La expresión amigable de los delfines podría llegar a ser apenas un bello recuerdo de la humanidad antes de que finalice el siglo XXI si persisten las amenazas que en la actualidad agobian a estos mamíferos marinos.
La inquietud por esa posibilidad real de extinción condujo al Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), dentro de la Convención para las Especies Migratorias y en coordinación con organizaciones de la sociedad civil internacional y del sector privado, a declarar 2007 como el Año del Delfín.
Según Nirka López, especialista del Acuario Nacional de Cuba, en este país, como en el resto del Caribe, existe escasa información sobre el estado de las poblaciones, su distribución y los peligros que gravitan sobre ellas, aunque se estudia el impacto del desarrollo turístico, las capturas y el cambio climático.
"En los últimos años en Cuba se viene trabajando en la identificación y evaluación de las amenazas existentes para las poblaciones de los delfines", señaló López a IPS.
El Acuario Nacional, fundado en 1960, desarrolla desde 1997 investigaciones en el medio natural de la especie Tursiops truncatus, conocido como tonina o nariz de botella, que han aportado información sobre poblaciones en los cayos del nororiente del país y en la costa norte de Matanzas, unos 90 kilómetros al este de La Habana.
Ambas zonas han sido escenario en la última década de un acelerado crecimiento del turismo, como parte de la estrategia gubernamental de desarrollar este sector ante la crisis económica desatada a comienzos de la década del 90, cuyos efectos aún se sienten.
"Si el desarrollo turístico se realiza con un adecuado diseño y se tienen en cuenta sus posibles afectaciones respecto del ambiente, estos impactos pueden minimizarse", apuntó López, quien apuntó también los efectos negativos del tráfico intensivo de embarcaciones en la distribución y conducta de los delfines, además de la mortalidad ocasionada por colisiones accidentales.
"En las zonas de mayor desarrollo turístico, como Varadero y Cayo Coco, a pesar de esto se mantienen poblaciones considerables", indicó la bióloga. "En estas localidades los programas de monitoreo conducidos por el Acuario Nacional durante siete años no han detectado afectaciones", sostuvo.
Además de la tonina, en las aguas cubanas se han reportado avistamientos frecuentes de otras especies de cetáceos en áreas del golfo de México cercanas a la plataforma insular: el delfín moteado del Atlántico (Stenella frontalis), el estenela moteada (Stenella attenuata) y la orca (Orcinus orca).
En las islas del Caribe, la expansión de los asentamientos humanos en zonas costeras podría estar incidiendo en la merma de las poblaciones de peces que sirven de alimento a los delfines, y en el aumento de la contaminación del mar con sustancias químicas contenidas en residuos industriales y urbanos.
A juicio de López, el resultado sería la degradación del hábitat, el empobrecimiento de la calidad del agua y la alteración en los balances ecológicos que afectan la calidad de vida de todos los organismos relacionados en la cadena de alimentación.
Al estar en el nivel superior de esa trama alimentaria, los delfines asimilarían la acumulación de esas alteraciones, lo que multiplica su impacto nocivo sobre estos animales.
Según la especialista, que está al frente de una investigación sobre el nariz de botella, las poblaciones de delfines no se reportan en zonas cercanas a grandes ciudades situadas en el litoral de esta isla, como Santiago de Cuba, Cienfuegos y La Habana, por lo que la amenaza por este factor es mínima.
Se estima que alrededor de 300.00 cetáceos, entre ballenas, delfines y marsopas, mueren cada año en el mundo ahogados al quedar atrapados accidentalmente en redes de pesca. Esta causa es considerada la principal causa de la desaparición de estas especies, por encima de la captura, las colisiones con barcos o la depredación a cargo de los tiburones.
Organizaciones ecologistas internacionales han cuestionado con fuerza el auge de la captura de delfines para su exhibición, que no pocas veces colocan el interés económico inmediato por encima de la conservación de esos mamíferos marinos.
Una de las entidades que auspician el Año del Delfín, la no gubernamental Sociedad para la Conservación de las Ballenas y los Delfines (WDCS), con sede en Londres, ha criticado cualquier tipo de cautiverio, por los daños que ocasiona a su calidad de vida.
Para López, en general la misión de los acuarios es la "exhibición, interacción e incluso educación de cara a sus visitantes" y en ocasiones el desarrollo de programas científicos sobre estas especies. En el Acuario Nacional existe un show de delfines, que junto a otro de lobos marinos constituyen la principal atracción para el público.
"Gran parte de la información que hoy se conoce sobre la reproducción, fisiología, capacidad de aprendizaje y comunicación, que permiten un acercamiento mayor a la vida de estas especies y sentirlas más cercanas a nosotros, se han realizado en cautiverio, los cuales son aspectos muy difíciles de estudiar en el medio natural", aseguró.
La experta indicó que el Acuario Nacional de Cuba ha trabajado desde 1973 en el fortalecimiento de "sus capacidades técnico-profesionales para enfrentar programas científicos acerca de las poblaciones naturales de delfines en aguas cubanas, adecuar el óptimo manejo de los animales y sus opciones didáctico-recreativas."
"Se podría tener en cuenta que los individuos que hoy están bajo condiciones controladas y sometidas a manejo pueden ser un banco genético de reserva de aquellas poblaciones naturales que están siendo muy afectadas en su propio medio por múltiples actividades desmedidas e inconsecuentes del hombre", agregó.