En menos de una década, los programas de acceso gratuito y universal a medicamentos antirretrovirales disminuyeron mucho la mortalidad del sida en países como Argentina y Brasil, un avance amenazado por los precios crecientes de las nuevas fórmulas patentadas por los grandes laboratorios.
En Brasil, el Ministerio de Salud garantiza el acceso universal de medicamentos antirretrovirales a todas las personas con sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
Según el Programa Nacional de Enfermedades Sexualmente Transmisibles y Sida (PN-DST-AIDS), 180.000 personas utilizan en Brasil esos fármacos que reducen la carga de virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en el organismo, mejorando la calidad de vida y evitando la proliferación de infecciones oportunistas.
Entre 1996 y 2004, ese beneficio redujo en 27,5 por ciento la mortalidad del sida, y en 80 por ciento las hospitalizaciones relacionadas con la enfermedad entre los años 1996 y 2003, lo que implicó 635.000 internacionales menos y una reducción de costos de salud de 1.700 millones de dólares, según datos oficiales.
La tendencia se confirma en Chile, cuya cobertura universal de fármacos antirretrovirales en el sistema público se alcanzó en 2003. "Ya pueden verse con claridad los efectos del uso masivo de esos medicamentos, y evidentemente han mejorado los indicadores de salud asociados al sida", dijo a IPS Patricio Novoa, coordinador del Área Atención Integral de Vivo Positivo, coordinadora chilena de organizaciones de personas con VIH.
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En Argentina, el Ministerio de Salud indica que si en 1996 —antes de que estuvieran disponibles los tratamientos— la mortalidad era de 60 por ciento, en 2004 había bajado a 38 por ciento, y "seguramente ahora el número será más bajo", dijo a IPS Kart Frieder, director ejecutivo de la no gubernamental Fundación Huésped.
Estos índices vienen acompañados de otros avances no cuantificables, afirma Vereano Terto, coordinador de la Asociación Brasileña Interdisciplinaria contra el Sida.
"El gran cambio que tenemos en relación al uso de medicamentos antirretrovirales es que a partir de la mejora de la calidad de vida de los pacientes comenzó a desvincularse el hecho de ser seropositivo con la muerte, aquella idea de que por tener sida uno se iba a morir. Hubo una separación entre el sida y el estigma de la muerte", enfatizó Terto.
En el sistema brasileño —considerado como uno de los más completos y exitosos del mundo por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/Sida—, de los 17 medicamentos incluidos en el "cóctel" (combinación de drogas), ocho son importados y nueve producidos en el país, en laboratorios gubernamentales como Fiocruz.
Esa producción de genéricos —con el mismo principio activo, pero menos costosos que los patentados— abatió el costo promedio del tratamiento anual de cada paciente de 6.240 dólares en 1997 a 1.336 dólares a fines de 2004, según Mariangela Simao, directora del PN-DST-AIDS.
Eso se logró mediante una política combinada de financiación oficial a la producción de genéricos y de una decidida negociación con los grandes laboratorios transnacionales para abatir los precios.
La negociación triunfó, por ejemplo, cuando las amenazas de licencia obligatoria (quiebra de patente) esgrimidas por Brasilia indujeron al laboratorio Roche a rebajar el precio del Nelfinavir en 40 por ciento, lo que permitió economizar 40 millones de dólares por año, y a la compañía Merck a aceptar un recorte de 60 por ciento en su Efavirenz, con un ahorro de 43 millones de dólares para las arcas del Estado.
El caso con más repercusión se presentó este año, cuando ante el fracaso de nuevas negociaciones para rebajar el precio de Efavirenz, el gobierno brasileño apeló por primera a la licencia obligatoria para uso público no comercial de ese medicamento, una medida pionera en América Latina.
Brasil se amparó en los acuerdos de propiedad intelectual adoptados en la Organización Mundial del Comercio, que establecieron la prioridad de la salud pública por sobre los derechos de patente para autorizar a los países a tomar esas medidas ante situaciones de emergencia sanitaria.
La compra de la versión genérica de Efavirenz, en una primera etapa a laboratorios de India, representará, según Simao, una reducción de gastos en salud de 30 millones de dólares por año, "que podrán ser reinvertidos en otras acciones para mejorar la atención a las personas que viven con sida", dijo.
"Onusida considera favorablemente las medidas que un país utiliza para asegurar el acceso universal de los medicamentos a su población", dijo a IPS Laurent Zessler, representante de esa agencia para el Cono Sur sudamericano.
Brasil, "como país de ingresos medios, demostró que es posible implementar la distribución gratuita de medicamentos de forma nacional y asociada a la adhesión al tratamiento de personas que viven con VIH", añadió.
La mala noticia, según Simao, comenzó en 2005, "cuando a partir de la gradual incorporación de nuevos pacientes a la terapia, y con la entrada de nuevos medicamentos, el costo individual comenzó a elevarse hasta 2.500 dólares anuales por paciente".
El gran desafío no es sólo mantener los buenos resultados, sino ampliarlos y garantizar la sustentabilidad en el futuro, advierten organizaciones no gubernamentales como la que representa Terto.
"Hemos visto que los nuevos medicamentos además de cada vez más caros están más protegidos por patentes, y en la medida en que aumente el número de casos será difícil para el gobierno mantener el programa", agregó Terto.
Este fenómeno también podría comprometer al programa argentino, señaló Frieder.
"Comenzaron a aparecer medicamentos que no tienen genéricos y no están en el vademécum, que son para mejorar la calidad de vida del paciente. Por ejemplo, permiten tomar una en lugar de seis pastillas por día, y para ese acceso habrá más dificultad", explicó Frieder.
El aumento de precios también preocupa a la organización humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) que trata a más de 80.000 pacientes con VIH en más de 30 países.
En un articulo publicado en su sitio en Internet, MSF llama la atención sobre la "explosión de costos" de los antirretrovirales, que en dos años duplicarán los gastos en ese rubro "en la medida en que más y más pacientes tienen que migrar a tratamientos más modernos de segunda línea".
"Unas 50 compañías farmacéuticas producen esos medicamentos en todo el mundo", según MSF, y se están desarrollando nuevos tratamientos y potenciales vacunas porque "existe un mercado para ellos en los países occidentales", según MSF.
Sin embargo, MSF indica que de 40 millones de personas contagiadas, 90 por ciento viven en el mundo en desarrollo, y de seis millones que necesitan tratamiento en esos países, sólo 440.000 los reciben, citando datos de Onusida de 2005.
Las soluciones a futuro, impulsadas por Onusida, MSF o la William J. Clinton Foundation, implican articular redes de cooperación, producción y formación técnica en antirretrovirales.
Brasil, por ejemplo, efectúa donaciones de medicamentos producidos en el país que benefician a 11 naciones: Bolivia, Burkina Fasso, Cabo Verde, Colombia, El Salvador, Guinea Bissau, Mozambique, Nicaragua, Paraguay, Santo Tomé y Príncipe y Timor Oriental, según Simao.
Brasil y Argentina firmaron en enero de 2006 un acuerdo de cooperación para la construcción de una fábrica de medicamentos y pruebas diagnósticas para varias enfermedades, inclusive el sida.
La fábrica se instalará en Argentina, con inversión de los dos países.
Brasil coordina una Red Internacional de Cooperación técnica en VIH/Sida, que también cuenta con la participación de Argentina, China, Cuba, Nigeria, Rusia, Tailandia y Ucrania, cuya principal meta es la transferencia de tecnología en la producción de antirretrovirales.
Estas soluciones han contribuido a la sustentabilidad del programa de distribución de antirretrovirales en países como Bolivia, donde desde hace cuatro años las personas con sida reciben de manera gratuita los medicamentos a través del Servicio Departamental de Salud. Brasil hace donaciones a la iniciativa desde 2003.
En Venezuela hay acceso a medicamentos sin costo desde 2000 para todos los pacientes registrados en el Ministerio de Salud. Se destinan a esos fines entre 20 y 30 millones de dólares al año. Los 17 fármacos utilizados se adquieren a Cuba e India, entre otros países fabricantes, mientras se acompaña las negociaciones latinoamericanas con las grandes farmacéuticas internacionales para conseguir reducciones de precios.
La red de cooperación comienza a articularse también en países como Paraguay, donde 1.184 personas reciben el cóctel de medicamentos a través del Programa Nacional sobre Sida, que desde 1996 ha conseguido reducir la tasa de mortalidad en 30 por ciento, dijo su director, Nicolás Aguayo, a IPS.
Además, Paraguay participa de una iniciativa promovida por el gobierno de Brasil y denominada Lazos Sur-Sur, por la cual 300 personas reciben tratamiento antirretroviral, entre ellas 21 niños.
* Con aportes de Marcela Valente (Argentina), Bernarda Claure (Bolivia), Daniela Estrada (Chile), David Vargas (Paraguay) y Humberto Márquez (Venezuela).