FRANCIA: Inmigrantes intranquilos

El presidente francés Nicolas Sarkozy puso la reforma de las leyes migratorias en el centro de su victoriosa campaña electoral, porque el país, según decía, estaba «exasperado por la disputa sobre la identidad nacional y por la inmigración descontrolada».

Ahora, cuando concluye su primer mes al frente de la jefatura de Estado, los votantes comienzan a ver más claro lo que Sarkozy tenía en mente cuando hablaba de "romper con el pasado".

El presidente no tardó mucho en crear un nuevo ministerio, el de Inmigración, Integración, Identidad Nacional y Desarrollo Conjunto, y le encargó la reelaboración de los procedimientos migratorios.

Un proyecto de ley redactado por esa cartera ordena a los extranjeros que deseen unirse a sus familiares ya residentes en este país aprobar, primero, una prueba de fluidez en idioma francés, y luego otra sobre su familiaridad con los "valores de la República".

La iniciativa, que se presentará al recién electo parlamento con mayoría sarkozista en julio, es evaluado por el Consejo de Estado, órgano de expertos del Poder Ejecutivo a cargo de analizar, entre otros asuntos, los proyectos de leyes y decretos.

Actualmente, aquellos con vínculos familiares que los unen a residentes en Francia representan alrededor de 90 por ciento de los 100.000 inmigrantes legales que recibe este país más allá de la Unión Europea.

El funcionario a cargo de la nueva cartera, Brice Hortefeux, sugirió pagar a los inmigrantes letales en Francia una "canasta de huevos" de 8.000 dólares para alentarlos a regresar a su país de origen. En los dos años pasados, unas 3.000 familias abandonaron el país europeo por un mecanismo similar.

"El hecho de que se cree un ministerio para este asunto demuestra que es, obviamente, una prioridad clave del gobierno", dijo el portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) con sede en Ginebra, Jean-Philippe Chauzy.

Unos 4,5 millones de inmigrantes legales viven hoy en Francia, a los que se suman medio millón de ilegales. Unos dos millones proceden de África. Francia tiene la mayor comunidad musulmana de Europa, un tercio de la de todo el continente.

Pero, si bien obtuvo la mayoría parlamentaria en las elecciones parlamentarias de este mes, la centroderechista Unión por un Movimiento Popular (UMP) que lidera Sarkozy perdió algunos legisladores.

La UMP y sus aliados ocuparán ahora 345 de los 577 escaños de la Asamblea Nacional, 14 menos que en la legislatura anterior. El opositor Partido Socialista, mientras tanto, elevó su representación de 149 a 207.

Algunas de las propuestas del flamante gobierno son causa de intensas críticas desde instituciones académicas y de la sociedad civil.

"Sarkozy decidió polarizar el electorado francés en cuestiones migratorias, y probablemente ganó las elecciones gracias a eso, pero ahora deberá hacer frente a una situación muy peligrosa", dijo Patrick Weil, director de investigaciones del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS).

"Me temo que esto dividirá aun más a al sociedad", advirtió el académico.

Las relaciones de Sarkozy con algunas comunidades de extranjeros son ríspidas desde octubre de 2005, cuando, como ministro del Interior del gobierno del entonces presidente Jacques Chirac, visitó un área del suburbio de Argenteuil, cerca de París, donde viven muchos inmigrantes pobres.

Ante las cámaras de televisión, Sarkozy le gritó a una mujer que le pedía desde su ventana, en un complejo de edificios, que luchara contra la criminalidad. El entonces ministro le prometió a viva voz que se desembarazaría de la "racaille" (escoria).

Dos días después, Bouna Traore y Ziad Benna, dos jóvenes de familias inmigrantes, murieron electrocutados ocultos en una instalación eléctrica cuando huían de la policía en el suburbio de Clichy-sous-Bois, cerca de París.

Francia se sumió entonces en una ola de violencia, los peores en décadas, principalmente en las áreas de predominio inmigrante en los alrededores de las grandes ciudades.

Los disturbios causaron pérdidas por 200 millones de euros en daños. Casi 9.000 vehículos y docenas de edificios resultaron incendiados, 130 policías y bomberos, heridos, y 2.900 personas, arrestadas. El jubilado Jean-Jacques Le Chenadec murió golpeado por un manifestante furioso al norte de París.

El propio Sarkozy es hijo de un inmigrante, un aristócrata húngaro que huyó del gobierno comunista que se instaló en su país de origen en 1945. Su abuelo materno era un médico que inmigró desde Grecia.

Como si se tratara de una respuesta a las críticas, Sarkozy designó ministra de Justicia a Rachida Dati, cuyos padres proceden de Marruecos y Argelia.

Pero en las comunidades de inmigrantes se teme que la creación del nuevo ministerio y el designio desde el gobierno de una cultura nacional aceptable podría hacer que muchos franceses se sientan extranjeros en su propia patria.

"Mi abuelo llegó aquí para darle a sus hijos una vida mejor", dijo Sarah Belhimer, hija de inmigrantes argelinos de 28 años, empleada de servicios médicos. "Francia es mi país. Nací aquí, pago mis impuestos aquí y amo a Francia, pero creo que esta política está mal." (FIN/IPS/traen-mj/md/ss/eu ip pr hd md/07)

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