Antes de partir este lunes a la cumbre del Grupo de los Ocho, el presidente ruso Vladimir Putin declinó toda responsabilidad en la eventual carrera armamentista que desataría la instalación de bases estadounidenses en Polonia y República Checa.
El sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos, supuestamente diseñado para proteger a Occidente de ataques de "estados díscolos" como Corea del Norte e Irán, quedaría compuesto por dos elementos en 2011: un radar en República Checa y una base antimisiles en Polonia.
Motivado por las crecientes críticas rusas, Washington anunció, en vísperas de la cumbre del Grupo de los Ocho países más poderosos que se celebrará esta semana en Alemania, intensificar las consultas diplomáticas al respecto con Moscú y miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Rusia agradeció la oferta, pero aclaró que se opone al proyecto y no está convencida de las razones esgrimidas por Washington porque Corea del Norte e Irán no tienen capacidad de producir misiles balísticos que supongan una amenaza para Occidente.
Moscú también considera que las bases se integrarán en el complejo nuclear estratégico de Washington y que, al instalarse en Europa, perturbarían el equilibrio mundial de fuerzas estratégicas.
Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Grecia, Holanda, Luxemburgo y Noruega también expresaron sus reservas ante los planes de Estados Unidos, República Checa y Polonia.
Varios expertos consideran que Europa puede encaminarse hacia una nueva división como la suscitada por la guerra de Iraq, encabezada por Estados Unidos, cuando naciones otrora socialistas se alinearon con ese país.
"Europa muestra divisiones internas entre los que quieren desarrollar una política exterior y de seguridad autónoma y los que quieren una mayor participación estadounidense en ese ámbito", dijo a IPS Pedro Courela, analista del Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales (IEEI), con sede en Lisboa.
Según Courela, el reclamo de tratar la cuestión de forma multilateral es un "intento de dar un nuevo sentido a las relaciones multilaterales transatlánticas", en vez de hacer prevalecer los vínculos bilaterales que en este último caso les "significaron un golpe".
"Estados Unidos no parece dispuesto a negociar decisiones ya adoptadas y aceptadas por República Checa y Polonia. Habrá que esperar y ver si las naciones de Europa occidental son capaces de plantear el asunto en el marco de la OTAN", señaló el analista.
Motivada por las preocupaciones de las naciones europeas, el gobierno checo, aunque no el polaco, solicitó que Estados Unidos integre un futuro sistema de defensa antimisiles de la OTAN.
La solicitud fue incluida para contentar a los aliados izquierdistas de la coalición de gobierno, que había prometido a la oposición propiciar una consulta popular respecto de la base.
En cambio, Polonia insistió en tratar el asunto de forma bilateral y desestimó la posibilidad de negociar con Rusia.
Eso fue precisamente lo que hizo Praga el 27 de abril cuando el presidente Vaclav Klaus discutió el sistema de defensa antimisiles con Putin en Moscú.
Putin fue contundente en su condena a la base estadounidense, por la cual, según arguyó, las relaciones con Europa "iban a empeorar" y "el riesgo de dañarse o aun aniquilarse mutuamente, con seguridad, iba a aumentar varias veces".
En una conferencia conjunta de ambos mandatarios, Klaus señaló que "había asegurado al presidente ruso que su país no tiene intenciones de que los radares supongan una amenaza para Rusia", a lo que Putin contestó: "Es comprensible, pues Praga no tendría ningún control sobre la base."
Pero la visita de Klaus no tuvo mucho efecto en su país ni en Polonia donde gran parte de las autoridades y la prensa desconfían bastante de los argumentos de Rusia y alegan que la infraestructura de la base es demasiado insignificante como para plantear algún tipo de amenaza a Moscú.
El jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas rusas, general Yuriy Baluyevskiy, respondió: "La cantidad de interceptores previstos no es significativo. Lo que es importante es la construcción misma y el hecho de qué puede desarrollarse."
Pero para mucha gente en Praga y Varsovia, la base significa una posibilidad de convertirse en aliados privilegiados de Estados Unidos y escapar de lo que consideran son las ambiciones de Rusia en la región.
Incluso, a veces se la define como el último paso hacia la "liberación" de Rusia. Ese proceso "empezó con el retiro de las tropas soviéticas" y "la construcción del radar sería su culminación", declaró a la prensa el primer ministro checo Mirek Topolanek.
Al prometer que el escudo antimisiles mejorará la seguridad, los defensores checos y polacos también piden a Estados Unidos más garantías a ese respecto.
También hay especulaciones crecientes acerca de cómo puede responder Rusia a la construcción de la base militar en Europa oriental.
Rusia ya amenazó con retirarse del Tratado para la Eliminación de Misiles de Mediano y Corto Alcance y del Tratado sobre Fuerzas Convencionales en Europa, con no renovar su compromiso con el Tratado de Reducciones Estratégicas Ofensivas después de 2009.
La represalia puede llegar por el lado económico pues ambos países dependen del gas ruso y Moscú puede provocar una crisis frenando el suministro. (FIN/IPS/traen-vf-mj/zd/ld/eu na ip nu ml g8/07)