Los productores de café de Uganda son víctimas de una injusta relación comercial con Europa, aunque el grano que cosechan se encuentra entre el de mayor calidad en el mundo, según el organismo oficial que regula la actividad del sector en este país.
"Los grandes perdedores son aquellos directamente involucrados en la producción de los granos", indicó el director de la Autoridad Ugandesa para el Desarrollo del Café, Henry Ngabirano.
"Ellos reciben una ínfima parte de los ingresos generados por la comercialización", agregó.
Los productores y exportadores ugandeses reciben, en conjunto, seis por ciento del valor final. "Esto muestra el grado de explotación que existe", dijo Ngabirano.
El café constituye la principal materia prima de exportación de Uganda y representa casi la mitad de su producto interno bruto.
El país se convirtió en el principal productor de la variedad conocida como Robusta como consecuencia de la crisis política en Costa de Marfil, que antes ocupaba esa posición.
Los exportadores indicaron que sus ganancias en mayo de este año alcanzaron 17,9 millones de dólares, 65 por ciento más que en el mismo mes de 2006.
El incremento responde al aumento de precio en el mercado internacional y al hecho de que los consumidores en los países del Norte y de Asia se vuelcan hacia el café de alta calidad.
Las naciones africanas disfrutan de una ventaja comparativa porque cultivan el café en la altura, en explotaciones de pequeña escala y de forma orgánica, lo que hace al grano más atractivo en el mercado internacional.
Según el director de la Asociación de Cafés Finos del Este de África, Philip Gitao, la demanda del producto se encuentra en su punto histórico más alto. Explicó que el grano africano es cada vez más usado para mejorar mezclas tradicionales y para su comercialización en marcas especiales.
El gobierno de este país modificó su política cafetalera en la década del 90. Liberalizó el mercado y removió obstáculos para los productores. La moneda local, el chelín, fue declarada convertible frente a todas las otras divisas y se abandonaron los controles de precios.
"El gobierno vio en el café una herramienta para erradicar la pobreza", comentó Ngabirano. La cantidad de plantaciones aumentó en ese periodo porque los ugandeses "comenzaron a tomar conciencia del potencial del negocio", agregó.
Pero los productores afrontan una serie de desafíos, entre ellos la dificultad para acceder al crédito o a subsidios para comenzar nuevas plantaciones. "No tenemos apoyo", dijo Ronald Buule, un productor de la región central de este país.
Aunque formaron asociaciones locales para negociar con los intermediarios precios más justos para sus granos sin tostar, sus ganancias todavía no alcanzan para asegurar que contarán con suficientes herramientas e insumos, agregó Buule.
"Trabajamos mucho por poco dinero", se quejó. Muchos productores se vieron forzados a diversificar sus actividades y ahora también se dedican al cacao, bananas, naranjas, vainilla y hasta cría de aves de corral.
Ngabirano considera "una vergüenza" que no haya una compañía ugandesa que se encargue de la venta al público de marcas de café de este país.
El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, ha dicho que sólo se logrará el desarrollo económico cuando en lugar de vender materias primas se llegue a comercializar el producto final.
El proyectado Acuerdo de Asociación Económica (EPA) entre la Unión Europea (UE) y países en desarrollo agravará la explotación de los productores, afirmó Ngabirano. Los convenios requerirán que 77 ex colonias de África, el Caribe y el Pacífico ofrezcan, en reciprocidad, acceso a sus mercados internos a sus socios comerciales de sus antiguas metrópolis en la UE.
"Sería mucho mejor que las naciones europeas dejaran de lado los subsidios a sus industrias del café", dijo Ngabirano.
Dado que Uganda es un productor a bajo costo "no habría competencia. Si la UE realmente quiere liberalizar el comercio, debe encarar los subsidios", agregó.
Uganda comenzó a cultivar café orgánico hace diez años y ahora produce más de 2.000 toneladas anuales.
Varios entes europeos encargados de verificar la calidad orgánica de los productos han certificado que el café ugandés se ajusta a las normas. No se deben emplear fertilizantes químicos durante un período de tres años, considerados como la etapa de transición de los métodos convencionales a la modalidad orgánica.
Se realizan inspecciones para comprobar que se cumple con esas normas. Pero, según Ngabirano, "como en la mayoría de los casos los fertilizantes y químicos jamás estuvieron allí, sólo perdemos el tiempo".
Como consecuencia del costo de los agroquímicos, la mayoría de los productores son "orgánicos a la fuerza" aunque no cuentan con la certificación, agregó, que sólo fue otorgada a unos 15.000 cultivadores.
Los expertos, sin embargo, debaten las bondades de la producción orgánica y su rentabilidad.
Aunque el precio supera entre 20 y 30 por ciento al del café cultivado con fertilizantes inorgánicos, el volumen de la cosecha es inferior, justamente por no usarlos. "No logramos determinar qué es más conveniente", dijo Ngabirano.
Para complicar más el partido, Uganda afronta la amenaza del establecimiento de barreras no arancelarias por parte de la UE. Algunos ecologistas argumentan que las importaciones que se transportan por avión aumentan la contaminación ambiental.
Con ese criterio, este país jamás podrá elaborar productos terminados y venderlos en el mercado internacional.