La petrolera estatal mexicana Pemex hizo temblar este jueves a unas 5.000 personas con cuatro explosiones en gasoductos del central estado de Jalisco. Si bien no hubo muertos, una tragedia es inminente pues casi la mitad de los 54.000 kilómetros de tuberías de la empresa están en pésimas condiciones, según ambientalistas.
Las explosiones, ocurridas en horas de la madruga y seguidas de incendios, obligaron a la evacuación de 5.000 personas de cinco comunidades de Jalisco, colindantes a la zona del accidente.
"Pemex (Petróleos Mexicanos) espera que en las próximas horas se confine el fuego para comenzar con el peritaje con el fin de detectar las causas que provocaron dichos incidentes", señaló la empresa en un escueto comunicado.
Lo ocurrido en Jalisco, cerca de su capital, Guanajuato, fue uno más de muchos accidentes registrados en instalaciones de Pemex, responsable de 57 por ciento de las emergencias ambientales que se presentan cada año en México con materiales peligrosos, según la gubernamental Procuraduría Federal de Protección al Ambiente.
Setenta por ciento de los accidentes vinculados a la petrolera afectan suelos, 30 por ciento al agua y 10 por ciento al aire, señaló la Procuraduría.
En los últimos seis años, hubo casi 6.000 derrames de combustibles desde las instalaciones de Pemex, que vertieron al mar ríos y suelos unas 55.000 toneladas de hidrocarburos.
"Por el deterioro de sus instalaciones y su irresponsabilidad para enfrentar riesgos y accidentes, el trabajo de Pemex debe ser considerado un asunto de seguridad nacional", dijo a IPS Cecilia Navarro, portavoz de la organización ecologista Greenpeace en México, que ha seguido de cerca el desempeño ambiental de la empresa.
"Lo de Guanajuato no fue un hecho aislado, sino parte de un peligroso patrón que puede derivar en un accidente de grandes proporciones", advirtió Navarro.
De los 54.000 kilómetros de gasoductos, poliductos y oleoductos y de los 2.000 kilómetros de tendidos submarinos de Pemex, al menos unos 25.000 kilómetros se encuentran en malas condiciones y pueden presentar fallas y accidentes de consideración, sostiene Greenpeace.
Informes de la empresa, que ejerce el monopolio en la exploración, explotación y refinación de petróleo y gas, indican que 10.405 kilómetros de sus tuberías tienen más de 30 años de uso y que 7.400 kilómetros están ya fuera de operación.
Los accidentes son recurrentes en las instalaciones de Pemex, si bien la empresa asegura que ha hecho todo lo que está a su alcance para tener un desempeño ambiental de excelencia. Uno de los últimos accidentes se registró el 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, con un profuso derrame de aceite y agua en una planta en el estado de Tamaulipas, este del país.
A finales de junio y luego de casi dos años de una explosión en un gasoducto que dejó cinco muertos y daños en 115 hectáreas en poblados del sureño estado de Tabasco, en el golfo de México, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente concluyó que Petróleos Mexicanos fue responsable y le emitió una multa de casi 200.000 dólares.
En marzo, el presidente Felipe Calderón reconoció que parte de la red de tuberías de Pemex, que atraviesa todo el país, se encuentra obsoleta, representa un riesgo y produce complicaciones periódicas a la población y al ambiente.
Ante directivos de esa firma y de manera pública, el mandatario se comprometió a realizar los cambios necesarios para modernizar la empresa, afectada por una falta constante de recursos.
México es el sexto productor mundial de crudo, con 3,3 millones de barriles diarios, de los cuales exporta 1,8 millones, y dueño de una de las 10 más grandes compañías del sector, Pemex.
Pero pese al boyante momento de la industria petrolera, con precios internacionales que han alcanzado picos históricos en los últimos años, Pemex está quebrada y las reservas nacionales tienen un horizonte de unos 10 años, según los expertos.
Las deudas de Pemex superan el valor de su patrimonio. La falta de recursos la ha llevado a realizar muy poca exploración, y sus costos de explotación son muy altos. Además, casi todos sus ingresos se vuelcan directamente a las arcas del Estado para financiar 36,1 por ciento del presupuesto nacional, el doble de lo que sostenía 20 años atrás.
Aunque en los últimos seis años los ingresos de Pemex aumentaron 100 por ciento gracias al incremento de los precios del crudo, la empresa consiguió poco dinero para invertir, pues la parte del león se la lleva el Estado y la destina casi en su totalidad a erogar sueldos de la administración pública.
"Pemex es todo un problema, pero sobre todo un riesgo para la población, así que pedimos al gobierno que lo declare asunto de seguridad nacional para que se pueda atender sus falencias en materia de riesgos y ambiente", dijo la ambientalista Navarro.