Durante décadas, Portugal miró de soslayo las infinitas posibilidades que le brinda su geografía privilegiada para producir energía limpia. Pero ahora la situación comienza a cambiar y este país se ha colocado entre los que más apuestan a las fuentes alternativas.
El sol más abundante de Europa, los fuertes vientos del oeste, los caudalosos ríos y las inmensas olas del océano Atlántico fueron elementos tradicionalmente ignorados por un país que optó siempre por invertir buena parte de sus ingresos en el pago de la factura petrolera.
Portugal es ya en la actualidad, con varios proyectos en vías de ejecución, uno de los países con la meta más elevada entre los 27 miembros de la Unión Europea (UE), con la intención de que para 2015 el 45 por ciento de la energía eléctrica sea producida a partir de fuentes renovables.
Desde que asumió el mando en marzo de 2005, el gobierno socialista se fijó la ambiciosa meta de recuperar un atraso de décadas en este campo. Las condiciones políticas eran notoriamente favorables, ya que en esa fecha juró como jefe del Poder Ejecutivo José Sócrates Carvalho Pinto de Sousa, un político que en su juventud se empeñó en las causas ambientales.
A pesar de que es un acérrimo defensor de la contención del déficit del presupuesto general del Estado en áreas tan sensibles como la educación y la salud, Sócrates hace la vista gorda cuando se trata del ambiente, al aprobar abultadas inversiones en energía eólica, hídrica, solar y hasta de las olas del océano, una tecnología en la que Portugal es pionero en el mundo.
Según estimaciones del presidente de la Asociación de Empresas de Energías Renovables, António Sá da Costa, divulgadas el 6 de este mes por la revista semanal Economía del diario Público de Lisboa, la meta de energía eólica instalada para 2012 será de 5.700 megavatios (MV), la producida por las olas de 250 MV, mientras que la hídrica se situará en 6.200 MV en 2015.
Sá da Costa vaticina que en 2020, con las inversiones previstas en eólica, hídrica y de olas, Portugal podrá alcanzar una meta de 60 por ciento de uso de energías renovables.
Todo esto sin contar con la inmensa obra del valle de Baldio das Ferrarías, en las cercanías de la ciudad de Moura, donde se construye la mayor central de energía solar del mundo, aprovechan el primado europeo de 2.550 horas de sol por año, como dijo a IPS su alcalde, José María Pos-de-Mina.
Esta central costará 338 millones de dólares y ocupará un área de 114 hectáreas, donde están siendo colocados 350.000 paneles solares. Comenzará en mayo de 2008 a producir 62 MV "y, al hacerlo, reducirá emisiones de CO2 (dióxido de carbono) en 87.500 toneladas", subrayó Pos-de-Mina.
"Con 62 millones de vatios, nuestra central tendrá una dimensión 12 veces superior a la mayor central solar del mundo, que está en Alemania y produce sólo cinco MV", añadió el alcalde de esta comarca tradicionalmente pobre y con tendencia a despoblarse, que ahora ve su oportunidad de revertir ambos fenómenos, porque, como explicó a IPS, "estamos frente a una obra sin paralelo en el mundo"
Pos-de-Mina, un alcalde comunista que reconoce moverse con soltura "en el mundo tentacular del mercado global", fundó la empresa Amper, controlada en 88 por ciento por el municipio de Moura, como autora del proyecto, el que después vendió por una suma no revelada a la firma española Acciona, uno de los líderes mundiales en el campo de las energías renovables.
En la fase actual, ya se encuentra en funcionamiento la fabricación y montaje de módulos de tecnología fotovoltaica, basada en materiales semiconductores que permiten la transformación directa de la radiación solar en energía eléctrica, un sistema de gran auge en la década del 70 debido a la crisis del petróleo que marcó esa época.
Pero hasta que la central de Moura no empiece a operar con los primeros 240.240 paneles en diciembre de este año, igual Portugal cuenta desde febrero con la mayor central solar del mundo, con capacidad para abastecer con "energía limpia" a unos 8.000 hogares, y se trata de la Central Solar de Serpa (CSS), ubicada en la misma soleada zona del sur del país.
La CSS representa una inversión de 80 millones de dólares, correspondientes al costo de las 32 hectáreas cubiertas por 52.000 paneles solares fotovoltaicos, con capacidad instalada de 11 MV.
Según el ingeniero italiano Piero dal Maso, ejecutivo de Catavento, la empresa portuguesa que desarrolló el proyecto, la central producirá 20 gigavatios/hora de energía por año, lo suficiente para ahorrar más de 30.000 toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero.
Esta central producirá energía limpia para la red eléctrica nacional durante los próximos 15 años, en una colaboración entre Catavento, que administrará la central, la firma estadounidense General Electric, financista y propietaria, y Powerlight, la principal empresa mundial abastecedora de energías alternativas.
En cuanto a la energía eólica, tras varias décadas en que se hacía de cuenta que el viento no soplaba, la situación cambió radicalmente y a fines de 2006 habían ya 1.055 aerogeneradores operando en todo el país, equivalentes a 59 por ciento de la meta trazada para 2010, y este año la construcción continúa a buen ritmo, estimándose que aumentará en 536 nuevas unidades.
Hasta fines del año pasado, la potencia eólica emanada de las turbinas, se fijaba en 2.779 MV, es decir, más de la mitad de la meta de 5.100 MV impuesta para 2012.
En tanto en Aguçadoura, en la costa norte de Portugal, 2,25 MV de energía producida por las olas del océano llegan a tierra mediante un cable submarino desde octubre pasado, ayudando a alimentar la red nacional de la distribución de la firma estatal Electricidad de Portugal.
Una cantidad modesta de energía, pero su importancia es ser la primera central energética del mundo que usa el oleaje oceánico como fuente de energía renovable, con un potencial de desarrollo futuro impredecible en el concierto del desarrollo de las fuentes alternativas, sean estas hidráulicas, fotovoltaicas, eólicas, geotérmicas y de biomasa.
Portugal asume así el papel pionero en el uso del oleaje, que de acuerdo a las previsiones de los expertos, en todo el planeta puede llegar en los próximos 40 años a un volumen de negocios anuales de 50.500 millones de dólares.
Una suma considerable si se estima que equivale a 30 por ciento del actual producto interno bruto de Portugal, 166.450 millones de dólares en 2006. Y Lisboa estaría en condiciones de conquistar una cuota de 10 por ciento del mercado mundial de esta la tecnología.