AGRICULTURA-BRASIL: En busca de un etanol sustentable

Para minimizar las críticas internacionales que recibe la industria del alcohol de caña de azúcar, el gobierno de Brasil anunció que prohibirá los cañaverales en la Amazonia y en el Pantanal.

Además, investigadores y productores apuntan a eliminar la quema de los cañaverales y promueven la recolección de caña cruda, la siembra directa y la rotación con cultivos de alimentos para dar respuesta a los principales temores que despierta una expansión descontrolada de la caña.

Tras la divulgación este año de nuevos datos científicos sobre el grave impacto del calentamiento global causado sobre todo por los combustibles fósiles, el etanol o alcohol carburante pasó a ser visto como alternativa para reducir el consumo de gasolina, pues su combustión emite menos gases de efecto invernadero.

Este atributo ecológico aceleró el boom de la industria alcoholera brasileña y dio pie a preocupaciones ambientales, voceadas con insistencia por los presidentes Fidel Castro, de Cuba, y Hugo Chávez, de Venezuela.

La quema de las cañas para eliminar las hojas o rastrojos antes de la cosecha, que se practica en la mayoría de las plantaciones, lanza a la atmósfera casi 4.500 kilogramos de dióxido de carbono por hectárea.

Otro temor es que los nuevos cañaverales ocupen áreas destinadas a alimentos, como ocurrió en los últimos años en la zona de Monte Azul, en el norte del sureño estado de São Paulo, tradicional productora de naranjas que ha visto reemplazadas muchas huertas frutales por caña. Una posible mayor deforestación de la Amazonia también desvela a los ambientalistas.

En parte para atajar esos argumentos, el Ministerio de Agricultura de Brasil anunció el 17 de este mes que prohibirá los cañaverales en la Amazonia y en el Pantanal, gigantesco humedal ubicado en el oeste de este país. La prohibición se hará efectiva mediante un ordenamiento territorial de las áreas en las que podrán practicarse nuevas siembras, y que estará listo en un año.

El propósito es incentivar el avance de la caña en zonas agrícolas ya degradadas por pasturas. Otra medida anunciada es la certificación social y ambiental de toda la cadena productiva azucarera, en la que trabajan técnicos de la Empresa Brasileña de Pesquisas Agropecuarias y que será discutida en breve con los empresarios del sector.

"La expansión de la caña en São Paulo ya se da sobre todo en zonas de pasturas, e incluso integrada a la agropecuaria. No hay necesidad de ocupar bosques, pues este país tiene mucha tierra degradada disponible", dijo a Tierramérica Marcos Landell, director del Centro de Caña del Instituto Agronómico (IAC por sus siglas en portugués).

Un estudio del IAC, vinculado al gobierno del estado paulista, muestra que en los últimos 30 años la productividad pasó de 65 toneladas de caña o 90 toneladas por hectárea. También creció la cantidad de cosechas que admiten las plantas, de tres a seis, lo que abatió los costos de nuevas siembras y su impacto ambiental.

Aumenta asimismo la recolección mecánica de la caña cruda. Así las hojas no se queman y caen al suelo como abono. Según Landell, en algunas zonas se depositan hasta 20 toneladas de rastrojos por hectárea y por año, que representan un gran retorno de material orgánico para los suelos tropicales.

La caña ocupa hoy siete millones de hectáreas en Brasil, cuatro millones de ellas sólo en São Paulo. Con la productividad de 30 años atrás, se necesitaría el doble de superficie para obtener la misma cantidad de alcohol que hoy se obtiene, unos 7.000 litros por hectárea que los empresarios esperan llevar hasta 11.000 litros en los próximos años, mediante mejoramientos genéticos e industriales.

En 15 años más, el aumento del rendimiento en todo el sistema productivo debería ser de 80 por ciento. "De este modo, el área plantada no pasaría de 30 millones de hectáreas", según el investigador Landell.

En la última década, los planes de mejoramiento permitieron plantar más de 80 tipos de caña azucarera, "el cultivo con mayor cantidad de variedades en cada predio. Esta diversidad crea resistencia y sirve como protección a las enfermedades", explicó.

Se usan por tanto menos plaguicidas, pues las variedades desarrolladas son resistentes a muchas enfermedades habituales de los cañaverales.

Según el IAC, el avance azucarero puede impulsar la producción de alimentos. Del total plantado en Brasil, 15 por ciento queda disponible cada año para la rotación de cultivos en función de la renovación de los cañaverales, lo que representa millones de hectáreas que pueden destinarse a plantar soja, cacahuete y otros cultivos.

En la zona paulista de Ribeirão Preto, la siembra directa, sin remoción ni limpieza del suelo, es cada vez más usada cuando se renuevan cañaverales. Los cañeros siembran y cosechan variedades precoces de soja y cacahuete sobre los rastrojos de caña, antes de iniciar una nueva plantación.

En algunos establecimientos, la nueva caña se planta inclusive sobre los residuos sin remover de las leguminosas cosechadas. "Ésta es una tendencia irreversible", afirmó Landell.

La siembra directa sin quema de las hojas puede adoptarse en todas las regiones cañeras de Brasil, afirma la Agencia Paulista de Tecnología de los Agronegocios (APTA).

Se estima que la cosecha de caña cruda captura una tonelada de dióxido de carbono por hectárea.

"Cuando la recolección de caña cruda, cuyos residuos aumentan la humedad y fertilidad del suelo, se suma a la siembra directa, se potencian los beneficios ambientales", dijo a Tierramérica el investigador Denizart Bolonhezi, de la APTA.

En Ribeirão Preto, hay 40.000 hectáreas de cacahuete plantadas con siembra directa y tradicional en áreas de renovación de caña. Dos cooperativas, Coopercana, en la zona de Sertãozinho, y Coplana, en Guariba, reciben y venden la oleaginosa.

"Con la tecnología actual, se puede conciliar la producción de alimentos y de caña" para etanol, aseguró Bolonhezi.

Los avances brasileños permiten que la expansión del alcohol carburante tenga bases sustentables, afirman sus promotores.

Resta saber si el gobierno conseguirá establecer en los hechos criterios de producción adecuados para el ambiente y, sobre todo, fiscalizar las nuevas áreas plantadas fuera de su territorio, que Brasilia impulsa en la búsqueda de combustibles más ecológicos que los hidrocarburos.

* El autor es colaborador de Tierramérica. Publicado originalmente el 21 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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