ARQUITECTURA-MÉXICO: Polémica por lo alto

Auriestela Cerna levantó su mano derecha para señalar el sitio elegido por la alcaldía de la capital mexicana para construir, pese a la oposición de los vecinos, el edificio más alto de América Latina.

"No es bueno para la ciudad ni para nosotros. Nos afecta mucho", dijo a IPS Cerna, una maestra jubilada quien vive desde hace cuatro décadas en la zona noroeste de la ciudad de México, donde se autorizó a una firma nacional y a otra española a erigir la llamada Torre Bicentenario.

El alcalde Marcelo Ebrard lanzó la obra de 300 metros de altura el 23 de julio para celebrar el aniversario del inicio de la Guerra de Independencia con España en 1810, pero la iniciativa se ha topado con la decidida oposición de los habitantes de las zonas cercanas al proyecto, en el barrio de las Lomas de Chapultepec, un reducto de la clase alta de esta ciudad.

La alcaldía ha defendido el rascacielos con el argumento de los beneficios que supondrá su construcción: una inversión privada de 600 millones de dólares, la generación de 4.400 empleos y el impulso a la economía de la zona luego de su conclusión en 2010.

Pero los vecinos esgrimen otros argumentos.

Estudios realizados por tres comités vecinales señalan que la Torre Bicentenario tendrá un impacto negativo en 25 cuadras a la redonda, implicará una circulación agregada de 5.000 automóviles diarios y 20.000 personas más que requerirán de 100 autobuses urbanos adicionales, en una ruta caracterizada por su intenso tránsito.

Ya el anuncio de la obra colocó a dos trenes en ruta de colisión.

Ebrard, quien asumió en diciembre, anunció con fanfarrias el proyecto. Horas después Gabriela Cuevas, responsable de la Delegación Miguel Hidalgo, una de las 16 zonas en que se divide la ciudad de México, indicó que el edificio violaba las leyes de urbanización al no contar con estudios de impacto ambiental.

En respuesta, el alcalde, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), aseguró que se modificará la legislación vigente para dar vía libre a lo que sería el sello de su administración.

La pugna entre Ebrard y Cuevas, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), podría inscribirse dentro de la disputa que mantienen la izquierda mexicana y el presidente Felipe Calderón.

El PRD se niega a reconocer el triunfo de Calderón, del PAN, en las elecciones de julio de 2006, en las que venció por apenas 0,58 por ciento de votos a su candidato Andrés Manuel López Obrador, por considerar que hubo fraude.

Cuevas rechaza que la polémica por la Torre forme parte de esa fricción. "No es un pleito entre Ebrard y Cuevas. El proyecto viola la ley. El movimiento ciudadano la va a demoler", aseguró a IPS.

La obra violaría la Ley de Desarrollo Urbano del Distrito Federal y el Programa Parcial de Desarrollo de la demarcación territorial, afirman los críticos del proyecto.

La Delegación Manuel Hidalgo, que encabeza Cuevas, verificó el 8 de junio la situación de la obra y dos semanas después decretó la suspensión de los trabajos de construcción.

Los vecinos están en pie de guerra. El viernes se reunieron en asamblea y también plantean una consulta ciudadana, a desarrollarse esta semana, junto con la formación de tres comités para asuntos ambientales, arquitectónicos y legales.

"El edificio nos va a perjudicar. Tenemos 40 años de vender acá y seguramente nos van a trasladar", se quejó una vendedora de golosinas, cuyo puesto se sitúa en la calle donde se levantaría la Torre.

Es una zona cercana al Bosque de Chapultepec, uno de los principales pulmones verdes de la capital, donde se mezclan los comercios y residencias y escasean los edificios altos.

Los comités vecinales abrieron una página en Internet para recibir comentarios sobre la obra. Ya ha recibido docenas de mensajes.

"La edificación más imponente de las últimas décadas en la capital no proviene de una idea de reocupación urbana: es un baúl que cae del cielo. No se instala en una zona apropiada para su inmensidad, rompe con las reglas de ordenación urbana y agrede al vecindario", escribió Jesús Silva-Herzog Márquez, columnista del diario Reforma.

La obra afronta más obstáculos. Para erigir el rascacielos hay que demoler un edificio que se construyó en 1948, que figura entre los sitios protegidos por el Instituto Nacional de Bellas Artes por su valor arquitectónico e histórico.

La Torre abarcará un área de 387.000 metros cuadrados y tendrá tres auditorios, un salón de fiestas, tres restaurantes y un museo. Su diseño pertenece al holandés Rem Koolhass y tres estudios arquitectónicos mexicanos. Koolhass ganó el Premio Pritzker de Arquitectura en el año 2000, el equivalente al Premio Nobel en esa disciplina.

Este "monumento" para celebrar el bicentenario de la independencia se inspiró en la pirámide de Kukulcán, del sitio maya de Chichén Itzá, ubicada en el sudoriental estado de Quintana Roo. La pirámide fue elegida poco tiempo atrás como una de las nuevas siete maravillas del mundo, a través de una votación en Internet auspiciada por un empresario suizo, que generó polémicas.

Entre las obras del urbanista holandés figuran la Biblioteca Pública de Seattle, noroccidente de Estados Unidos, la torre de la Televisión Central en Beijing y la Casa de la Música de Porto, Portugal.

"Un edificio pretende suplir la ausencia de un proyecto de ciudad. Que el gobierno del Distrito Federal lo adopte como símbolo de su modernidad es, en realidad, una confesión. La torre del bicentenario es el icono de una ciudad a la deriva", enfatizó Silva-Herzog Márquez.

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