China se lanza ahora a controlar la calidad de su producción para apuntalar a su sector exportador, maltrecho a raíz de escándalos internacionales por la venta de medicamentos, alimentos y juguetes defectuosos y hasta tóxicos.
Las autoridades resolvieron inspeccionar un día sí y al otro también las fábricas sospechosas de producir bienes de mala calidad, con el fin de salvar la reputación del sello "Hecho en China".
Hasta hace no muchos meses, la primera reacción de Beijing ante quienes lo acusaban de exportar productos con problemas de seguridad o componentes tóxicos era negarse a reconocer el problema.
"El gobierno chino presta gran atención a posibles fallas en la calidad de los productos, en especial de los alimentos", dijo a la prensa Li Changjing, de la Administración General de Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena.
La admisión del problema existente señala un cambio destacable en una burocracia gubernamental proclive al encubrimiento.
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Cuando la muerte de gatos y perros de América del Norte fue atribuida a un ingrediente tóxico en alimentos para mascotas producidos en China, la primera reacción del gobierno de este país fue desacreditar esas versiones.
"El envenenamiento de mascotas estadounidenses no tiene nada que ver con China", alegó el Diario del Pueblo, portavoz del gobernante Partido Comunista.
Funcionarios a cargo del control de exportaciones aseguraron que la contaminación de los alimentos ocurrió en territorio estadounidense y no en las fábricas chinas.
"Ningún sistema de inspección de alimentos es infalible", señaló Li Yuanping, director general del hoy cuestionado Buró de Seguridad Alimentaria en Importaciones y Exportaciones.
Pero las preocupaciones internacionales sobre las exportaciones chinas continuaron al alza, pues cada vez salen a la luz más información sobre productos de esa procedencia con marcas falsificadas o de calidad inferior.
Desde abril, exportaciones chinas de dentífricos, neumáticos, productos del mar y juguetes fueron rechazados por mercados de todo el mundo o retirados de ellos.
Lo que es peor, varias muertes en Panamá y Haití fueron atribuidas a la presencia del disolvente dietileno glicol en productos cosméticos y de farmacia procedentes por China.
Como consecuencia, China quedó bajo presión política de Estados Unidos y la Unión Europea, donde legisladores exigen garantías de calidad y seguridad a sus exportaciones.
Tras imponer controles a las importaciones chinas de productos del mar por residuos químicos detectados en peces cultivados en granjas ictícolas, un representante del gobierno de Estados Unidos viajó esta semana a Beijing para dialogar al respecto con funcionarios chinos.
"Nuestras agencias están preocupadas por lo que ven como una infraestructura en general insuficiente en China para garantizar la seguridad, la calidad y la eficacia de muchos productos exportados a Estados Unidos", dijo Mike Leavitt en Beijing el martes.
La visita de Leavitt se dispuso inmediatamente después de la realizada por la presidenta de la agencia de protección al consumidor de la Unión Europea, Meglena Kuneva, la semana pasada.
Kuneva urgió a los organismos de control de China a rastrear a todos los productores de mercaderías de mala calidad y frenar sus exportaciones a Europa.
Las tribulaciones para China no se limitan a Europa y Estados Unidos. Los excesivos residuos de antibióticos o pesticidas llevaron a Japón a prohibir la importación de aves y derivados, espinaca congelada y té desde China.
El año pasado, Hong Kong bloqueó la venta de rodaballo procedente de otras regiones de China a comerciantes locales, pues inspectores hallaron rastros de verde malaquita, producto químico cancerígeno utilizado para tratar infecciones con hongos.
También en 2006, Taiwán prohibió la importación de cangrejos peludos desde China, debido a rastros de carcinógenos. En junio pasado, las autoridades agrícolas de Rusia prohibieron la importación de pescado chino, tras detectarse contaminación con antibióticos.
Dada esta lluvia de quejas, a los funcionarios chinos les preocupa cada vez más que una campaña internacional les depare sanciones y perjuicios a los sectores exportadores.
Las exportaciones y la inversión extranjera son los principales motores de la floreciente economía de China.
Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), el total de las exportaciones alimentarias de China alcanzaron 246.000 millones de dólares en 2005, casi ocho veces que los 31.000 millones vendidos en 1980.
El ex jefe de la Administración Estatal de Alimentos y Drogas, Zheng Xiaoyu, fue ejecutado hace dos semanas, condenado por haber aceptado sobornos a cambio de la aprobación de varias medicinas en 2005.
Algunos expertos apuntan al problemático vínculo entre diversas agencias oficiales a cargo de la seguridad de los productos y el control de calidad, que suelen reñir en torno a sus facultades y tienden a negar su responsabilidad por los errores, atribuyéndola a otros organismos.
En las últimas semanas, el gobierno se comprometió a revisar las regulaciones de seguridad para alimentos y medicamentos, y anunció una inspección nacional en este sentido.
Esta semana, Beijing emitió una regulación que hace responsables a oficinas del gobierno por cualquier intoxicación de alimentos u otras amenazas sanitarias causadas por la contaminación o la mala calidad de esos productos.
Pero, al mismo tiempo, ordenó a la prensa de la capital no publicar noticias negativas sobre seguridad alimentaria, ni siquiera los divulgados por periódicos de otras regiones, informó esta semana el periódico South China Morning Post, de Hong Kong.
Algunos observadores critican a la prensa extranjera por exagerar.
"Todos estos informes y comentarios negativos sobre 'fabricado en China' huelen a guerra psicológica", alegó Zhang Guoqing, experto en política internacional de la Academia China de Ciencias Sociales.
"Vale la pena recordar a los detractores que el excedente comercial de China es un testimonio de las oportunidades y la atracción de la economía nacional", añadió..