AMBIENTE-MÉXICO: Tan lejos de Dios y tan cerca de Venecia

La ciudad de México, una de las más pobladas del mundo, podría convertirse en la Venecia de América Latina, aunque sin «gondolieri» que ofrezcan serenatas a los turistas mientras mueven sus remos.

Los expertos advierten que esta capital podría quedar sumergida bajo cinco metros de agua durante varias semanas. La ciudad tiene 8,7 millones de habitantes, lo que la coloca en el puesto 12 entre las más pobladas del mundo.

La causa de la amenaza es la intensa extracción de agua en el Valle de México, que ha desviado los canales del principal sistema de drenaje de la capital, ya castigados desde hace tiempo por falta de mantenimiento.

El director de la gubernamental Comisión Nacional del Agua (CNA), José Luis Luege, dijo a la prensa que la excesiva extracción genera movimientos de tierra subterráneos que repercuten en la superficie y los tubos de desagüe.

La sobreexplotación del recurso, explicó, se ubica en torno al doble de la capacidad del manto acuífero del Valle de México, donde se localizan la capital y los principales municipios del estado (provincia) de México, cuya población supera los 20 millones de personas.

Luege indicó que se extraen 59.500 metros cúbicos de agua por segundo, mientras que la capacidad de renovación del acuífero es de 31.600.

Los desplazamientos subterráneos han provocado que los caños del Sistema de Drenaje Profundo, el más importante de la ciudad, que transporta el agua residual y de lluvia, pierdan pendiente y ya no puedan realizar el desagote con normalidad.

Además, las intensas lluvias de las últimas semanas han puesto al principal sistema de drenaje al borde de su capacidad: estuvo a punto de rebalsarse en 15 ocasiones durante los últimos meses.

Los expertos estiman que si se produce una gran inundación, un área de entre 200 y 400 kilómetros cuadrados quedaría cubierta por el agua, afectando a una población que oscilaría entre los cuatro y los ocho millones de personas.

El viejo dicho popular sobre el "drama" de México, que estaría "tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos", podría modificarse en su última parte, para ubicar a este país más cerca de Venecia, aunque con todas las desventajas y ninguna de sus virtudes (el atractivo turístico de una ciudad donde algunas de sus "calles" serían canales, pero no por obra de la naturaleza sino por el mazazo de una catástrofe).

Estudios del Instituto de Ingeniería de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Colegio de Ingenieros Civiles advierten del riesgo que se cierne sobre el drenaje profundo, de 110 kilómetros de longitud, cuya construcción se inició en 1967 y concluyó en 1976.

"Actualmente se tiene un rezago acumulado en la capacidad de descarga, de tal forma que el riesgo de inundaciones catastróficas es ya muy alto", señala el diagnóstico elaborado por un investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, Ramón Domínguez.

Las inundaciones no son novedad en la ciudad de México.

En el siglo XIII, los mexicas, el pueblo indígena que dominó gran parte de México, se instalaron en el islote de Tenochtitlán, en una zona que incluía cinco lagos. Construyeron canales para comunicarse con otras comunidades, sin cambiar el curso de los ríos.

Luego de conquistar Tenochtitlán, los españoles alteraron la infraestructura hídrica erigida por los indígenas, lo que provocó inundaciones de gran magnitud, como la de 1555.

La legislatura de la capital identificó 322 sitios en riesgo de inundación en este distrito federal, que se hunde anualmente entre 10 y 40 centímetros.

"Necesitamos un mapa de riesgos geológicos, donde se señale con toda claridad las áreas más seguras, las que podrían estar más expuestas, y con ello establecer programas de protección civil, identificar las zonas más fácilmente inundables, de deslaves", señaló a IPS el presidente de la Federación Mexicana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, Jorge Sánchez.

La prioridad deberían ser aquellas zonas que podrían inundarse con una cantidad de lluvia normal. "Luego, en función de la cantidad de agua que cae, habría que ver otras áreas afectadas y a partir de ahí establecer programas de protección civil", sugirió Sánchez.

La alcaldía (municipalidad) de la capital y especialistas del Instituto Politécnico Nacional ya iniciaron la elaboración del mapa de riesgos.

Asimismo, se encuentra en marcha la construcción de cinco bombas, con una capacidad de desaguar 99 metros cúbicos de agua por segundo y que empezarían a funcionar en diciembre. Su puesta en marcha permitiría la reparación del Sistema de Drenaje Profundo.

El promedio anual de lluvia sobre la capital oscila entre los 700 y 800 milímetros. El Servicio Meteorológico Nacional prevé más de 60 tormentas entre agosto y octubre en la ciudad, lo que supone una fuerte presión sobre el Sistema de Drenaje Profundo.

Domínguez propuso medidas como la reforestación, la atención de cuencas y el levantamiento de presas, que son construidas con piedra en los lechos de los arroyos.

"Deben realizarse con un programa intenso que se aplique lo antes posible, aunque signifique grandes inversiones. En caso contrario, no pasarán muchos años para que se presenten inundaciones que podrían afectar a millones de personas", advirtió.

Las últimas inundaciones graves en la ciudad se produjeron en 1951, cuando el centro capitalino quedó sumergido bajo el agua durante tres meses.

La capital mexicana también ha sufrido en los últimos tiempos la aparición de grietas, como las surgidas en barrios del sur y del este. En Iztapalapa, en el sur de la ciudad, aparecieron a inicios de julio boquetes de unos 22 metros de profundidad y 30 de largo, que afectaron las viviendas de la zona.

Días después, un joven de 22 años cayó con un automóvil en una grieta y su cuerpo fue rescatado a 22 metros de profundidad, entre lodo, piedras y restos, por lo que el gobierno capitalino desalojó a más de 200 personas. Otras seis zonas del distrito federal también presentan grietas.

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