Aunque el recalentamiento no es un fenómeno generalizado en la Antártida, como lo es en el Ártico, ya hay importantes disminuciones de los hielos australes, que tendrán temperaturas más cálidas a fines de este siglo, concluye un estudio del Pnuma.
El documento Perspectiva Global sobre la Nieve y el Hielo, publicado este lunes por el Pnuma (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, fue preparado por expertos de diferentes disciplinas y países con motivo de la celebración este martes del Día Mundial del Medio Ambiente, cuyo lema es "El deshielo, ¿un tema candente?".
En él se analiza la situación del hielo y la nieve en el polo Norte (Ártico), polo Sur (Antártida) y regiones de montaña de todo el mundo, entre otras zonas de la criosfera, importantes componentes del sistema climático de la Tierra.
El documento de 238 páginas indica que la influencia externa más importante sobre las nieves y los hielos será en este siglo el aumento de los gases de efecto invernadero, emitidos por actividades humanas y cuya acumulación es considerada por los científicos como causa muy probable del recalentamiento del planeta.
"Los mayores aumentos en la temperatura anual del planeta de los últimos tiempos se han registrado en la región ártica de América del Norte, en Liberia centroseptentrional y en la península Antártida", afirma el informe.
En la Antártida, el recalentamiento global no ha sido un fenómeno generalizado en los últimos años, a diferencia del Ártico, donde las temperaturas han aumentado casi el doble que en el promedio mundial, afirma el texto.
Pero las proyecciones para fines del siglo XXI indican que se registrarán temperaturas más cálidas en la superficie antártica.
Los hielos terrestres de "Groenlandia y la Antártida constituyen casi 99 por ciento del hielo de agua dulce del mundo", advierte el documento. Si ambas se derritieran por completo, el nivel del mar subiría 64 metros.
La Antártida tiene una extensión de 12,3 millones de kilómetros cuadrados, un volumen de hielo de 24,7 millones de kilómetros cúbicos, y se estima que si éstos desapareciesen totalmente el nivel del mar subiría unos 57 metros.
El glaciólogo chileno Andrés Rivera cree que es necesario distinguir las características del Ártico y de la Antártida para entender los cambios que ha sufrido ésta última por el cambio climático.
"El Ártico está conformado básicamente por hielo marino mientras que la Antártida es un continente gigantesco, que posee diferentes regiones, en las cuales el impacto del calentamiento global es dispar", explicó el científico a IPS.
En ella se identifican tres regiones: la oriental, la occidental y la península Antártica. En la primera, que es la más grande, "no se están produciendo grandes cambios", indicó el experto del Centro de Estudios Científicos, cuya sede se ubica en la ciudad de Valdivia, 840 kilómetros al sur de Santiago.
Pero "en algunas zonas de la región occidental hay cambios importantes", como en el mar de Admunsen, en especial en el glaciar Pine Island, indicó Rivera.
"Se estima que en el futuro podremos observar el colapso de algunos glaciares dado que la zona es potencialmente inestable", puntualizó.
Si el hielo del sector occidental desapareciera por completo, "el nivel de mar se elevaría en cinco ó seis metros", señala el informe.
En la península también se notan importantes retrocesos, principalmente "por el colapso de plataformas de hielos flotantes", indicó Rivera, quien ha liderado expediciones científicas a la zona.
El científico chileno explica que "la Antártida en su conjunto está contribuyendo al aumento del nivel del mar, pero no hay certeza de la magnitud de su contribución" debido a las diferencias de sus regiones.
Groenlandia y la Antártida "tienen el potencial para hacer la contribución más grande a la subida de nivel del mar, pero ellos son también la mayor fuente de incertidumbre" en cuanto a los efectos que desatarían en el clima global, remarca el estudio del Pnuma.
El retiro de los hielos antárticos favorecerá la expansión de la industria turística, lo que repercutirá en el ambiente y en el valor de esa región como lugar de investigación, señala el Pnuma.
Por eso se necesita un marco internacional que regule el turismo, advierte el texto.
Por otra parte, "las regiones de montaña son particularmente sensibles al cambio climático". En los últimos 100 años, y en particular desde el decenio de 1980, se ha producido en todo el mundo una enorme contracción de los glaciares montañosos.
En América del Sur, la mayor parte de los hielos terrestres y la nieve se encuentran en la cordillera de los Andes que la recorre en toda su extensión.
Los glaciares sudamericanos cubren un área cercana a los 25.700 kilómetros cuadrados, sobre todo en los campos de hielo patagónicos, que representan 66 por ciento de la superficie total y se ubican en las regiones chilenas de Aysén y Magallanes, más de 2.000 kilómetros al sur de Santiago.
En la cordillera andina, los cambios también se manifiestan de manera diferente según las regiones: los Andes tropicales (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia), los semiáridos (zona central de Chile y Argentina), y la Patagonia, extremo sur de ambos países.
La primera de estas zonas sufre una importante disminución de glaciares. "En Colombia, ha desaparecido 50 por ciento de la superficie total de hielos en los últimos 50 años", indicó Rivera.
En las últimas tres décadas sucedió lo mismo con 30 por ciento de la superficie total de hielos de Ecuador y con 15 por ciento de la de Perú, acotó el glaciólogo. En la zona central de Chile y en el noroeste de Argentina también "ha habido fuertes retrocesos". En Argentina se han registrado avances y disminuciones anómalos de glaciares, según el científico.
En la Patagonia se han perdido grandes masas heladas en medio siglo, de entre tres y cuatro por ciento, contribuyendo al aumento del nivel del mar, aseguró.
Para dimensionar las transformaciones, Rivera explica que "50 por ciento de la pérdida de glaciares en Colombia equivale a cerca de 55 kilómetros cuadrados de hielo, mientras que tres o cuatro por ciento de la Patagonia corresponde a aproximadamente 700 kilómetros cuadrados de territorio".
"En Sudamérica la tendencia generalizada de retroceso es real, pero hay excepciones", sintetizó.
Debido al calentamiento global, en Chile se detectan aumentos de temperatura en zonas de altura, a más de 1.500 metros sobre el nivel del mar.
Esto reduce la cantidad de nieve disponible en la cordillera, lo que impacta en la cantidad de agua de los ríos. Los glaciares contribuyen con cerca de 68 por ciento al caudal de los ríos en años secos, advierte el documento.
La situación "requiere estudiar, modelar el escenario futuro, tomar medidas de adaptación y mitigación y estudiar la competencia por la asignación de las aguas", indicó Rivera.