaló a IPS el diplomático Pfirter.

Los avances logrados son "un buen ejemplo de cómo el esfuerzo multilateral puede fructificar en un acuerdo viable, que muestra progresos concretos luego de 10 años", agregó.

El director general del organismo, que tiene como misión prohibir el empleo de las armas químicas y llegar a su total destrucción, afirmó que los resultados positivos pueden verificarse "en todas las áreas: desarme, control de armas, no proliferación y cooperación internacional".

En estos 10 años también se registró un incremento en el número de naciones que ratificaron la convención. El 29 de abril de 1997, cuando entró en vigor, 165 países se habían sumado a ella, número que se elevó a 182 en la actualidad.

Los mismos representan 98 por ciento de la población mundial, lo que constituye "la tasa de adhesión más acelerada de todos los acuerdos de desarme", indicó Pfirter.

Sólo 13 países no han ratificado la convención hasta el momento, aunque seis de ellos sí la firmaron: Bahamas, Birmania, Guinea Bissau, Israel, República del Congo y República Dominicana.

Las siete naciones que ni siquiera firmaron el tratado son Angola, Corea del Norte, Egipto, Iraq, Líbano, Siria y Somalia.

Pfirter reconoció que la falta de apoyo a la convención en Medio Oriente constituye "un serio vacío en nuestro mapa" debido a que Egipto, Israel y Siria siguen alegando preocupaciones de seguridad regional para no firmar o ratificar, según el caso, la convención.

La existencia de estas armas no es algo nuevo. El gas arsénico fue utilizado en las guerras del Peloponeso, 400 años antes de la era cristiana. La primera vez que se usaron agentes químicos en gran escala fue en 1915 en Ypres, Bélgica, cuando se empleó cloro gaseoso durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Un experto en temas de desarme, que vive en Ginebra y pidió mantener su nombre en reserva, comentó a IPS que la marcha de la convención "no es mala, pero tampoco perfecta". El especialista observó que en algunos países la destrucción de los arsenales químicos se efectúa con demasiada lentitud.

Pfirter aceptó que "hay mucho espacio para mejorar. Uno de los temas en que debemos avanzar con mayor decisión es en la destrucción. Sin embargo, más de 30 por ciento de los arsenales ya han sido eliminados bajo verificación de la OPAQ".

El diplomático reconoció que "esto no es lo ideal. La convención preveía que íbamos a estar más avanzados, pero igualmente es un recorte significativo. Por otro lado es una demostración de que continúa la voluntad política de llegar a la destrucción total".

La OPAQ enfrenta el desafío de completar la eliminación de todos los arsenales declarados de aquí a 2012. "Confío en que los países más involucrados en esto, Estados Unidos y Rusia, van a hacer lo posible para alcanzar la meta. Pero, sí, es una materia pendiente", admitió Pfirter.

El director general de la OPAQ agregó que cinco de los seis poseedores de esos arsenales, Washington y Moscú entre ellos, han solicitado prórrogas para su destrucción.

Rusia ya ha eliminado 22 por ciento de sus armas químicas, cuando hace un año el porcentaje de destrucción llegaba a sólo 10 por ciento. A su vez, Estados Unidos se deshizo de 13.000 toneladas, equivalentes a 46 por ciento de su arsenal.

"La destrucción es costosa y compleja", indicó Pfirter. Washington ya ha invertido unos 20.000 millones de dólares y se estima que necesitará otros 40.000 millones para completar la operación.

Rusia también debe apelar a tecnologías modernas para eliminar su arsenal de agentes nerviosos en las instalaciones de Maradykovsky, 700 kilómetros al noreste de Moscú.

Éstos habían sido instalados en misiles, por lo que no basta con neutralizar el producto químico sino que también hay que prevenir que se produzca una explosión, explicó Pfirter. Luego hay que destruir las partes del cohete.

Los éxitos de la convención sobre armas químicas son atribuidos por los expertos a su sistema de verificación del cumplimiento del tratado. Durante su vigencia, se realizaron 2.900 inspecciones en 79 estados miembro.

En este aspecto, el presidente de la sexta conferencia de revisión de la Convención sobre Armas Biológicas, el diplomático pakistaní Massod Khan, quien al igual que Pfirter disertó este martes ante la Conferencia de Desarme de las Naciones Unidas, subrayó que ese tratado es un instrumento de principios más que de procedimientos.

La Convención sobre Armas Biológicas carece de disposiciones sobre control o verificación de su cumplimiento, lo que "muchos consideran un defecto", dijo Khan.

Los firmantes del tratado estaban a punto de aprobar un protocolo para establecer un sistema de verificación cuando se produjeron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y la sede del Departamento de Defensa, en Washington.

En la siguiente sesión de las partes, el representante estadounidense John Bolton echó por tierra toda posibilidad de adoptar un mecanismo de seguimiento.

El experto consultado por IPS observó que se ha producido un cambio en el enfoque de Estados Unidos para ciertos temas de desarme luego de la renuncia de Bolton, a comienzos de este año.

Otra convención también discutida y aprobada por la Conferencia de Desarme de Ginebra, el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE), tropieza con dificultades semejantes para entrar en vigor.

El TPCE requiere la firma y ratificación de 44 estados determinados, pero hasta ahora sólo 34 de ellos lo han hecho. Los 10 que faltan son China, Colombia, Corea del Norte, Egipto, Estados Unidos, India, Indonesia, Irán, Israel y Pakistán.

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