Perturbadores casos de esclavitud en los hornos de ladrillo en China, incluyendo a niños y niñas, despertaron nuevas dudas sobre las leyes laborales de este país.
El primer caso de explotación comenzó a conocerse a inicios de junio, cuando periódicos locales publicaron una fotografía de un grupo de personas liberadas tras más de un año de trabajos forzados en una fábrica de ladrillos en el centro de China.
Para lo acostumbrado en la prensa china, supervisada por el Estado, la fotografía era más que impactante. Mostraba a personas con contusiones, heridas y quemaduras, con claras señales de malnutrición y aturdidas expresiones de falta de fe en su repentina libertad.
El artículo que acompañaba la imagen era todavía más pasmoso en un país donde el gobernante Partido Comunista llegó al poder por su compromiso de crear un paraíso para los trabajadores.
A las 32 personas se les hizo creer que les ofrecían trabajos pagos, pero una vez dentro de las fábricas de ladrillos, en la aldea de Caosheng, central provincia de Shanxi, los obligaron a trabajar bajo el control de guardias y perros durante 18 horas al día. Ninguno recibió dinero en todo el tiempo que duró su esclavitud. Sobrevivieron apenas con agua y pan.
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Cuando una redada policial los liberó a fines del mes pasado, se descubrió que un hombre había sido muerto a golpes de martillo.
Ocho estaban tan traumatizados que solamente podían recordar sus nombres. Todos presentaban quemaduras por haber cargado los ladrillos calientes sin protección. Sus ropas habían sido reducidas a harapos y "la suciedad en sus cuerpos era tan gruesa que sólo podía sacarse raspando con un cuchillo", informó el Shanxi Evening News.
La fábrica de ladrillos era operada por un capataz identificado como Heng Tinghan, pero su propietario era el hijo del presidente del Partido Comunista de la zona.
Según aldeanos, esas fábricas eran ilegales, pero de todas formas se les permitía operar con el acuerdo tácito de la policía.
La revelación de este caso fue seguida por una carta abierta que circuló en varios foros chinos en Internet, en la que se denunciaba que por lo menos 1.000 niños de entre ocho y 16 años habían sido esclavizados en las fábricas ilegales de ladrillos en la provincia de Shanxi.
La misiva, firmada por 400 padres de la central provincia de Henan, pedía ayuda para una campaña destinada a rescatar a los pequeños.
Los padres señalaron que los niños habían sido forzados a subir a automóviles en distintas ciudades de Henan, como la capital Zhengzhou, y luego vendidos a jefes de fábricas por unos 500 yuanes (65 dólares) cada uno.
A fines de los años 60, el escarpado territorio de la provincia de Henan fue usado por los estrategas militares de Mao Zedong para esconder miles de fábricas de armas y municiones. Muchas de esas cuevas ahora albergan hornos ilegales de ladrillos, según los padres de Henan, donde niños secuestrados trabajan en condiciones horrendas.
"Los lugares en los que vivían esos niños eran peores que casetas de perros. No había camas. Dormían en tablas de madera y las paredes estaban cubiertas de excremento. Estábamos muertos de miedo por lo que vimos", dijo al periódico Xinjingbao Chai Wei, un padre de Henan que se las arregló para ingresar a varias fábricas de ladrillos en busca de su hijo desaparecido.
Chai había dirigido los esfuerzos de rescate de casi 100 padres que recaudaron dinero para alquilar un automóvil y recorrer las fábricas de ladrillos de Shanxi.
Su búsqueda logró rescatar a unos 100 niños, pero quedaban otros cientos, dijo Chai. Su hijo de 17 años, que desapareció de Zhengzhou en abril, todavía no fue encontrado.
"No obtuvimos ninguna ayuda de la policía local. Muchos de sus funcionarios están cerca de los dueños de las fábricas y podrían advertirles que está llegando un grupo de búsqueda. Aprendimos a no confiar en ellos (los policías) y a recorrer las fábricas, una a una, nosotros mismos", explicó Chai.
El descubrimiento de redes provinciales de trabajos forzados se hizo público mientras China se prepara para adoptar una nueva ley de trabajo que fue debatida por los legisladores durante muchos meses. La nueva ley aspira a tomar medidas enérgicas contra los centros de explotación y los abusos de los trabajadores dando un poder real a los sindicatos controlados por el Estado por primera vez desde que Beijing introdujo reformas de mercado en los años 80.
En los últimos 10 años, la economía china creció dos dígitos gracias al trabajo de millones de trabajadores que producían mercaderías para la exportación a cambio de bajos salarios. Pero al florecer la economía, las disputas laborales se multiplicaron. Cada vez más trabajadores se presentaron ante tribunales o salieron a las calles a protestar por las malas condiciones laborales y el atraso en los pagos.
El gobierno describió la nueva legislación como un intento de mejorar la protección a los trabajadores y frenar los abusos. Pero no está claro cuán efectivo resultará en este vasto país donde muchos funcionarios locales tienden a ignorar o evadir las directivas del gobierno central.
Los defensores de los trabajadores alegan que los poderes de aplicación de la ley serán mejorados solamente si Beijing permite sindicatos independientes.
"Sin supervisión o defensa del poder colectivo de la mano de obra, las leyes y las resoluciones del gobierno central no serán respetadas o administradas", dijo Cai Chongguo, experto en derechos laborales del China Labour Bulletin, con sede en Hong Kong.
Después de todo, China ya tiene una ley laboral y una ley sobre protección a los menores, pero ninguna de ellas pudo impedir el escándalo de trabajo forzado en Shanxi, observó un comentario firmado y publicado el domingo por la agencia de noticias Xinhua.
"La razón por la que se cometieron delitos tan flagrantes en las fábricas de ladrillos de Shanxi es que empresarios y funcionarios locales trabajaban en equipo", añadió.
El China Youth Daily fue aun más lejos, calificando a los casos de esclavitud de "desgracia vergonzosa", dejando expuesta la negligencia de los funcionarios en el cumplimiento de su deber.
"Cuando una ley es debilitada masivamente en su implementación como para convertirse en un pedazo de papel sin valor, entonces es necesario repensarla", sostuvo el periódico.