Entre un «no» vehemente a un «sí» condicionado oscilan las opiniones de la familia Watanabe sobre la reforma de la Constitución de la Paz de Japón, de 60 años de antigüedad, que se prevé someter a referendo en 2010.
"Estoy totalmente en contra del intento de modificar la Constitución, que ha protegido la imagen de Japón como país amante de la paz. Japón nunca debe volver a involucrarse en guerras", dijo Myoko Watanabe, peluquera de 64 años.
Su esposo, Yiuchi, de 68 años, comparte sus reservas sobre la eliminación del artículo 9 de la Constitución —la "cláusula de paz", por la que Tokio renuncia a participar en guerras—, pero apoya su reforma parcial, de modo de permitirle al país afianzar su alianza de defensa con Estados Unidos.
La actual carta política solo le permite a este país asiático defenderse de agresiones.
"Es natural que Japón pueda trabajar junto con Estados Unidos ante una inminente crisis en Corea del Norte. Esto ha cambiado desde hace 63 años", cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, explicó Yuichi.
El conservador primer ministro Shinzo Abe propone con determinación la reforma de la Constitución aprobada en 1947, luego de la derrota de Japón al final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) por parte de los aliados.
El centro del debate es la eliminación total o parcial del artículo 9. Abe, que apoya un rol militar activo para Japón en alianza con Estados Unidos en la arena internacional, está dispuesto a eliminar las restricciones que se impuso este país durante décadas.
"Mientras otros países —entre ellos Alemania, derrotada al igual que Japón— enmendaron sus constituciones muchas veces, eso nunca fue ni siquiera considerado entre los japoneses, que hasta ahora incluso no quieren pensar en la idea, dada su tortuosa experiencia de guerra", explicó el profesor Koichi Ishiyama, de la Universidad de Tooin.
Pero muchos japoneses creen ahora que llegó la hora de apartarse del pacifismo, pues Japón es el segundo país más rico del mundo y un socio internacional clave de Occidente, su ex enemigo, y cuenta con un formidable presupuesto de asistencia y enormes inversiones privadas en el exterior.
"La idea detrás de la reforma constitucional es trabajar para la paz global. Esa imagen es altamente atractiva para el público general, pero no significa que esté enteramente detrás de la noción de Abe de un ejército fuerte", comentó Ishiyama a IPS.
Setenta por ciento de los entrevistados para una encuesta publicada por el periódico Asahi apoyan la revisión de la Constitución. El sondeo se realizó poco después de que la cámara baja parlamentaria aprobara el 18 de mayo la convocatoria a referendo nacional al respecto.
Minoru Watanabe, hijo de Myoko, considera que la rotunda oposición de su madre a la enmienda es propia de una generación claramente diferenciada de la suya.
"Comprendo su posición, pero también pienso que Japón está pronto para asumir un liderazgo en el mundo. Y eso es imposible sin un ejército nacional. Por eso es que la reforma de la Constitución es oportuna", señaló.
Pero Myoko Watanabe alega que la modificación reaviva los duros recuerdos de la guerra. Cuando era niña, Myoko presenciaba los esfuerzos de su madre para sobrevivir medicinas, vivienda o alimentos adecuados.
Los japoneses se veían obligados entonces a seguir órdenes de los militares, que controlaban sus vidas y pensamientos.
Abe apela al referendo constitucional para recuperar popularidad, que cayó a 36 por ciento, según una encuesta publicada este lunes en el periódico Nikkei. Ahora dispuso el aplazamiento por unos días, al 29 de julio, de las elecciones de senadores.
El primer ministro japonés también fue aguijoneado por controversias, como una en torno a un error en el registro de pensiones: a millones de personas mayores de 60 años les fueron negadas sus jubilaciones de abril. Y también por el suicidio, en mayo, del ministro de Agricultura, acusado de corrupción.
En su declaración para el Día de la Constitución, el 3 de mayo, Abe describió la enmienda como la posibilidad de que Japón ponga fin a los recuerdos de posguerra, opinión compartida por poderosos políticos conservadores en el Partido Democrático Liberal y sus seguidores.
Pero algunos expertos señalan que la situación no es fácil para Abe, dada la estipulación de que una enmienda constitucional debe recibir una mayoría de dos tercios en el parlamento japonés.
Sea cual fuere el resultado de la votación, la Constitución ya fue hábilmente manipulada por el gobierno para que Japón enviara tropas en apoyo al ejército de Estados Unidos en Iraq y para que Washington reforzara su presencia en la base naval de Okinawa, evaluó el profesor Hiroshi Nakanishi, de la Universidad de Kyoto.