GUINEA-BISSAU: Emigrantes y narcos en reserva ambiental

Las 88 islas del archipiélago de Boloma Bijagós, una de las mayores reservas naturales de biodiversidad de Guinea-Bissau, no sólo ofrecen puerto seguro para embarcaciones repletas de emigrantes que quieren llegar a Europa: también los narcotraficantes las usan como escala en sus rutas hacia este continente.

En las últimas dos semanas, las autoridades guineanas detuvieron a 104 personas (95 de las cuales fueron luego liberadas), provenientes de Gambia, Guinea-Conakry y Senegal, quienes estaban a la espera de alguna embarcación de mayor tamaño que pudiera traerlas a Europa.

Los "narcos" han tenido hasta ahora mejor suerte: nadie está preso por tráfico de drogas.

Aunque poco se sabe de las rutas que utilizan las llamadas "mafias del tráfico humano" para llevar emigrantes africanos a Europa a través del océano Atlántico, se estima que, además de la conocida vía de las islas Canarias, muchas de ellas pasan por Cabo Verde y Guinea-Bissau, dos ex colonias portuguesas.

La ruta de la droga también pasa por el archipiélago de Boloma Bijagós, que fue declarado reserva de biosfera por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 1996, pero que alberga algo más que manglares y tortugas marinas.

La agencia de noticias Lusa informó, en febrero de este año, que existe un "corredor" para la droga utilizado por traficantes brasileños, conocido como "A Rota Brasileira" o "Brazilian Connection".

El idioma común, la falta de controles y, según la oposición en Guinea-Bissau, el alto grado de corrupción gubernamental, fueron los motivos para que los traficantes eligieran esta pequeña nación de África occidental, de apenas 36.120 kilómetros cuadrados y poco más de 1,4 millones de habitantes.

Según Lusa, las autoridades guineanas admiten la existencia de esta ruta de la cocaína, que hace su primera escala en Brasil, tras salir de los países andinos productores, continúa a través de las ex colonias portuguesas de África occidental y finalmente ingresa a la Unión Europea a través de España o Portugal.

Las características de este archipiélago, en el que sus 31.500 habitantes ocupan sólo 21 de las 88 islas, lo convierten en una zona de fácil acceso clandestino. Además, se encuentra estratégicamente ubicado en la desembocadura del río Geba, en las cercanías de la capital, Bissau.

Asimismo, estas islas se volvieron una opción más atractiva tras el refuerzo de las patrullas marítimas españolas en Canarias y un acuerdo firmado el año pasado entre Cabo Verde y Portugal, por el cual este país se comprometió a destinar una corbeta para el control de las aguas territoriales caboverdianas.

La geografía y la falta de patrullaje no son, sin embargo, la única razón.

Según un documento divulgado en mayo por el Ministerio de Justicia de Guinea-Bissau, "la situación socio-económica de la población, asociada a la falta de medios institucionales y operacionales para combatir el tráfico ilícito internacional y el crimen organizado, constituyen factores probables de atracción de organizaciones y redes de crimen organizado".

Sin embargo, el ex diputado del Partido Socialista portugués, Fernando Ka, presidente de la Asociación Guineana de Solidaridad Social, dijo a IPS que la raíz del problema "es que están comprometidas altas personalidades" de Guinea-Bissau.

Ka, un abogado luso-africano que cuenta con doble nacionalidad (portuguesa y guineana), denunció que las islas se están convirtiendo en una "zona franca" para el tráfico de drogas que llegan desde América del Sur.

"Es un lucrativo negocio que está enriqueciendo a militares y políticos que hacen la vista gorda, aprovechando las fragilidades estructurales de Guinea-Bissau", dijo Ka.

"Existe una premeditada falta de autoridad para controlar esta situación de tráfico de drogas. Lo poco que se puede hacer, no se hace", agregó.

La impunidad de los narcos que utilizan "A Rota Brasileira" no sería posible "sin la complicidad de dirigentes locales, los que ya empiezan a acusarse unos a otros, echándose las culpas en esta vergonzosa lucha por la riqueza fácil", explicó Ka.

De todas formas, señaló, sería erróneo y simplista analizar el problema del tráfico de drogas fuera del contexto "del absoluto fracaso de las políticas de desarrollo del país".

"Guinea-Bissau declaró su independencia en 1974, pero desde el fin del colonialismo hasta hoy no ha tenido líderes que entiendan que el ideal de independencia presupone un desarrollo que nunca se concretó", señaló Ka.

"La clase dirigente no entendió que la independencia es un medio para el desarrollo y no tan sólo un fin, el de ocupar el lugar dejado por los portugueses", concluyó.

A pesar de las múltiples denuncias, no se han registrado detenciones por tráfico de drogas.

Los únicos arrestados en las últimas dos semanas fueron los indocumentaods de Gambia, Guinea-Conakry y Senegal sorprendidos en el archipiélago mientras esperaban un barco que los llevara a Europa. Aunque 95 de ellos recuperaron su libertad el miércoles 27, la situación preocupa a Luís Vaz Martins, presidente de la Liga de los Derechos Humanos de Guinea-Bissau.

"No se puede continuar arrestando personas que no están acusadas de ningún crimen en concreto: su único pecado fue intentar buscar una vida mejor", declaró al corresponsal en Bissau de la agencia Lusa.

España y Portugal, los principales destinos de los flujos migratorios de la zona del Golfo de Guinea, se están empeñando en mantener un diálogo de alto nivel con Guinea-Bissau. Madrid y Lisboa, asimismo, están elaborando una estrategia común para presentar en sus contactos con la nación africana.

El jueves 21, el ministro de Relaciones Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, reclamó un mayor diálogo entre Europa y África para reglamentar los flujos migratorios y combatir las mafias que controlan el traslado de emigrantes.

Asimismo, el ministro del Interior de Guinea-Bissau, Baciro Dabó, sostuvo que la comunidad internacional debe apoyar a su país para enfrentar "la ocupación de las islas por personas que procuran la entrada ilegal en Europa".

El gobierno portugués descarta por el momento el uso de buques de guerra para patrullar la zona. "El control en los puntos de partida sólo es posible ante un pedido expreso de los países africanos", dijo a IPS el ministro de Defensa de Portugal, Nuno Severiano Teixeira.

La corbeta portuguesa "Baptista de Andrade" participó en operativos de control en Cabo Verde a solicitud del gobierno de ese país, agregó el ministro, "pero no hay ningún pedido de Guinea-Bissau".

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