Los intentos de Estados Unidos por conseguir colaboradores en las tribus de la occidental provincia iraquí de Al-Anbar le hicieron ganar, paradójicamente, más enemigos.
El ejército estadounidense lanzó una de sus mayores operaciones hasta la fecha para recuperar el control de la provincia, el cual perdió hace más de un año.
Al-Anbar, que representa un tercio del área total del país y tiene unos 2,5 millones de habitantes —en su mayoría musulmanes sunitas—, se opuso firmemente a la ocupación de Iraq desde la invasión encabezada por Estados Unidos, iniciada el 20 de marzo de 2003.
Faluya, la segunda ciudad más grande de la provincia luego de la capital, Ramadi, opuso una feroz resistencia a las fuerzas estadounidenses luego que éstas mataron a 17 manifestantes no armados que protestaban frente a una escuela ocupada por los militares en mayo de 2003.
Después, la resistencia se extendió a Khalidiya, 80 kilómetros al occidente de Bagdad, después a Ramadi, 105 kilómetros en la misma dirección, y llegó a Hit, Haditha y Al-Qa'im, en la frontera con Siria.
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Estados Unidos logró victorias a corto plazo en masivas operaciones militares, pero sólo logró así que la población se opusiera cada vez con más fuerza a la ocupación. La provincia sigue siendo la más peligrosa para las fuerzas extranjera y los choques siguen escalando.
Este año, las autoridades militares estadounidenses procuraron la creación de una coalición tribal con el fin de oponerla a la red terrorista Al-Qaeda, que lidera el saudita Osama bin Laden y lucha contra las fuerzas estadounidenses en todo el mundo islámico.
Funcionarios no identificados del gobierno de George W. Bush aseguraron a la prensa que se logró con esa estrategia reducir la violencia en Al-Anbar, pero los residentes del área piensan de otro modo.
"El ejército estadounidense no logró controlar la situación en Al-Anbar con ataques en los que mató a miles de civiles. Por lo tanto, decidió establecer milicias locales", dijo a IPS el ex coronel del ejército iraquí Jabbar Ahmad, residente en Ramadi.
"Comenzó con la campaña llamada 'Despertar de Al-Anbar', hasta formar la 'Fuerza Revolucionaria para la Salvación de Al-Anbar'", declaró a IPS Hamid Alwani, destacado líder tribal en Ramadi.
"Se suponía que esto era una lucha local entre Al-Qaeda y la población de Al-Anbar, pero nos dimos cuenta de que, en realidad, los estadounidenses querían que combatiéramos a nuestros hermanos de la resistencia iraquí", agregó.
Alwani dijo que "la mayoría de los jeques tribales se oponían a la idea" y dejó en claro a comandantes militares de Estados Unidos que ellos nunca serían parte de su plan.
"Parece que los estadounidenses comenzaron a darse cuenta de su error ahora", opinó.
Pocos grupos tribales siguen respaldando a las fuerzas de Estados Unidos.
Alí Hatem Alí Suleiman, líder de la confederación Dulaim, una organización tribal de Al-Anbar, dijo hace poco a la prensa en su oficina de Bagdad que la Fuerza Revolucionaria para la Salvación de Al-Anbar sería disuelta a causa de una creciente insatisfacción interna.
Creció la oposición contra uno de los líderes del consejo, Abdul Sattar Abu Risha, a quien Suleiman llamó "traidor". Abu Risha "vende sus creencias, su religión y a su gente por dinero", acusó.
Ahora, la mayor parte de los habitantes de la provincia se oponen a cualquier iraquí que trabaje con el ejército estadounidense.
"Sattar es muy conocido como ex criminal. Los estadounidenses ahora lo malcrían como al hijo preferido", dijo a IPS un líder tribal de Al-Anbar que pidió ser identificado apenas como Hatam.
Un respetado líder en Faluya señaló a IPS, con la condición de que se resguardara su anonimato, que "los líderes chiitas tenían sus dudas sobre él desde el comienzo, pero los estadounidenses desesperados pensaban que él era la mejor solución para su fracaso en Al-Anbar".
Abu Risha vive en Ammán desde hace varios meses.
Y hay cada vez más dudas sobre la magnitud de su influencia.
"La familia Suleiman, que era llamada la princesa de las tribus de Al-Dulaim, no tiene poder en Iraq. La ocupación británica (en los años 20) les asignó líderes y en Iraq todos saben eso", dijo a IPS Mohammad al-Dulaimy, un historiador de Al-Anbar radicado en Ramadi.
"Tan pronto como el ejército británico abandonó Iraq, la familia Suleiman perdió poder y sus miembros se fueron al exterior. Luego encontraron una oportunidad de regresar bajo la bandera estadounidense", agregó.
Otros ven el ascenso de Abu Risha como un intento fallido, por parte de las fuerzas de ocupación, de aplicar en la provincia la táctica de "divide y reinarás".
"No veo que esto funcione en medio de la división obvia entre líderes tribales que buscan poder. Aquí la gente se conoce y saben desde el comienzo que un día esos señores de la guerra lucharán por poder y dinero", dijo a IPS un profesor de la Universidad de Al-Anbar en Ramadi que pidió no revelar su identidad.
Pero esto en ningún caso redujo la violencia.
"Todo lo que hicieron las nuevas milicias fue aumentar la tensión en las comunidades locales. Los estadounidenses son asesinados día a día y estas milicias simplemente están ejecutando personas, igual que las milicias chiitas en Bagdad y en el sur de Iraq", dijo a IPS el camarógrafo Fowaz Abdulla, que vive en la zona.
Policías leales a líderes tribales en la Fuerza Revolucionaria para la Salvación de Al-Anbar dijeron a la prensa que el ejército estadounidense les suministró armas, financiamiento y otros elementos como uniformes, chalecos antibalas, furgonetas y cascos, además de pagarles a los combatientes tribales leales 900 dólares por mes.