EEUU-INDIA: Cómo aprendí a amar la bomba

El acuerdo de cooperación nuclear entre Estados Unidos e India disparó comentarios negativos de activistas por la paz, expertos en desarme y opositores al uso de esa tecnología para la producción de energía.

"El pacto estratégico entre Washington y Nueva Delhi puede generar una carrera armamentista entre India y Pakistán y también con China", dijo a IPS el director ejecutivo del Comité de Abogados sobre Política Nuclear de Nueva York, John Burroughs.

El acuerdo también socava las perspectivas de avanzar en el campo del desarme y la no proliferación de armas atómicas, agregó Burroughs.

El subsecretario general a cargo de asuntos de desarme de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Jayantha Dhanapala, consideró que el pacto "tiene el peligroso potencial de iniciar una carrera nuclear entre China, India y Pakistán, de desastrosas consecuencias para la paz y el desarrollo económico de Asia".

El gobierno indio, en cambio, señaló que el acuerdo no desestabilizaría a la región ni desataría una carrera armamentista.

Según el asesor de Seguridad Nacional de India, N. K. Narayanan, tampoco habrá un "pacto gemelo" entre China y Pakistán.

"Este acuerdo no es una excusa para incrementar nuestra capacidad estratégica", declaró Narayanan a la prensa en Nueva Delhi.

Estados Unidos e India llegaron a un entendimiento para compartir tecnología y combustibles para centrales nucleares. La nación asiática jamás firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) y posee su propio arsenal atómico..

Zia Mian, de la Escuela Woodrow Wilson de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Princeton en Estados Unidos, indicó a IPS que Washington encuentra en el pacto beneficios estratégicos y económicos.

Washington procura contrarrestar la creciente influencia de China al sellar un tratado con un país que ha estado históricamente en malos términos con el régimen de Beijing, según Mian, entre otros analistas de política internacional.

"Pero la población de India y Pakistán pagará el precio, pues el acuerdo desatará una carrera armamentista atómica entre esos dos países", agregó.

El tratado permite a Nueva Delhi aumentar su capacidad de producción de materiales que podrían emplearse para la fabricación de armas atómicas. Pakistán ya anunció que hará todo a su alcance para no quedar rezagado.

India y Pakistán, que a lo largo de su vida independiente se enfrentaron en varias guerras, realizaron en 1998 sus primeras pruebas declaradas con armas nucleares, a su turno y con pocos días de diferencia.

Ambos países, los más poblados de Asia meridional, se constituyeron en 1947, con la retirada de las autoridades coloniales británicas de la región. La mayoría de la población india profesa la religión hindú y la pakistaní, la musulmana.

"El 'establishment' nuclear en ambos países será más poderoso, restará recursos del área de desarrollo social" para dedicarlos a la consolidación de sus arsenales "y aumentará el peligro de una confrontación atómica en el Sudeste de Asia", dijo Mian.

El subsecretario de Estado (vicecanciller) de Estados Unidos, Nicholas Burns, quien estuvo al frente de las negociaciones, negó que el acuerdo con India fuera un ejemplo de doble discurso en su gobierno, que propone castigar a Irán por mantener su programa de desarrollo nuclear.

"Este entendimiento envía un mensaje a regímenes renegados, como el de Irán, de que si se comportan responsablemente no serán penalizados", dijo Burns a la prensa la semana pasada.

Según el gobierno de George W. Bush, el programa de energía nuclear iraní oculta ambiciones armamentistas.

Además de India, Israel y Pakistán se han negado a firmar el TNP. Irán, en cambio, es parte del tratado.

El pacto entre Washington y Nueva Delhi, llamado "Acuerdo 123", permitirá a India instalar una nueva planta de enriquecimiento de uranio con fines civiles, fundamentalmente utilizando reactores y asesoramiento procedentes de su flamante socio.

Sin embargo, el propio presidente Bush había señalado en 2004 que "países que procuran emplear la energía nuclear con fines pacíficos" no necesitan aumentar su "capacidad de enriquecimiento y reprocesamiento" de material atómico.

"Los detalles del 'Acuerdo 123' permanecen envueltos en el misterio", dijo Dhanapala a IPS. "Pero, según lo que trascendió, se trata de un crudo ejemplo de 'realpolitik' que pisotea los principios de la no proliferación en total ignorancia del TNP."

Asimismo, indicó que se envía "una mala señal a la inmensa mayoría de los firmantes del TNP que se han atenido fielmente a las obligaciones del tratado".

La semana pasada, Burns declaró a la prensa que el acuerdo con India alentaría a terceros países a desarrollar armas nucleares fuera del marco del TNP.

Cuando se negoció el tratado de no proliferación, recordó Burroughs, India dijo claramente que no aceptaría un mundo dividido entre quienes tuvieran armas nucleares y aquéllos que no y, en consecuencia, se negó a firmarlo.

"El problema del pacto entre Washington y Nueva Delhi no es que reconoce que India tiene un arsenal atómico", agregó. "Lo malo es que ni India ni Estados Unidos dan muestras de trabajar para eliminar sus arsenales junto con otros estados que poseen este tipo de armas."

El tratado no exige a India detener la producción de material nuclear apto para la fabricación de bombas, ni que deje de construirlas con los componentes que ya ha almacenado.

"En suma, se le ha dado a Nueva Delhi el certificado de miembro del club de los poseedores de armas atómicas", agregó.

Mian remarcó que el pacto Washington-Nueva Delhi es una clara violación a la resolución 1.172, aprobada por la unanimidad del Consejo de Seguridad de la ONU el 6 de junio de 1998, luego de la seguidilla de detonaciones atómicas realizadas por India y Pakistán.

Esta resolución exigía reclamaba a las dos potencias de Asia meridional "detener de inmediato los programas de desarrollo de armas nucleares".

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