Los intentos del gobierno de India para definir una política energética y ambiental coherente no le impiden apoyar con entusiasmo un impopular proyecto de construcción de una planta nuclear en el sudoriental estado de Tamil Nadu.
La central atómica será la mayor del país, con seis reactores de diseño ruso con una potencia de 1.000 megavatios cada uno.
El proyecto enfrenta la férrea oposición de la población local, constituida en su mayoría por pescadores, quienes temen que la planta destruya su modo de vida, amenaza su seguridad y provoque el desarraigo de miles de familias.
Se trata de un ambicioso plan que apunta a generar a mediados de este siglo 275.000 megavatios de energía nuclear, más del doble de la capacidad actual.
El debate gira también en torno a la facultad de otorgar permisos a proyectos potencialmente peligrosos, la defensa de derechos humanos básicos y la protección del ambiente.
La polémica alcanzó su máxima intensidad hace 10 días, cuando se realizó una audiencia pública para analizar un informe de impacto ambiental de cuatro nuevos reactores enfriados por agua.
Otros dos de iguales características comenzaron a construirse en 2002, en el marco de un acuerdo firmado en 1988 entre el entonces primer ministro indio Rajiv Gandhi y el presidente de la ex Unión Soviética, Mijail Gorbachov.
Este tipo de audiencias, ordenadas por el Ministerio de Bosques y Ambiente, son una parte esencial en el proceso de autorización de proyectos con fuerte impacto ecológico.
La idea es obtener el consentimiento informado de la población tras difundir ampliamente toda la información relevante sobre un proyecto y permitir "a cada persona" presente expresar su opinión.
El 2 de junio, más de 2.000 habitantes de Tamil Nadu se presentaron a la audiencia y demandaron ser escuchados, a pesar de una intimidante presencia policial.
Muchos de los asistentes denunciaron que las normas que rigen este tipo de audiencias no fueron respetadas, en especial la notificación con 30 días de anticipación y la amplia difusión de un resumen de la evaluación de impacto ambiental en idioma tamil.
Las autoridades levantaron abruptamente la audiencia luego de dos horas, sin dejar asentadas, tal como lo estipula la reglamentación, "todas las opiniones e inquietudes expresadas", sin "leerlas a la audiencia" y sin explicar "sus contenidos en lenguaje vernáculo".
"La suspensión no fue provocada por desórdenes ni actos de violencia de quienes se oponen" al proyecto, señaló S. P. Udayakumar, experto en ciencias sociales y estudios sobre la paz del distrito de Kanyakumari, vecino a Tamil Nadu.
"Pareció un acto premeditado para negarle a las personas la oportunidad de expresar sus opiniones. Esto molestó mucho a los asistentes, quienes ya están preocupados por la construcción de los primeros dos reactores del total de seis previstos", agregó.
El inicio de las obras para esos dos reactores fue aprobado sin una evaluación de impacto ambiental. Su construcción implica adquisiciones de tierra forzosas, restricciones a la pesca y genera serias inquietudes respecto del posible daño ambiental.
La población local, que tiene un nivel de educación alto y es conciente de los peligros de la radiación nuclear, está decidida a oponerse al proyecto.
La gente cree que los patrocinadores de la central nuclear ocultan la verdad sobre los riesgos, entre los que se cuentan la radiación, la futura acumulación de desechos nucleares, la emisión rutinaria de isótopos tóxicos y un potencial accidente catastrófico que provoque la fusión de un reactor.
"La gente difícilmente puede ser optimista cuando sabe que los reactores son de diseño ruso, como el de la central de Chernobyl, aunque de diferente modelo", dijo Udayakumar.
Las autoridades indias y las conclusiones de la evaluación de impacto ambiental niegan la existencia de riesgos.
"Esto no hizo más que aumentar el miedo de la gente", comentó Antón Gomez, de la Federación de Pescadores de Tamil Nadu y Pondicherry, que tiene su sede en el puerto de Tuticorin.
El destino de los cuatro reactores de Kudankulam está ligado a un acuerdo entre Estados Unidos e India, que se encuentra en etapa de negociación, y sujeto a su posterior aprobación por parte del Grupo de Proveedores Nucleares (NSG, por su sigla en inglés), integrado por 45 países abastecedores de material atómico que se proponen contribuir a la no proliferación.
Si el NSG no aprueba el acuerdo, los reactores no podrán ser construidos. Cuando se iniciaron las obras de los primeros dos, en 2002, este paso no fue necesario, ya que en ese momento las reglas del NSG no estaban vigentes.
La incertidumbre sobre los cuatro nuevos reactores no redujo el entusiasmo de las autoridades por el proyecto, ni sus demandas para que reciba aprobación inmediata.
"Esto exacerbó aun más la tensión entre la gente y los funcionarios", señaló Manju Menon, del grupo ambientalista Kalpvriksh. "Parte de esta tensión se debe a problemas relacionados con la ubicación elegida para desarrollar el proyecto", agregó.
La planta de Kudankulam se encuentra sobre el golfo de Mannar, una de las áreas de mayor biodiversidad marina del mundo, con 3.600 especies de flora y fauna. Los desechos de la central atómica podrían afectar negativamente esta reserva biológica.
Además, existen tres poblaciones importantes dentro de un radio de cinco kilómetros: Kudankulam, con 20.000 habitantes, Idintakarai, con 12.000, y una colonia para personas afectadas por el tsunami que alberga a más de 2.000.
Una norma aprobada por el gobierno local en 1988 prohíbe el asentamiento de una población en un radio de 1,6 kilómetros a partir de la planta. La siguiente zona, que abarca un radio de cinco kilómetros es considerada un "área esterilizada", en la que sólo se permite una escasa densidad de población. En un área de 16 kilómetros, la población no puede superar las 10.000 personas.
Kudankulam e Idintalaray se encuentran a dos y cuatro kilómetros en línea recta desde la planta. La última hilera de casas construida para las víctimas del tsunami está a menos de un kilómetro y más de 70.000 personas viven dentro de un radio de 16 kilómetros.
La opción, por lo tanto, es que el gobierno deberá violar sus propias regulaciones o separar brutalmente a miles de familias de su forma de vida como pescadores. "Esto es demasiado desagradable como para pensar en ello", señaló Menon.
Además, el lugar elegido para la planta está en un área donde el agua es escasa. La idea original era llevar agua de una represa distante 65 kilómetros, pero fue abandonada ante la oposición de la gente.
Ahora se decidió desalinizar 48 millones de litros de agua de mar por día. La tecnología para hacerlo es muy cara y no está suficientemente probada. Asimismo, esta opción hará que el costo de la electricidad sufra un exorbitante aumento.
La planta generará gran cantidad de residuos de combustible altamente radioactivo, emitirá radioisótopos como el yodo-131 y expondrá a cientos de trabajadores a altas dosis de radiación, un veneno invisible que provoca cáncer y malformaciones genéticas.
India, sostuvo Menon, está sellando un pacto faustiano. "Pone en peligro el modo de vida de miles de personas promoviendo una tecnología altamente peligrosa. Habrá un enfrentamiento entre la voluntad de la gente y la obsesión del gobierno con la energía nuclear. Si la democracia tiene algún significado, la gente debería prevalecer", señaló.