La polarización política que afronta El Salvador no parece preocupar a sus protagonistas, el gobierno derechista de Antonio Saca y la oposición de izquierda con suficientes votos en el parlamento como para bloquear cualquier iniciativa oficial.
Las dos fuerzas políticas enfrentadas, la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y el otrora guerrillero Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), se ajustan al viejo axioma sobre no poder vivir con el otro, pero tampoco sin el otro.
Analistas opinan que existe en El Salvador un cogobierno (derecha-izquierda), en el que ambos se necesitan: unos para seguir manejando el poder a su antojo y los otros para mantenerse como fuerza de oposición "dominante y estridente", aunque limitada por su "pobreza intelectual".
El sociólogo e historiador Raymundo Calderón explicó a IPS que la polarización tiene raíces históricas que se remiten al siglo XIX, originadas en las confrontaciones ideológicas irreconciliables entre conservadores y liberales que se turnaron en el poder.
"Los liberales pragmáticos creían en un Estado para su propio beneficio, como plataforma para impulsar su modelo económico, y la clase política dominante actual sigue haciendo exactamente lo mismo", agregó.
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La posibilidad de encontrar puntos de contacto y forjar mínimos consensos es remota, como quedó en claro durante el discurso de Saca ante el Congreso legislativo el 1 de este mes, al cumplirse el tercer aniversario de gobierno.
"El Salvador está cambiando gracias a un gobierno que cumple sus promesas. Hemos trabajado de sol a sol", afirmó.
Saca aseguró que las condiciones de vida de la población continúan mejorando a causa del crecimiento económico, la reducción de la pobreza y la creación de oportunidades para los jóvenes.
Mientras los diputados de Arena le rendían ovación de pie, sus pares del FMLN levantaban pequeños carteles con la frase "Tres años de mentiras y corrupción".
Los diputados del FMLN, tras el discurso presidencial, insistieron en una conferencia de presa con su argumento de que el gobierno sólo ha beneficiado a unos pocos. Advirtieron que el país "va rumbo al despeñadero".
"En estos últimos tres años la población ha empobrecido, ha crecido el desempleo y los bajos salarios no se corresponden con los precios de la canasta básica", dijo la diputada izquierdista Irma Amaya, mientras participaba en una de las protestas organizadas por su partido para "denunciar los fracasos de Saca".
Su pñar Sigfrido Reyes, vocero del partido opositor, dijo, en alusión a un comercial de telefonía móvil, que "el presidente Saca viene al parlamento sólo a bla, bla, bla, (palabras y más palabras)".
Según la edición 2006 del Panorama Social de América latina elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), 47,5 por ciento de la población salvadoreña aún vivía en 2004 bajo la línea de pobreza y 19 por ciento en condiciones de indigencia. Asimismo, 18,9 por ciento de las personas mayores de 15 años eran analfabetas.
A menudo, este ambiente político crea parálisis institucional e impide el consenso y la implementación de una agenda para la nación, opinan los analistas.
En abril y mayo, varios créditos internacionales no fueron aprobados por el Congreso. Se requería una mayoría calificada de dos tercios, por lo que 56 de los 84 legisladores debían aprobar la toma de los préstamos. El FMLN no dio su aval.
Arena y sus aliados de derecha reúnen 50 escaños, el FMLN tiene 32 y el Centro Democrático las dos restantes.
En respuesta, el partido gobernante lanzó una campaña mediática mordaz contra el FMLN, acusándolo de estar en contra de la educación y la salud de los salvadoreños.
La oposición organizó concentraciones en todo el país para explicar su negativa. En ellas utilizó el argumento de que El Salvador está al límite de su capacidad de pago y que mientras Arena no combata la corrupción oficial no votará autorizaciones para suscribir nuevos créditos.
Según la Cepal, la deuda pública asciende a 4.976 millones de dólares, equivalentes al 29,3 por ciento del producto bruto interno de este país con 6,5 millones de habitantes.
Para Calderón, Arena encarna a la derecha que ha gobernado desde siempre y no está interesada en el desarrollo del país.
"En el siglo pasado no creían en la educación como vía de desarrollo y aducían que los campesinos no necesitaban saber leer y escribir para cosechar café (el principal producto de exportación), sólo brazos. Algo muy similar sucede en estos días", afirmó.
En tanto, el analista político Héctor Dada Hirezi dijo a IPS que no existe una discusión seria y responsable entre el FMLN y Arena sobre problemas nacionales como la inseguridad pública: la tasa de homicidios en El Salvador es de 56 por cada 100.000 habitantes, la más alta de América Latina.
El partido gobernante, agregó, tiene una visión autoritaria, que se reflejó por ejemplo cuando el presidente Saca declaró que la oposición estorbaba.
Salvador Sánchez Cerén, dirigente del FMLN, por su parte, acusó a Arena de haber traicionado el espíritu de los acuerdos de paz firmados el 16 de enero de 1992 entre la guerrilla y el gobierno de entonces.
"Los acuerdos de paz abrieron el camino para un proceso de nuevos entendimientos, pero cuando la derecha observó que el FMLN acumulaba un caudal electoral importante comenzó a pensar que esa modalidad de diálogo nos favorecía y optó por cerrar esa vía", afirmó el ex comandante guerrillero.
Sánchez Cerén señaló que el FMLN y Arena llegaron a acuerdos sobre las finanzas públicas, reforma fiscal e inversión en el área social, pero que todo ha sido ignorado por la derecha tras obtener en varias ocasiones los votos de la izquierda para la aprobación de préstamos internacionales.
Dirigentes de Arena se negaron a realizar declaraciones a IPS sobre estos temas.
Asimismo, el sociólogo Calderón opinó que la derecha siempre ha utilizado el Estado para aplicar su modelo económico en beneficio propio.
"Arena no está preparada ni política ni psicológicamente para la alternancia en el poder ni para aceptar que sus intereses sean afectados de forma mínima. Representa los intereses de un sector pequeño con mucho poder, que privilegia el mercado por sobre cualquier otra cosa", afirmó.
En dos ocasiones, en 1972 y 1977, en vísperas de la guerra civil que sacudió a este país entre 1980 y 1992, una coalición de partidos aglutinados en la Unión Nacional Opositora (UNO), ganó las elecciones presidenciales. Pero los gobiernos militares recurrieron al fraude y a la represión para llegar y mantenerse en el poder.
Muchos dirigentes políticos, obreros y estudiantiles fueron secuestrados y asesinados, otros lograron exiliarse. Activistas sostienen que durante el conflicto armado interno murieron 75.000 personas, entre 6.000 y 8.000 desaparecieron y unas 40.000 resultaron lisiadas, en especial a manos de las fuerzas de seguridad.
En ese momento "se perdió la oportunidad de democratizar el país" a través de un centro político capaz de sortear la polarización, sostuvo Calderón.
Pero tampoco el FMLN "actúa con el más alto grado de responsabilidad", aclaró, y en muchas ocasiones se comporta de forma similar a Arena. "La izquierda no está preparada para asumir la conducción del país", enfatizó.
"El Salvador requiere una política de Estado para construir cultura de consenso. Actualmente no hay cultura política y el lastre ideológico no permite la formulación de una agenda para la nación", concluyó Calderón.