Turquía refuerza su preparación militar contra los rebeldes kurdos de Iraq como preludio a una posible incursión transfronteriza a la que se oponen Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y el propio gobierno iraquí.
Tres provincias turcas que limitan con Iraq ya fueron declaradas zonas de "seguridad especial", restringiendo el acceso civil debido a un aumento de los atentados con bomba en ciudades, incluyendo a Ankara y a Estambul, y de los ataques contra militares.
Aunque nadie se atribuyó los atentados, la condena oficial y pública se dirige a los insurgentes del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) que ingresaron clandestinamente desde Iraq.
Mientras, soldados y maquinaria militar se acumulan en el escarpado y empobrecido sudeste del país, poblado por kurdos.
El periódico Milliyet también informó el sábado que efectivos turcos ya estaban bombardeando a rebeldes del PKK en áreas fronterizas dentro de Iraq.
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Hasta ahora, pese a los pedidos para que se tomen medidas decisivas contra unos 3.000 rebeldes secesionistas de ese partido refugiados en Iraq, no hubo mayores incursiones.
Pero eso no fue descartado y, si ocurre, podría tener serias consecuencias para Turquía, Iraq y el resto de la región.
En abril, el general Yasar Büyükanit, jefe del Estado Mayor Conjunto del poderoso ejército turco, anunció públicamente que una operación transfronteriza era factible si el gobierno daba el visto bueno.
La administración del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, que se prepara para las elecciones nacionales para el 22 de julio, adoptó una postura más moderada y señaló que se necesita una acción decisiva contra los rebeldes kurdos dentro de Turquía antes de aventurarse con los que buscaron refugio en Iraq.
No obstante, no excluyó una eventual expedición militar hacia el norte iraquí.
Pero el gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), de raíces islámicas, podría tener dificultades para ordenar una operación militar a pesar de cuenta con 353 de los 550 escaños parlamentarios.
El poder "extraparlamentario" —particularmente el ejército y la opinión pública— también tiene su posición tomada, como evidenció hace poco. Erdogan, otrora un fervoroso islamista, retiró su posible candidatura a la presidencia tras las protestas masivas contra la campaña organizada por el sistema secular.
Luego, cuando el gobernante AKP nominó a la presidencia al ministro de Relaciones Exteriores, Abdullah Gul, también ex islamista, el ejército intervino con un repentino anuncio de medianoche que fue visto como contrario a la candidatura de Gul. Los militares advirtió contra el cercenamiento de los valores islámicos en una república secular.
La candidatura de Gul no logró conseguir la mayoría parlamentaria requerida, y una enmienda constitucional está pendiente para hacer que el pueblo elija al presidente en forma directa, y no a través del parlamento.
Esta vez, pese a la moderación del primer ministro, generales retirados y partidos de la oposición aparecen en programas periodísticos televisivos, urgiendo a una severa acción militar contra los rebeldes del PKK, incluida una incursión en territorio iraquí.
Los funerales de los soldados caídos a menudo se convierten en motivos de protestas contra el gobierno por su posición, que se percibe como blanda.
En otra medida independiente desde el gobierno, el ejército urgió a una "reacción masiva" por parte del público contra el terrorismo del PKK. Una serie de manifestaciones públicas están previstas para los próximos días.
Aunque una incursión en Iraq para perseguir a los rebeldes del PKK ciertamente calmaría al público turco, también podría salir mal, y cualquier éxito aparente podría ser más perjudicial a largo plazo, según algunos analistas.
El profesor Sedat Laciner, presidente de la Organización Internacional de Investigaciones Estratégicas, grupo turco de expertos independientes, cuestionó la idea de una campaña a gran escala en Iraq en un informe que se transformó en objeto de debate nacional.
"Puede apartar de modo irreversible a Turquía de sus objetivos internos y exteriores (el crecimiento económico y la membresía de la UE), y los acontecimientos podrían irse de las manos luego de su inicio", dijo a IPS.
Una operación transfronteriza podría resultar en la muerte de "unos cientos de terroristas", pero también cimentar el camino para el reclutamiento de muchos más insurgentes, añadió.
Laciner no descarta la posibilidad de que efectivos turcos que persiguen a rebeldes del PKK puedan encontrar la oposición de kurdos iraquíes e incluso de militares estadounidenses.
Los kurdos en Iraq son los principales aliados de Estados Unidos en un Iraq escindido: se alinearon con la invasión estadounidense del 20 de marzo de 2003, mientras el parlamento turco se negó a dejar que Washington abriera un frente desde su territorio en la guerra contra Saddam Hussein, quien gobernó Iraq entre 1979 y 2003.
A Turquía le fastidia que Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) —que fue su aliada durante 50 años y ahora tiene una voz dominante en Iraq— no sean suficientemente firmes a la hora de presionar al gobierno central iraquí o al gobierno local kurdo a actuar contra los rebeldes del PKK.
El profesor Ilter Turan, ex rector de la Universidad Bilgi de Estambul y vicepresidente de la Asociación Internacional de Ciencia Política, dijo a IPS que Turquía y Estados Unidos buscarán un camino que pueda satisfacer a ambas partes, como una limitada operación militar turca.
Según Laciner, es improbable que se produzca una acción militar turca a gran escala en Iraq antes de las elecciones del 22 de julio, pero espera que Ankara intervenga para establecer una "zona de exclusión" antes de que termine el verano, aunque Washington se oponga.