MUJERES-SIERRA LEONA: En la cocina de la política

Cuando Iyesha Josiah dijo el año pasado que su meta era postularse para las próximas elecciones generales de Sierra Leona en agosto y ganar un escaño en el parlamento, todos pensaron que estaba bromeando.

Una mujer que intenta hacerse un lugar en el escenario político puede generar una sorpresa lindante con la condena en este país de África occidental. Incluso una mujer tan calificada como Josiah, experimentada activista por los derechos de las mujeres y la alfabetización.

"Tuve la confianza para aventurarme en esta área tan rara (para una mujer) que es la participación política, considerada asunto de hombres", dijo Josiah, exhibiendo una calma determinación.

Su intento tuvo corta vida: no logró apoyo del partido para su candidatura, presuntamente por fraude en las primarias. Sin embargo, la experiencia de Josiah puso de relieve los desafíos que enfrentan las mujeres que aspiran al parlamento con vistas a las elecciones del 11 de agosto.

Los comicios presidenciales y legislativos serán los segundos en Sierra Leona desde el fin en 2002 de una brutal guerra civil que duró 11 años, y los primeros desde la retirada en 2005 de los efectivos de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que ayudaron a garantizar la seguridad en las últimas elecciones.
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Entre los obstáculos que se interponen en el camino de las mujeres no son menores las dificultades creadas por el regreso, a comienzos de este año, a un sistema electoral basado en distritos.

Para las elecciones de 2002 y para unas previas en 1996, Sierra Leona utilizó un sistema de representación proporcional que asigna escaños a partidos según la cuota de votos que obtienen.

La representación proporcional se considera más efectiva para permitir a las mujeres obtener cargos. Es más fácil que los partidos nominen a candidatas en sus listas que combatir la discriminación de género en cada distrito.

En los comicios de 2002 se triplicó la cantidad de escaños en manos de mujeres, que ahora ocupan 14 por ciento de los puestos parlamentarios.

La reintroducción del sistema de circunscripciones electorales suscitó temores de que a las mujeres les resulte más difícil obtener escaños en las elecciones del mes próximo, dijo Nemata Eshun-Baiden, cofundadora del no gubernamental Grupo 50/50, que aspira a aumentar la participación política de las mujeres.

Además, creencias profundamente arraigadas que relegan a las mujeres a roles domésticos continúan impidiéndoles participar más activamente en la política.

"Sierra Leona aún debate la presencia de mujeres en puestos de toma de decisión. En el sur, los líderes tradicionales dijeron que no permitirán a las mujeres participar en política, arguyendo que no respetan a los hombres", señaló la coordinadora de la no gubernamental Campaña para la Buena Gobernanza, Valnora Edwin.

Aunque actualmente hay tres mujeres en el gabinete y una preside la Comisión Electoral Nacional, ninguno de los tres principales partidos políticos de Sierra Leona eligió a una mujer como su respectiva candidata presidencial.

Mientras, las leyes consolidan las creencias tradicionales. Bajo el derecho consuetudinario, que rige en la mayor parte del país, una mujer es considerada posesión de su esposo.

"Aquí, lo tradicional es el patriarcado, y por lo tanto todas las decisiones y las políticas fueron tomadas por hombres. Pedirles a los hombres que revisen esas políticas y decisiones no es fácil", subrayó Edwin.

No obstante, organizaciones feministas presionan para que 30 por ciento de los escaños sean reservados para mujeres, reflejando el punto de vista ampliamente difundido de que las mujeres necesitan un tercio de los asientos para tener influencia en el parlamento.

La ministra de Salud, Abator Thomas, confía en que se apruebe una legislación para introducir esta cuota. "Las mujeres no estamos sólo para la cocina. También deberíamos estar en el parlamento", dijo.

Sin embargo, a muchas les preocupa más qué servir a la hora de la cena que participar en la política. Y es que la pobreza opera como un disuasivo.

Sarah Mansaray vende mercaderías en la feria capitalina de Pueblo Congo desde hace 13 años. Concentrada en llevar comida a su mesa, lo único que le importa a Mansaray de las inminentes elecciones es que le generen algún alivio económico. "Si el costo de vida y las tarifas de los hospitales bajan, y si nuestros hijos van a la escuela, yo estaré agradecida", afirmó.

Según el Informe de Desarrollo Humano 2006, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), alrededor de tres cuartos de la población de Sierra Leona vive con menos de dos dólares diarios. Muchas mujeres que quedaron viudas a raíz de la guerra se esfuerzan por mantener a sus hijos por su cuenta.

En un taller realizado por la Red de Paz de las Mujeres del Río Mano y la Sociedad Cooperativa de Esposas de las fuerzas armadas de Sierra Leona, la agenda incluyó un debate sobre la importancia de la participación femenina en las elecciones. Pero pronto los delegados comenzaron a hacerse eco de las observaciones formuladas por Mansaray en Pueblo Congo.

"¡Queremos agua! ¡Queremos luces! ¡Queremos aumentos salariales!", urgió Sarah Conteh, una de las esposas de los militares. Sus pares coincidieron con ella a coro.

La pobreza también conspira con la tradición de negarles a las mujeres la educación clave para competir en comicios.

Josiah señaló que la ley estipula un cierto nivel de escolaridad de parte de las candidatas. Pero solamente una de cada cuatro mujeres en Sierra Leona puede leer, según el Informe de Desarrollo Humano 2006.

"Así que, si la mayoría de las mujeres son analfabetas, es un pequeño porcentaje el que califica para lo que estamos hablando", agregó Josiah.

"Miren la capacidad de las mujeres. ¿Cuántas recibieron una educación superior que las habilite a ocupar esos escaños? Muy pocas", enfatizó Edwin.

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