Con una serie de ataques suicidas el fin de semana, que causaron unas 80 muertes, los grupos radicales del noroeste de Pakistán que simpatizan con el movimiento islamista afgano Talibán enterraron el acuerdo de paz con el gobierno del presidente Pervez Musharraf.
Los atentados fueron en represalia por la incursión militar de la semana pasada a la Mezquita Roja de Islamabad, donde radicales islámicos estuvieron atrincherados y mantuvieron secuestrados a varios estudiantes. Esa operación habría terminado con más de 100 muertos, entre ellos niños y niñas.
"El acuerdo de paz ha terminado", dijo el portavoz de los rebeldes, Abdulá Farhad, a periodistas en esta ciudad, capital de la Provincia de la Frontera Noroccidental y principal entrada a Afganistán.
Funcionarios de gobierno informaron que al menos 44 personas murieron el domingo en diversos atentados con bomba. Mientras, un convoy militar fue atacado cuando se trasladaba por el distrito Swat, matando a 18 personas, y un suicida hizo estallar una bomba en un centro de reclutamiento de la policía, causando 26 muertes.
El sábado, al menos 26 soldados murieron en un atentado con coche bomba en Waziristán del Norte.
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El Talibán distribuyó panfletos en la localidad de Miranshah anunciando el fin del acuerdo de paz de 10 meses con el gobierno.
"Hemos firmado un acuerdo para la seguridad y la protección de las vidas y las propiedades de nuestro pueblo. Pero las fuerzas del gobierno continuaron lanzando ataques contra el Talibán y mataron a muchas personas", señalaba.
Según el acuerdo del 5 de septiembre de 2006, el ejército pakistaní, que luchaba contra el Talibán y la red terrorista Al Qaeda, suspendió todas sus operaciones en el noroeste, en el marco de un entendimiento entre Estados Unidos y el ejército de Afganistán.
A cambio, los combatientes islámicos aceptaron detener sus ataques transfronterizos contra las fuerzas de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que respaldan al gobierno del presidente Hamid Karzai.
Pero ninguna de las partes quedó satisfecha con la puesta en práctica del acuerdo.
Los ataques del fin de semana contra las fuerzas de seguridad fueron perpetrados luego de que el clérigo Maulana Fazlullah llamara a la "yihad" (guerra santa) contra el gobierno por haber ingresado la Mezquita Roja.
Por su parte, Musharraf defendió la acción del ejército señalando que la guerra contra el terrorismo estaba lejos de terminar. También indicó que los militares restauraron la autoridad del Estado al poner fin a la protesta en la mezquita, dirigida por dos clérigos hermanos que exigían la adopción de la "shariá" (ley islámica).
El más joven de los clérigos, Abdul Rashid Ghazi, murió en la redada, luego de haber concedido entrevistas televisivas en las que afirmó que Musharraf actuaba en nombre de Washington.
El jueves, una vez finalizado el asedio, Musharraf dio un discurso ante la nación y subrayó que no permitiría que ningún seminario ni mezquita sea convertido en una fortaleza, como lo hicieron los clérigos con la Mezquita Roja.
Tras constatar vínculos entre la administración de la Mezquita Roja y elementos radicales en la Provincia de la Frontera Noroccidental, el mandatario anunció el fortalecimiento de los servicios de seguridad con equipos y un entrenamiento especial de seis meses para la lucha antiterrorista con apoyo del ejército.
Musharraf "fijó el curso a seguir en el futuro, y si lo mantiene hay cierta esperanza de éxito en su lucha contra el terrorismo", dijo a IPS el analista político y en materia de defensa Ikram Sehgal, de Karachi.
Al detallar la estrategia del gobierno para combatir el extremismo religioso en la Provincia de la Frontera Noroccidental, el presidente dijo: "Ya hemos provisto de tanques a algunas agencias de seguridad y les daremos aun más equipos con armas modernas para enfrentar a los fanáticos y militantes".
En relación a los ataques del fin de semana, el ministro del Interior, Aftab Sherpao, anunció que el gobierno responderá. "Hemos insistido en que ellos (los líderes tribales y combatientes islámicos) no siguen el acuerdo. Ahora el gobierno está justificado para tomar alguna acción".
"El gobierno de Mushrarraf está en su punto más débil en términos de autoridad moral religiosa. Cuando se involucran temas religiosos, necesitas una autoridad moral más alta, no sólo un poder militar legalmente correcto. Cuando no se tienen credenciales religiosas, el gobierno debe mostrar moderación", dijo el analista de defensa Zaid Hamid, del centro académico Brass Tacks.
De especial preocupación para Islamabad es la mala publicidad en su contra por el alto número de muertos en la redada contra la Mezquita Roja, incluyendo mujeres y niños. "Habrá una reacción contra los intentos del gobierno de ocultar las cifras de las víctimas cuando comience a aumentar la lista de personas desaparecidas", predijo Hamid.
"No había razón para que el Estado ocultara los números. Es obvio que frente a ese tipo de operación habría víctimas, y el público lo habría aceptado. Según los informes de varias fuentes confiables, 104 personas murieron", dijo Sehgal.